Brasil

Barão de Cocais, el pueblo de Brasil que puede ser destruido por el colapso de una represa

La gruesa capa de barro que enterró a 270 personas en Brumadinho apenas se ha secado. Ciertamente, las cicatrices del peor desastre minero de Brasil aún están a la vista.

Sin embargo, en solo cuatro meses, otra comunidad en el estado suroriental de Minas Gerais se enfrenta a ser borrada del mapa por un torrente de desechos mineros.

Los monitores en la sede de la defensa civil, montada apresuradamente en Barão de Cocais, muestran imágenes en tiempo real de la mina afectada, Gongo Soco, y la presa asociada Sul Superior, a aproximadamente 1,5 km de ella.

Todos los ojos en la sala están fijados nerviosamente en la mina. La compañía minera Vale, propietaria del complejo, advirtió la semana pasada que el dique podría colapsar en cualquier momento de esta semana.

«El muro de la mina Gongo Soco podría romperse en cualquier momento», asegura José Ocimar, de la autoridad de defensa civil. «Eso podría crear un impacto y una vibración que podría desencadenar el colapso de la presa que está debajo».

Es una idea sombría para las comunidades que viven cerca, aunque cientos de personas en el área de impacto inmediato ya han sido evacuadas.

«No podemos estar completamente seguros de lo que sucederá, pero estamos tomando las precauciones necesarias para evitar la pérdida de vidas humanas», insiste Ocimar.

El pequeño pueblo minero de Barão de Cocais, con unos 30.000 habitantes, se encuentra en el camino del potencial alud de lodo. Esparcidos alrededor de la tranquila plaza central están los detalles que muestran que algo anda mal.

Las aceras de las calles dentro de la zona de inundación han sido pintadas de naranja. Algunas tiendas, bancos e incluso la oficina de correos llevan días cerrados, y se ha marcado una ruta de evacuación.

Es inquietante, dice Talita, una aprendiz de 21 años. «Todos están tensos, asustados. No sabemos cómo reaccionar«, explica, señalando a un grupo de compañeros de trabajo sentados en los bancos del parque.

«Es triste ver a la gente desesperada y tan insegura de todo, de cuándo colapsará o de si tendrán un hogar al que volver. Incluso si habrá agua limpia para beber».

En el peor de los casos, Barão de Cocais tendría aproximadamente una hora y 15 minutos para evacuar. En un simulacro reciente, la ciudad fue evacuada en unos 50 minutos.

Pero algunos temen que el ensayo no reflejara de forma realista el pánico que habría si la alarma los atrapa con la guardia baja. O peor aún, mientras duermen.

Tanto la mina Córrego do Feijão, donde se ubicaba Brumadinho a unos 60 kilómetros de aquí, como Gongo Soco, son propiedad de Vale, la compañía minera más grande de Brasil, que rechazó nuestra solicitud de entrevista.

La empresa ha sido tradicionalmente una fuente de trabajo en Barão de Cocais, pero la gente está enojada con lo que consideran que ha sido su implacable búsqueda de ganancias.

«Me temo que no tengo una buena impresión de Vale», dice Gilmar dos Santos, un mecánico de automóviles. «Parece que la compañía pone sus ganancias por encima de todo lo demás. Las vidas de las personas simplemente no son una prioridad».

Santos está preocupado por si su familia podría huir a toda prisa. Sus padres, ancianos, son particularmente vulnerables.

Caminamos hasta una casa cercana para visitar a su madre, Cilta Maria, mientras ella riega las orquídeas en su jardín. Aunque es una mujer vigorosa de unos 80 años, admite que le resultaría realmente difícil evacuar la casa en la que ha vivido durante 48 años.

«Estoy tratando de mantener la calma. Nos preocupamos y tenemos ansiedad, así que cada noche uno de mis hijos viene a dormir aquí. Si pasa algo, ya están aquí. Pero es difícil».

Para complicar las cosas aun más su esposo, Raimundo, sufre Alzheimer en una etapa avanzada. Se sienta sonriendo pasivamente a media distancia, sin darse cuenta del inminente desastre que amenaza a su pueblo.

A Cilta Maria le molesta tener que pasar por esto a su edad. «Nunca pensamos que esto sucedería aquí en Barão. Nos dijeron que la mina era desarrollo, progreso. Y ahora, supongo, estamos sufriendo las consecuencias».

Mientras tanto, para los familiares de las víctimas de Brumadinho, observar el desarrollo de la crisis en Gongo Soco ha causado nuevas angustias. Para ellos, es una prueba de que nada se ha aprendido de las muertes de sus seres queridos hace solo unas semanas.

La hija de Rimarque Cangussu, Marcelle Porto, trabajaba como médico en Brumadinho en ese momento y fue la primera víctima identificada formalmente. «Fue un golpe terrible y abrumador, una pérdida de la que nunca me recuperaré», dice Cangussu, ingeniero civil, y agrega que hay un patrón de negligencia.

Señala el colapso de una represa minera de Vale en Mariana en 2015, el peor desastre ambiental de Brasil; las prácticas mineras cuestionables y las malas normas de seguridad en Brumadinho; las garantías dadas por Vale, el gobierno estatal y federal de que se harían cambios para evitar que algo así volviera a pasar.

Nada de eso, dice, ha supuesto la más mínima diferencia.

«No me sorprendería si hubiera una tragedia similar en Barão de Cocais. Es una sensación de impotencia, indignación y consternación porque las cosas no funcionan como deberían».

 

Fuente:https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48396259?fbclid=IwAR03FBzaRn2eGe7WcFBVEH9kkzWQfahHr8ildjuFrP_hb4j3p2bufUDveHk

Latinoamerica

Deforestación por agroindustria y minería avanza en Latinoamérica

De los bosques que originalmente poblaron la Tierra, 80% han sido desmontados, fragmentados o degradados. Hoy en día, los bosques tropicales siguen desapareciendo en todo el planeta a un ritmo acelerado: sólo en el año de 2017 su pérdida fue el equivalente a 40 campos de fútbol por minuto, explica Frances Seymour, del World Resources Institute (WRI). Brasil, la República Democrática del Congo, Indonesia, Madagascar y Malasia sufrieron las mayores pérdidas en ese año.

Un informe intitulado “Global Forest Watch” publicado por el WRI también revela que durante el año de 2018 se perdieron 12 millones de hectáreas de cobertura forestal a nivel global. De esas 12 millones de hectáreas, casi la tercera parte (3.6 millones) eran bosques primarios, y de estos, poco más de la mitad se perdieron en Latinoamérica.

En el continente, Brasil es el país que perdió más bosques con 1,347,132 hectáreas desaparecidas en el último año. Le sigue Colombia con 176, 977 hectáreas perdidas, Bolivia con 154,488 hectáreas y Perú con una extensión de 140,185 hectáreas.

Una catástrofe para el planeta

La desaparición de bosques vírgenes significa la extinción de ecosistemas que albergan una increíble diversidad, árboles de cientos y miles de años y grandes cantidades de carbono. “Cuando estos bosques se talan, quizás nunca vuelvan a su estado original”, precisa el reporte.

Como lo aclara Frances Seymour, “la destrucción de los bosques a esta escala es una catástrofe para el clima global. La nueva ciencia muestra que los bosques son aún más importantes de lo que pensábamos para frenar el cambio climático. Además de capturar y almacenar carbono, los bosques afectan la velocidad del viento, los patrones de lluvia y la química atmosférica. En resumen, la deforestación está haciendo del mundo un lugar más caliente y seco”.

 

Un desastre para los pueblos indígenas.

Las consecuencias sobre las poblaciones locales son también trágicas, ya que la deforestación destruye su entorno y por ende sus formas de vida. De hecho, cada vez son más las personas que tienen que huir de sus territorios debido al deterioro de las condiciones ambientales, volviéndose refugiados climáticos.

Y cuando tratan de defender sus territorios, tienen que enfrentar la represión. “Los pueblos indígenas, cuya presencia está asociada con el mantenimiento de la cubierta forestal, pero cuyos derechos sobre la tierra a menudo no son reconocidos, continúan siendo asesinados cuando intentan proteger sus bosques”, denuncia Seymour.

Para la representante de la organización Global Forest Coalition (GFC), Isis K. Álvarez, la situación está empeorando: “la tendencia va a peor por la entrada de la extrema derecha, que afecta mucho a las comunidades locales (…) y poco se puede hacer porque sus tácticas son muy violentas, de militarización, de represión, de exterminación, por eso es que hay tantos líderes locales asesinados”

Las responsables, multinacionales de Europa, Norteamérica y China

Los responsables de esa deforestación a gran escala son las grandes industrias del sector agropecuario con el cultivo de soya, la producción de aceite de palma y el ganado, así como la industria minera.

La deforestación es uno de los mayores problemas actuales por la destrucción de biodiversidad, en muchos casos a manos de multinacionales de Europa, Canadá, o China que se dedican a actividades extractivas con la “connivencia” de algunos gobiernos”, explica la representante de GFC. Esos países “no cumplen con los estándares de impacto ambiental, que ya de por sí son bajos en el continente”, denuncia también.

Cabe señalar también que la apertura de carreteras que permiten transportar las materias primas con el fin de exportarlas aumenta la vulnerabilidad a los incendios, los cuales causan todavía más destrucción de los bosques.

La trampa de los “biocombustibles”

El caso de la soya y el aceite de palma está estrechamente vinculado con la promoción del uso de los llamados biocombustibles. “La demanda mundial [de soya y aceite de palma] se ve inflada artificialmente por políticas que incentivan el uso de alimentos como materia prima para los biocombustibles”, precisa Frances Seymour.

El problema, además, es que muchas de esas actividades de deforestación para los biocombustibles “se realizan con fondos, subsidios o incentivos de los mismos gobiernos que luchan contra el cambio climático o instituciones internacionales”, denuncia Isis K. Álvarez. En Paraguay, por ejemplo, “uno de los países más pobres y con más deforestación, se ha utilizado dinero del Fondo Verde para el Clima para impulsar monocultivos para la industria de la bioenergía, que alimenta la agroindustria”, explica. Álvarez califica esa situación de “circulo vicioso”.

Brasil

Aunque Brasil logró reducir la deforestación a principios de la década de 2000, en los últimos años la deforestación ha comenzado a aumentar nuevamente, explica Mikaela Weisse, manager para el WRI. “PRODES, el sistema de monitoreo oficial de Brasil, mostró (en el 2018) la tasa más alta de deforestación en diez años”, comenta.

Con la llegada al poder del presidente Jair Bolsonaro, la situación podría empeorar en el país. Así, según el Instituto del Hombre y el Medioambiente de la Amazonia (Imazon), la deforestación creció en un 54 % en enero de 2019 respecto al mismo mes de 2018.

Colombia

Mikaela Weisse, junto con la investigadora en geografía para el Global Forest Watch, Elizabeth Dow Goldman, explican que Colombia es el país que enfrenta el aumento más drástico en la pérdida de cobertura forestal. Así, en 2017 su tasa de perdida aumentó de un 46% en comparación con 2016.

 

Casi la mitad del aumento ocurrió en solo tres regiones en la frontera con la Amazonía (Meta, Guaviare y Caquetá), con nuevos focos rojos de pérdida que avanzan hacia áreas previamente intactas”, precisan.

Esa situación tiene mucho que ver con la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. “Las FARC mantenían un control estricto sobre el uso de la tierra y permitían poco uso comercial de los recursos. Con su desmovilización, surgió un vacío de poder que hizo posible la tala ilegal para la ganadería, el cultivo de coca, la minería y la industria maderera por parte de otros grupos armados”, explican Weisse y Goldman.

Bolivia

El responsable de investigación del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), Pablo Villegas, explica que el aumento en la pérdida de bosques en el país tiene una relación directa con la agroindustria influenciada por Brasil y Argentina. “Existen coincidencias entre el aumento del precio de la soya y el incremento de la deforestación”, comenta.

El experto también resalta la responsabilidad del mismo gobierno boliviano junto con grandes empresarios. Para él, la situación podría incluso agudizarse en los próximos años, debido al agotamiento de las reservas de gas y el avance de una política estatal de promoción de la agroindustria, la ganadería y la explotación forestal. “Bolivia está entrando en crisis, se están acabando las reservas de gas y para el 2023 la producción apenas cubrirá la demanda interna”, explica.

Perú

En cuanto al caso específico de Perú, la Amazonía peruana es atacada ferozmente por la minería ilegal. El último análisis de imágenes satelitales realizado por el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) demuestra que esta actividad está alcanzando niveles históricos de deforestación en la selva peruana.

“Basado en el análisis de casi 500 imágenes satelitales de alta resolución, estimamos la deforestación de 18,440 hectáreas por minería aurífera en las regiones de Madre de Dios, Cusco y Puno durante el 2017 y 2018, la cual equivale a más de 25 mil campos de fútbol en solo dos años”, revela el informe.

Es necesario cambiar los sistemas económicos y sociales

Según otro informe de evaluación mundial exhaustivo hecho público el 6 de mayo 2019 por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), el mundo tendrá que enfrentar el colapso ecológico y la extinción masiva de especies a menos que se emprendan acciones drásticas para cambiar los sistemas económicos y sociales.

Para Nele Marien, coordinadora del programa de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional,“este informe es un nuevo y oportuno recordatorio de que enfrentamos crisis ambientales y sociales íntimamente ligadas. Podemos construir un mundo mejor y frenar el colapso de la biodiversidad, pero eso exige nada menos que un cambio radical de sistema que desista del sistema económico capitalista fallido basado en crecimiento extractivo ilimitado, ganancias y desigualdad. Tenemos que acabar con todos los sistemas de explotación: el colonialismo y neocolonialismo, el patriarcado y el racismo”.

 

Fuente:https://avispa.org/deforestacion-por-agroindustria-y-mineria-avanza-en-latinoamerica/?fbclid=IwAR3ldzKUBJIswHa37MWsL9lENi87bpgJ1VEU0jQ2yupD29bUVGzpd1uMcPI

Perú

Apurímac: inician paro indefinido en la provincia de Grau

El Frente de defensa de la provincia de Grau, en la región Apurímac, anunció que la población acata un paro provincial indefinido desde este miércoles 29 de mayo.

Entre los puntos de su plataforma, exigen el cierre de una planta procesadoras de minería artesanal que vienen operando en la zona de Vilcabamba, porque representa una amenaza al agua y la contaminación; asimismo demandan el mejoramiento de la carretera que conecta a la provincia con la ciudad de Abancay; igualmente la incorporación de las autoridades y dirigentes sociales de la provincia a las mesa de diálogo sobre el conflicto en torno al proyecto minero Las Bambas.

Piden una pronta intervención de las autoridades. Seguiremos ampliando la información.

 

Fuente:http://conflictosmineros.org.pe/2019/05/29/apurimac-inician-paro-indefinido-en-la-provincia-de-grau/

Chile, Litio

Cada tonelada de litio requiere la evaporación de 2 mil litros de agua

Experta de la Universidad de Antofagasta asegura que diariamente se extraen más de 226 millones de litros de agua y salmuera del salar de Atacama.

 

La exploración de sales de litio que la empresa canadiense Wealth Minerals busca concretar a 3 kilómetros de la laguna Tebenquiche (San Pedro de Atacama), abrió nuevamente el debate sobre el impacto que esta industria minera genera en el salar de Atacama, su biodiversidad y las 18 comunidades que coexisten en esta cuenca, donde ya operan las empresas SQM y Albemarle.

Evaporación

La docente del Departamento de Ingeniería Química y Procesos de Minerales de la Universidad de Antofagasta (UA), Ingrid Garcés, conoce bien el impacto que la industria del litio genera en esta zona: «Para producir una tonelada de litio se evaporan 2 millones de litros de agua desde las pozas, es decir, 2 mil toneladas de agua que no es posible recircular».

Esto, agrega, «es rentable para la industria porque significa un proceso sin costo de energía, pero lamentablemente tiene el costo de la pérdida de agua de un sistema que no es renovable, más es una región desértica».

En este sentido, la ingeniero química de la Facultad de Ingeniería de la UA aseguró que no está en contra de la industria del litio, pero sí cree que «en el salar no se están haciendo las cosas de forma sustentable. Se puede hacer ese mismo proceso, la misma extracción, pero no con el proceso actual que tiene una pérdida tan grande de agua que no es posible recuperar».

Respecto de la cantidad de agua y salmuera que se bombea desde esta cuenca hidrográfica, la profesional indicó que son más de 226 millones de litros de agua diariamente, lo que consta en los estudios de impacto ambiental de SQM y Albemarle, a las que se les ha otorgado esa cantidad, lo que además está registrado en la Dirección General de Aguas.

Minería del agua

Garcés, además, dijo que equivocadamente se toma a la industria del litio como una de la minería convencional, «como del cobre, fierro, oro o salitre, que es de roca mineral, y ésta más bien es una minería del agua, porque lo que yo estoy procesando es agua con sales y estoy sacándola de un sistema vivo, no de uno estéril. Estamos botando agua que no es posible recuperar».

Asimismo criticó que se piense en desarrollar nuevos proyectos (en la provincia hay otras 15 iniciativas). «Lo que se está haciendo en este instante, es dar autorización para que se siga extrayendo más salmuera, y eso es lo más absurdo que hay, porque el sistema está enfermo y no sabemos cómo se va a recuperar».

En relación al agua «fósil», detalló que existen estudios que indican que la Puna, en especifico el trabajo de la Dra. Diana Mutti, geóloga de la Universidad de Buenos Aires; casi no hay recarga de agua. «La existente se originó en condiciones climáticas mucho más húmedas, en otras palabras la renovación es muy lenta, por ello es un recurso no renovable», explicó la docente.

 

Fuente:http://www.chilesustentable.net/cada-tonelada-de-litio-requiere-la-evaporacion-de-2-mil-litros-de-agua/

Ecuador

Ecuador: tres proyectos mineros acechan la riqueza ambiental de la Cordillera del Cóndor

  • Dos proyectos están a punto de inaugurar la minería a gran escala sobre la poco explorada Cordillera del Cóndor.
  • Se ubican en un bosque amazónico único, lleno de especies endémicas, en el que viven comunidades indígenas en peligro porque bajo la tierra que habitan existen miles de millones de dólares en cobre, oro y plata.
  • Otro proyecto está en exploración y se suma a una historia donde el choque entre la minería y la gran biodiversidad desatan numerosos conflictos socioambientales.

 

A un lado del río Quimi está Tundayme, una pequeña población que no supera los 600 habitantes, mientras que al otro lado se observa el campamento del proyecto Mirador, que tiene 2000 trabajadores y se extiende hacia la frontera con el Perú, en la provincia de Zamora Chinchipe en Ecuador. Todos los días ingresan docenas de volquetas que excavan un agujero de casi un kilómetro de profundidad por 1,5 kilómetros de diámetro.

Para ese proyecto se han talado 1422 hectáreas de bosque, según confirmó la empresa china Ecuacorriente, a cargo de la operación, a Vistazo y Mongabay Latam que recorrieron la zona. El verde de la vegetación contrasta con amplias áreas desbrozadas y grandes infraestructuras en medio de la selva. También se ven unas piscinas, de color tierra, donde se tratan las aguas. Están ubicadas exactamente junto al río.

Esto es lo que se conoce como minería a cielo abierto y es el primer proyecto de este tipo en Ecuador. La fase de explotación, prevista para comenzar en diciembre de este año, extraerá 3,18 millones de toneladas de cobre, más oro y plata, durante 30 años. Mirador y otros proyectos “estratégicos” (tres en la Amazonía y dos en la cordillera de Los Andes) aportarían al país unos 3800 millones de dólares en exportaciones entre 2019 y 2021, más 3600 millones en inversiones que ayudarían a sostener la economía, según el Ministerio de Economía y Finanzas.

Minería en un lugar con miles de especies por descubrir

 

Mientras el gobierno deposita su esperanza en las cifras del auge minero, otros sectores temen por el impacto ambiental en la Cordillera del Cóndor, un ecosistema único que alberga 2030 especies de flora, entre ellas una de las pocas plantas carnívoras del Ecuador.

Según estudios botánicos, que destaca el Ministerio del Ambiente, hay otras 2000 especies de plantas por descubrir. Además, esta zona tiene igual número en especies de aves que el Parque Nacional Yasuní: 613. “Recién estamos explorando esta zona y ya encontramos una nueva rana el año pasado (Hyloscirtus hillisi) que existe solo ahí y está en peligro por la minería y la deforestación”, comenta Santiago Ron, profesor principal de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica (PUCE).

Este hallazgo, que confirma el enorme potencial en biodiversidad que tiene la Cordillera, se registró a tan solo ocho kilómetros del proyecto Mirador. “Hay otras cuatro especies que pronto daremos a conocer, tras las expediciones que hicimos en 2017 y 2018 en la Reserva El Quimi (una de las cuatro áreas protegidas declaradas en la zona)”, adelanta Ron. Explica que allí han documentado, además, 66 especies de anfibios, de las cuales el 35 % es endémico, es decir, que no existen en otro lugar.

Además de la fauna, esta pequeña reserva de 9276 hectáreas protege parte del bosque nublado, caracterizado por una “vegetación enana”. Formaciones similares solo se pueden hallar en los bosques de “tepuyes” de Venezuela y Guayana.

Ecuacorriente asegura que biodiversidad y minería pueden coexistir mientras se utilice tecnología de punta. A través de un correo electrónico, la empresa explicó que tiene programas de reubicación de especies rescatadas de las zonas deforestadas para mantener los ecosistemas. Además informó que, de acuerdo a los procedimientos y permisos ambientales, ha reforestado 186 hectáreas.

Sin embargo, las comunidades indígenas shuar no solo temen por el impacto en la biodiversidad sino por la contaminación del agua y la pérdida de bosques, que según denuncian, son más frecuentes a medida que avanza el proyecto.

“Ya no podemos pescar porque el lodo que sale al río está matando a los animales”, lamenta Carlos Tendentza, quien vive un par de kilómetros río abajo y depende de la agricultura. Otros habitantes, como María Chacha, que ha trabajado para la mina, alientan el proyecto y a la vez le piden al Estado que vele por el cuidado de los recursos.

Lo anterior es el reflejo de cómo la pequeña parroquia de Tundayme está dividida entre quienes apoyan la explotación y quienes dicen sufrir los daños colaterales de un gigantesco proyecto minero que ya comenzó al otro lado del río.

La relavera sobre el río

El gobierno justificó el desalojo apelando al recurso de servidumbre minera, que permite mover a los habitantes de una comunidad como San Marcos para que la empresa pueda continuar las actividades, bajo el argumento de que el proyecto es de interés nacional. Los dueños de los terrenos no quisieron llegar a un acuerdo y el Estado simplemente los sacó, cuenta Luis Sánchez . “Las leyes están hechas para las multinacionales, no para quienes habitamos aquí”.

Pero lo que más les preocupa ahora es que habrá otra relavera ─lugar donde llegan todos los desechos producidos por la actividad minera─. Ecuacorriente se dispone a construir una segunda, mucho más grande que la primera, sobre la cuenca del río Tundayme. Allí los terrenos ya están en manos de la empresa o con la figura de servidumbre. Esta relavera será de 7,3 kilómetros cuadrados, una superficie comparable a dos veces el Central Park de Nueva York.

Durante los primeros cinco años de la explotación, los residuos se almacenarán en la primera piscina. Y para los próximos 25 años, pasarán a la segunda, que alcanzará una altura de 260 metros. Algo difícil de imaginar, pero así figura en los estudios de Ecuacorriente. El temor de habitantes y ambientalistas es que el dique se rompa y contamine los ríos, como ocurrió recientemente en el estado de Minas Gerais, Brasil, causando un desastre.

“Ahí, donde está la relavera era mi pueblo: San Marcos. Nos desalojaron por la fuerza en 2015. Las máquinas enterraron las casas, la iglesia”, recuerda Luis Sánchez, quien recibió en su casa a un equipo de Vistazo y Mongabay Latam. Él nació en Tundayme hace 36 años y es presidente de la Comunidad Amazónica de Acción Social Cordillera del Cóndor (CASCOMI) que lucha para detener el proyecto

Un estudio del hidrólogo estadounidense Steve Emerman alerta que el peligro de construir una relavera sobre la cuenca del río Tundayme es que se usarán las laderas del valle como muros, con el fin de reducir costos. No obstante, debido a la alta erosión de los suelos de la Cordillera, los deslizamientos podrían desbordar la relavera y destruirla. Entre otros problemas, Emerman describe que los diseños no garantizan la seguridad del dique y mucho menos su capacidad para resistir terremotos.

Con base en este estudio, un grupo de abogados, liderado por Julio Prieto, también abogado del juicio en contra de Texaco, interpuso una acción de protección para impedir la construcción de las relaveras en estas condiciones, pero una jueza lo desechó. “No nos oponemos a la minería. Pedimos que se construya con estándares de calidad para evitar desastres. En el estudio de Emerman están las alternativas. Vamos a insistir con otro recurso”, dice Prieto.

Ecuacorriente afirma que no hay tales peligros y que el diseño de las relaveras está respaldado por “un sinnúmero de estudios geológicos, geotécnicos, hidrogeológicos, entre otros. Además, estas infraestructuras estarán supervisadas por las autoridades de control estatales una vez entren en funcionamiento”.

Sin embargo, las alertas ambientales se encienden por todas partes. La construcción de la relavera Tundayme supone el desvío de la cuenca del río por medio de un túnel ─de más de medio kilómetro─ que atravesará la montaña. “Cuando desvías el río por un túnel de cemento o por debajo de la montaña, los animales, bacterias y nutrientes que lleva el agua se pierden, rompiendo la cadena ecológica”, explica Verónica Crespo, experta en ecología de ríos e investigadora del Museo de Zoología de la PUCE.

La experta no solo avizora la desaparición de especies en ese río, sino, además, contaminación si se filtran las aguas de la relavera a otros cauces. Pero para esto Ecuacorriente también tiene una respuesta: “para minimizar los impactos se realizarán actividades para mejorar el manejo y conservación de la cuenca alta del río, entre las que destacan reforestación y vegetación de todas las áreas intervenidas”. Lo cierto es que hoy la cuenca del Tundayme ya luce deforestada en algunos sitios y habrá que desbrozar más hectáreas para levantar la relavera.

Minería sobre la cordillera

 

Cuando terminó el conflicto limítrofe con el Perú en 1999, que tuvo como campo de batalla la Cordillera del Cóndor, se intensificó la exploración minera pero también los esfuerzos de los biólogos por documentar la riqueza de flora y fauna. En el acuerdo que firmaron los dos países se comprometieron a delimitar “Parques de Paz” a ambos lados de la frontera.

Perú creó el Parque Nacional Ichigkat Muja, con un área de más de 152 mil hectáreas, mientras que Ecuador demarcó cuatro reservas aisladas que suman apenas 41 mil hectáreas: las reservas biológicas El CóndorEl Quimi y Cerro Plateado, y el Refugio de Vida Silvestre El Zarza. Estos espacios están en la zona alta de la Cordillera, donde, según el Ministerio de Ambiente, nacen las corrientes que alimentan los ríos: Zamora, Santiago y Namangoza. Es una zona extremadamente húmeda.

“Pero las especies no saben de reservas. Las áreas protegidas son muy pequeñas y es imposible documentar especies donde ya hay concesiones mineras”, comenta el biólogo Jorge Brito, investigador del Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO).

Relata que recién en la última década han podido realizar exploraciones en la Cordillera y confirma que el alto grado de endemismo ─especies que solo existen en este lugar─ hace que sean frágiles si hay cambios bruscos en sus ecosistemas. “Esta riqueza también nos debe preocupar para su conservación”.

Justamente, el segundo proyecto que inaugurará la minería a gran escala en Ecuador: Fruta del Norte, a cargo de la canadiense Lundin Gold, limita con el Refugio El Zarza, que tiene apenas una extensión de 3696 hectáreas y se caracteriza por una gran abundancia de especies de murciélagos. “Es una zona donde hay mucho por descubrir”, dice Jorge Brito.

A diferencia de Mirador, Fruta del Norte es una mina subterránea, que implica menor cantidad de bosques deforestados. La empresa asegura que el total de terreno intervenido no supera las 500 hectáreas, y que las zonas serán rehabilitadas.

De la mina, que está ya construida y que se adentra unos tres kilómetros, se planea extraer 140 toneladas de oro y 172 toneladas de plata. Es un monto pequeño comparado con un tajo a cielo abierto. Es uno de los motivos por los cuales este proyecto tiene casi una nula oposición por parte de las comunidades, y se vende como el más “exitoso”.

Aunque las cosas no siempre fueron así. La antropóloga Fernanda Solis, autora del libro “Fruta del Norte: La manzana de la discordia”, señala que en años anteriores también existieron desalojos de comunidades por parte de las empresas que iniciaron la exploración para este yacimiento. Esas zonas fueron ocupadas por mestizos agricultores y ganaderos que buscaron tierras fértiles luego de una sequía que atravesó el sur del país en la década de 1960.

A Mirador y Fruta del Norte se suma San Carlos-Panantza, también de propiedad de la china Ecuacorriente. Se trata de un yacimiento, todavía en fase de exploración, con reservas estimadas de 6,6 millones de toneladas de cobre, lo que duplicaría el tamaño de Mirador, según información del Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables. Esto significaría una mina a cielo abierto mayor que la que se construye en Tundayme con sus correspondientes relaveras.

El proyecto se ubica en la provincia de Morona Santiago, también sobre la Cordillera del Cóndor, en una zona de poblaciones shuar que se oponen a la minería a gran escala. El gobierno estima que la construcción de la mina empezará en unos cinco años, lo que intensificaría la actividad extractiva en una zona de gran riqueza biológica.

Las secuelas del conflicto

 

“No se pueden hacer fotografías del campamento, es propiedad privada. Por favor, retírese”, dijo un funcionario de la empresa Explocobres ─subsidiaria de la china Ecuacorriente─ a un equipo de Revista Vistazo y Mongabay Latam que recorría las zonas aledañas al proyecto minero San Carlos Panantza, ubicado en la provincia de Morona Santiago.

Un patrullero con cuatro uniformados llegó unos minutos después. Uno de ellos dijo hacer recorridos constantemente después de los incidentes de agosto de 2016. Ese día fuerzas policiales desalojaron Nankints, un poblado shuar de 15 familias que se resistía al proyecto minero. Durante cuatro meses la zona estuvo militarizada porque los indígenas tenían la intención de volver por la fuerza, pero no fue posible.

“Allí estaba nuestra casa y ahora están ellos”, relataron ese día Lupe Yankur y su suegra Mercedes Taish, mirando el campamento que los funcionarios impedían fotografiar. “Ni en la guerra con el Perú vivimos tanta violencia”, lloró Mercedes.

Son los rezagos de un conflicto que sigue latente, luego de casi tres años. Varias organizaciones de Derechos Humanos litigan con recursos de protección que numerosas veces han sido negados en favor de la empresa. Aun así, las familias desalojadas no pierden la esperanza de regresar.

Explocobres, empresa encargada del campamento, pidió disculpas a Vistazo y Mongabay Latam a través de un correo electrónico por el incidente y ofreció dar acceso al campamento en otra ocasión. Sin embargo, no confirmó si allí es donde se construirá la mina de cobre que, según información del Ministerio de Energía y Recursos No Renovables, iniciará la fase de explotación en 2026. El escenario pinta complejo pues mientras esos planes se materializan, las comunidades indígenas también preparan movilizaciones para frenar el proyecto. El conflicto sigue vigente.

 

Fuente:https://es.mongabay.com/2019/05/cordillera-del-condor-en-ecuador-tres-proyectos-mineros-la-acechan/?fbclid=IwAR2VHhiFV055z7oC0zvD86eGWpWo_SVp7wQD1_KC7cz4xSvPwY_WkQrFkhM

Perú

Arequipa: el tiempo se agota para el proyecto Tía María [INFORME]

En las viviendas del Valle de Tambo, en la provincia arequipeña de Islay, flamean banderas verdes que dicen: “Agro sí, mina no”. Hace cuatro años todas las casas tenían una; hoy, según comprobó El Comercio en un recorrido, solo se agitan de manera alternada, en una vivienda sí y en otra no. Además, desde el 2018 hay inscripciones en algunas paredes con la frase: “Agro sí, desarrollo económico también”.

El valle, conformado por los distritos de Cocachacra, Dean Valdivia y Punta de Bombón, es una franja agrícola de más de 13.000 hectáreas, cuyos productos bandera son el arroz y azúcar. Según la Gerencia Regional de Agricultura, en la zona unas 25.000 familias viven directamente de esta actividad.

A tres kilómetros de ese lugar, Southern Perú tiene una concesión minera de 35.000 hectáreas. Desde el 2009, la empresa busca desarrollar su proyecto que le permitirá explotar 120.000 toneladas de cobre refinado al año.

Sin embargo, en dos meses vence el plazo del estudio de impacto ambiental (EIA) de Tía María. Southern Perú debe iniciar sus actividades antes de agosto, pero aún no reciben la licencia de construcción. Esta es la última autorización que requiere la empresa minera para intervenir en su concesión.

Pese a que están contra el tiempo, el vicepresidente de Finanzas de Southern, Raúl Jacob Ruisanchez, indicó a El Comercio que están tranquilos, porque cumplieron con todos los requisitos. Explicó que desde noviembre del 2018 están a la espera de la licencia que debe entregarles la Dirección General de Minería, del Ministerio de Energía y Minas (Minem).

“Nosotros hemos cumplido todos los requisitos técnicos, legales y ambientales. Si bien el EIA puede vencer, creemos que vamos a recibir la licencia antes de que caduque el estudio. Estamos listos para iniciar los trabajos”, dijo Jacob.

Según las proyecciones de la empresa, si Tía María inicia sus operaciones, se estima que la región Arequipa recibiría al año más de S/270 millones por canon y regalías.

–Conflicto latente–
De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, Tía María es considerado como un conflicto social latente. Entre el 2011 y 2015, siete personas han muerto por este conflicto social. Actualmente, la población del Valle de Tambo está dividida. Hay quienes apoyan el desarrollo de la mina y otros no. La noche del pasado jueves 9 de mayo, cerca de 500 agricultores protestaron en Dean Valdivia. En un improvisado mitin, se evidenció que los dirigentes están fraccionados y no logran reactivar el Frente de Defensa del Valle de Tambo.

Hace cuatro años eran un gremio fortalecido. Pero en medio de las protestas del 2015, se difundieron unos audios que comprometían a su entonces presidente, Pepe Julio Gutiérrez, quién pedía un millón y medio de “lentejas” (dólares) a Southern a cambio de suspender las protestas. Desde el 2018, tras cumplir 33 meses de prisión preventiva, Gutiérrez afronta en libertad el juicio que se le sigue por presunta extorsión y asociación ilícita para delinquir.

Los agricultores han perdido la confianza en sus líderes. “Pero esa situación no cambia la posición de rechazo que tenemos frente a Tía María. El pueblo está en la capacidad de autoconvocarse y no permitirán que el proyecto ingrese”, asegura el dirigente agrario Miguel Meza Igme.

–Programas sociales–
María Eugenia Salas, responsable de Valle Unido, organismo de Southern que socializa el proyecto Tía María, explicó que el panorama es diferente a lo vivido hace cuatro años. Luego del conflicto, los dos centros comunitarios de la minera fueron cerrados, pero en el 2017 regresaron para construir relaciones y ahora hay cuatro centros que funcionan en la provincia.

A través de Valle Unido, Southern llegó a los agricultores con campañas médicas, asistencia técnica, financiamiento de proyectos, capacitaciones y otros programas. “Al inicio, la gente sentía miedo de acercarse a los centros comunitarios porque eran señalados como traidores. Ya se superó esa etapa; estamos construyendo confianza”, agregó Salas.

A inicios de marzo, el titular del Minem, Francisco Ísmodes, señaló en un evento en Canadá que este año su sector priorizará el proyecto Tía María. El Comercio solicitó una entrevista con Ísmodes para conocer cuándo se entregará la licencia para el proyecto. Se le envió un cuestionario a través de su área de prensa, pero no hubo respuesta.

–Otras posiciones–
El gobernador regional de Arequipa, Elmer Cáceres Llica, pidió al ministro Francisco Ísmodes respetar la voluntad del Valle de Tambo. “La población del valle no está de acuerdo con la mina. Para el pueblo, Tía María no va y mi posición es la posición del pueblo”, declaró.

El alcalde de la provincia de Islay, Edgar Rivera Cervera, señaló que no aceptarán que se les imponga un proyecto que genera tanta desconfianza. Pidió al Gobierno Central no ocasionar conflictos en el valle.

–¿Qué pasa si vence el EIA de Tía María?–
​El 1 de agosto del 2014, la Dirección General de Asuntos Ambientales del Ministerio de Energía y Minas aprobó el EIA de Tía María, con una vigencia de tres años. En el 2017 se venció, pero el gobierno (de acuerdo a ley) lo aplazó por dos años más. El próximo 1 de agosto vence de manera definitiva.

En diciembre del 2015, las competencias para la evaluación de los EIA del sector de Energía y Minas fueron transferidas al Senace, un organismo técnico adscrito al Ministerio del Ambiente. Actualmente, la normativa es más rigurosa para evaluar dichos estudios. La ministra del Ambiente, Lucía Ruiz Ostoic, que llegó a Arequipa a inicios de este mes, explicó que si Tía María pierde la vigencia del EIA debe realizar un nuevo trámite ante el Senace.

 

Fuente:https://elcomercio.pe/peru/arequipa/agota-proyecto-tia-maria-informe-noticia-ecpm-638711?fbclid=IwAR27XDn67-OflkC2YdCy7_CxJ1ChfkcLSQ1jDgoUrFNkUSBu6XUwQ8WUqtg

Chile

INDH presenta recurso de protección por contaminación minera con azufre y arsénico en Atacama

Por la vulneración de los derechos fundamentales de los vecinos de las comunas de Paipote y Tierra Amarilla en Atacama, que se vieron afectados por una emanación tóxica de azufre y arsénico de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), la sede regional del Instituto Nacional de Derechos Humanos presentó un recurso de protección para proteger los derechos a la integridad física y psíquica, a la salud, y a vivir en un medio ambiente libre de contaminación de las personas.

Los organismos requeridos a través de la acción legal interpuesta en la Corte de Apelaciones de la capital regional -además de ENAMI- son el Ministerio de Salud, del Medio Ambiente y la Superintendencia de esta última cartera, porque según el jefe regional Carlos Bellei, “entendemos que se han cometido acciones u omisiones en el desempeño de sus funciones, arbitrarias o ilegales, que han acarreado una vulneración de derechos de los vecinos de estas localidades”.

El jefe de Atacama del INDH señaló también que “en muchos de los casos hay niños/as que han sido afectados/as, adultos mayores y comunidades indígenas. Su discurso no es contra el progreso o la instalación o funcionamiento de faenas, sino que este sea compatible con el respeto de los derechos fundamentales”.

El representante del INDH explicó que con el recurso también se busca que la medición de los índices de emisión de contaminantes de la Fundición Hernán Videla Liras se realice a través de una empresa externa a Enami y de forma pública; también que la empresa ingrese al Sistema de Evaluación Ambiental, “porque como es una instalación más antigua que la Ley de Base de Medioambiente no está sujeta al SEA, a diferencia por ejemplo de un proyecto que se pretendiera instalar hoy”, agregó Carlos Bellei.

La acción interpuesta por el INDH solicita además, en específico, que se actualice o elabore un nuevo Plan de Descontaminación para las comunas afectadas de Tierra Amarilla y la localidad de Paipote; ordenar la instalación de una red de monitoreo independiente de las emisiones de la Fundición, específicamente para los contaminantes dióxido de Azufre (So2) y Arsénico (As); y la realización de exámenes toxicológicos a las personas afectadas, especialmente niños/as y adultos mayores.

Los problemas de contaminación asociados a la presencia de la referida Fundición y a otras fuentes contaminantes son históricos en la zona. Sin embargo, ellos fueron nuevamente visibilizados por el INDH en el marco de una Misión de Observación realizada en las comunas de Copiapó y Tierra Amarilla en diciembre de 2018.

Además, específicamente el conflicto socioambiental relacionado con la Fundición Paipote se encuentra incluido en el Mapa de Conflictos Socioambientales del INDH.

 

Fuente:https://www.indh.cl/indh-presenta-recurso-de-proteccion-por-contaminacion-minera-con-azufre-y-arsenico-en-atacama/?fbclid=IwAR2sp1gE0OqqR6Xo6liO6S5rCW-sXzb8oPkfqoxAhYrmYSwqJSR_eDj8YmU

 

Perú

«Las mineras deben evaluar la conveniencia de los instrumentos ambientales que usan»

Lleva más de 30 años trabajando en temas relacionados a actividades extractivas. En 1997, fundó CooperAcción, una organización que trabaja con comunidades campesinas en la promoción del desarrollo sostenible.
En agosto del 2011, durante el gobierno de Ollanta Humala, fue designado viceministro de Gestión Ambiental, puesto en el que se mantuvo hasta que, a fines de noviembre de ese año, renunció al estar en desacuerdo con la forma en la que el Gobierno afrontó el conflicto minero Conga en Cajamarca. En esta entrevista a LaMula.pe, el economista José de Echave analiza la gestión ambiental y su relación con los conflictos mineros.

Tras su renuncia al Viceministerio, dijo estar en desacuerdo con la idea de crear una autoridad ambiental dentro de la Presidencia del Consejo de Ministros. Un año después, se anunció la creación del Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace).
¿Cuál es su evaluación del trabajo que viene realizando este organismo?
La creación del Senace fue positiva porque apuntó a quitarle esta función al Ministerio de Energía y Minas (MEM), que tiene como misión que crezcan las inversiones en actividades extractivas. Antes, eran ellos los que aprobaban o desaprobaban los Estudios de Impacto Ambiental (EIA). En realidad, los aprobaban siempre. La creación del Senace es positiva porque un paso en el objetivo de convertir al Minam en una autoridad transversal. Y el sector Energía y Minas fue el primero en transferirle esas competencias. Sin embargo, el gran problema es que el Senace no tiene ni los recursos suficientes ni la institucionalidad adecuada para convertirse realmente en una autoridad transectorial. Me da la impresión que estará desbordado si es que finalmente se le transfieren todas las facultades.
En el 2013, el Gobierno empezó a aprobar una serie de medidas que las organizaciones sociales llamaron “Paquetazos ambientales”, seis años después,
¿cuáles han sido las consecuencias?
A partir de ese año, se empezaron a aprobar decretos supremos y leyes, como la Ley 30230, que debilitaron la institucionalidad ambiental y se comienzan a crear nuevos instrumentos.
Uno de esos instrumentos es el Informe Técnicos Sustentatorio (ITS), que en el caso de Las Bambas ha sido usado hasta en seis ocasiones.
En este proyecto minero, hemos visto claramente cómo son usados estos instrumentos. Al lado de los EIA, aparecen los ITS que permiten aprobar cambios a los proyectos de inversión por miles de millones de dólares de manera muy rápida, en quince días, y sin la posibilidad de mecanismos de participación ciudadana.
Según la normativa, los ITS deben ser excepcionales.
En Las Bambas, si uno suma estas modificaciones, ya estamos hablando de cambios sustantivos que se dan en un lapso de tiempo muy breve. Pueden decir que los proyectos cambian, pero esas modificaciones, en cualquier parte del mundo, se deberían hacer con una lógica planificada. Pero aquí cuando uno lee estos cambios, uno se pregunta ¿dónde está la planificación? A las mineras se les ocurre cambiar el proyecto en un mes y a los dos meses producen otro cambio y en paralelo solicitan Modificatorias al EIA (MEIA) e ITS. Ahí no hay planificación. La impresión que queda es que se están utilizando estos instrumentos para producir cambios importantes.
¿Por qué las empresas no hacen una modificatoria en lugar de tantos ITS?
Están haciendo uso y abuso de este mecanismo. A estas alturas, hay que empezar a evaluar si este mecanismo ha sido adecuado, si le conviene al país o si le conviene a las propias empresas porque finalmente lo que ocurre es que las poblaciones de las zonas de influencia preguntaron por un proyecto, dieron su opinión, su aceptación, lo que las empresas llaman ‘licencia social’, pero ese proyecto ha cambiado tanto que ahora es prácticamente otro.
Entre tantas modificaciones al EIA, en Las Bambas se descartó el mineroducto y se optó por trasladar toneladas de minerales por una carretera sin asfaltar, ¿quiénes son los responsables de que esto haya ocurrido?
En primer lugar, hay una gran responsabilidad en el MEM. Ese proceso de modificación debió ser desaprobado y regresado a fojas cero para que la empresa haga bien las cosas. La segunda responsabilidad está en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) porque se voló la carretera. Se pasó rápidamente a convertir lo que eran trochas y caminos distritales a una vía nacional. Se supone que una vía nacional es un bien de dominio público y, como tal, no puede pasar por propiedad privada. El proceso adecuado era conversar con las comunidades, consultarles, pedirles su consentimiento, negociar un justiprecio y expropiar.

Esto que ha pasado en las alturas de Apurímac y Cusco sería impensable en Lima. Por ejemplo, el alcalde Muñoz anunció que ampliará la Vía Expresa y la conectará con la Panamericana Sur, para eso tendrá que expropiar a más de 400 propietarios. ¿Alguien se puede imaginar que primero amplíe la vía, esta opere durante cinco años y recién en ese momento conversará con los propietarios para ver cómo hará el mecanismo de expropiación? Eso es lo que ha pasado en Las Bambas: la carretera se usa desde el 2015, ya estamos 2019 y recién el MTC está hablando con las comunidades propietarias del terreno por donde pasa la carretera.

Debemos considerar también en qué momento se aprobó esta modificación.
La cuestión es incluso más grave como se ha dicho antes. Cuando se produce la segunda modificatoria, la empresa (Glencore-Xstrata) no especifica qué va a pasar con el transporte. Al final del proceso administrativo, cuando ya habían ocurrido los mecanismos de participación ciudadana, el MEM pregunta a la minera por qué estaban cambiando la ubicación de las plantas y recién ahí la empresa dice que reemplazarán el mineroducto. Además, esa modificatoria también descartó una carretera asfaltada de 200 km, por donde se iban a transportar los suministros de la mina. Esa vía hubiera sido importante porque ahora los más de 400 km los vamos a pagar todos los peruanos. Estamos hablando de más de 2 mil millones de soles por una carretera que es usada en su 99% por una empresa privada.
Este dato y no fueron lo suficientemente señalados, ¿cuál es la importancia de esta información para la comprensión del conflicto?
Nunca, sobre todo en la primera etapa, nunca se entendió el fondo del tema y que ahí hay un grave problema de incumplimientos, malas decisiones tomadas por las autoridades referentes al EIA, los ITS y la carretera, que es la base del conflicto. No entender esa dimensión y decir que solamente hay interés económico es realmente simplificar un problema. Los malos diagnósticos generan un contexto muy difícil para enfrentar adecuadamente los conflictos. La responsabilidad que uno tiene es la de construir el diagnóstico más cercano a la realidad para que el conflicto pueda ser adecuadamente atendido.
¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en esto?
En el caso de Las Bambas, hemos visto claramente maltrato a los comuneros, no solamente desde el Estado, sino también desde algunos medios de comunicación. He visto entrevistas al presidente de Fuerabamba que han sido realmente de maltrato y eso es un indicador de cómo se ven desde Lima los conflictos sociales, cómo se conocen muy poco los territorios y a nuestra propia gente, es un indicador también de cómo se toman las decisiones. Somos un país de varias culturas, de una diversidad enorme, pero parece que el Estado es solamente unicultural, no se reconoce esa diversidad y creo que muchos de los que vivimos en Lima también funcionamos así, con estereotipos, y no contribuimos en absoluto a una cultura de respeto a las comunidades. Algunos siguen pensando seguramente como un expresidente, que hay ciudadanos de segunda clase.
La abogada Rosa María Palacios dijo que visitó la zona y que los comuneros de Fuerabamba básicamente querían dinero.
Desde Lima, no se entienden los antecedentes, no se conocen, se ignoran y aparecen supuestos especialistas. Ella dice que ha ido, pero fue invitada por la empresa minera que le contó su historia, su versión de parte. Construye una narrativa y trata de imponerla, afirmando que estos son unos sabidos y que están acompañados de unos abogados peseteros, lo cual creo que es cierto, pero no sé si eso los convierte en extorsionadores. Me da la impresión que una cosa es ser abogado pesetero que lo único que le interesa es el dinero, que puede ser una falta ética, y otra ser extorsionador. Es cierto que habían expectativas económicas, pero no era el único tema. De repente, ese era el tema para esos dos abogados, pero la agenda legítima de las comunidades era mucho más amplía.
En este conflicto, la atención se centró en la comunidad de Fuerabamba, pero considerando todo el Corredor Minero del Sur, ¿a cuántas comunidades se estaría afectando?
En toda la ruta son 72 comunidades las que hemos identificado en CooperAcción. El Gobierno ya es consciente de que no estamos hablando solamente de una comunidad. Eso significa que el proceso va a ser complicado y difícil. Es bien interesante porque no se instalaron “mesas de diálogo”, sino “mesas de cumplimiento”. Esto expresa que la comunidad, más que dialogar sin duda, lo que quiere es que los compromisos se cumplan porque mesas de diálogo ya han habido antes en esta zona y en otras partes del país. Y el gran problema ha sido que finalmente los acuerdos no se cumplían.
En su experiencia, ¿cómo afecta a las comunidades este tipo de conflictos?
-Debemos considerar que los conflictos son muy costosos para las poblaciones locales. A veces en Lima pensamos que la gente está feliz bloqueando carreteras, feliz haciendo una paralización de toda una región. No es así, es sumamente costoso. Ya sus economías son precarias y con paros de hasta 60 días, sufren un impacto muy fuerte. Hay un costo y un desgaste enorme. Para una comunidad campesina de los andes, Lima es ancha y ajena, es un tremendo monstruo, que además los trata muy mal. A nosotros [CooperAcción], nos ha tocado muchas veces acompañar delegaciones y lo que enfrentan son maltratos, cierrapuertas, mecidas.
Hay otros conflictos latentes como Tía María en Arequipa. Los empresarios se han mostrado preocupados en que el Ejecutivo apruebe la licencia de construcción de la mina en agosto, fecha en la que se vence su EIA.
En cualquier parte del mundo, un proyecto que no tiene aceptación social no puede desarrollarse. El concepto “licencia social” es inventado por las empresas mineras. Deberían ser un poco más coherentes con los conceptos que ellos inventan. En los últimos diez años, grandes proyectos mineros en el mundo se han interrumpido porque no tenían licencia social. Los proyectos se detienen cuando el daño y la afectación al ambiente y a los derechos de las poblaciones locales son de una magnitud que no permiten que el proyecto tenga aceptación. Entonces, insistir en un proyecto como Tía María, donde a todas luces la gente no lo acepta, sería una torpeza. No lo aceptó en el 2010, ni en el 2011 ni durante el gobierno de Humala y no lo sigue aceptando ahora. Hace poco los alcaldes de la zona y las organizaciones sociales han dicho que no, que perciben el proyecto como una amenaza al Valle del Tambo, que es una zona vinculada a la agricultura. Es una torpeza de parte de la empresa Southern Copper porque lo peor que le puede pasar a la industria es que se pretenda sacar adelante un proyecto que la gente no acepta. Las empresas dicen que se cuidan mucho su imagen, pero conflictos de esta naturaleza van a generar convulsión social.
Tía María es otro tipo de conflicto minero, distinto a Las Bambas.
Hay dos grandes categorías. Por un lado, los de convivencia o coexistencia con la minería como Las Bambas, donde el presidente de la comunidad de Fuerabamba ha dicho que no están en contra de la minería, sino que lo ve como una oportunidad, pero los comuneros quieren respeto y que los acuerdos se cumplan. Por otro lado, están los conflictos de rechazo como Tía María, Conga, Tambogrande, Río Blanco, entre otros. Estos son casos en los que la gente dice que no porque percibe al proyecto como una amenaza. Pero siempre debemos estar atentos a los conflictos de convivencia, como Espinar.
En Espinar, el conflicto proviene del 2012. Además del tema de la presunta contaminación del agua por actividad minera, en los últimos años comuneras han denunciado agresiones por parte de la Policía y seguridad privada de las empresas. ¿Qué es lo que puede pasar ahora?
El gran problema es que la agenda no ha sido resuelta. Nuevamente estamos en un escenario en el que hay mesas de diálogo, se logran acuerdos y no se cumplen. Uno de los acuerdos tenía que ver con los impactos en la salud humana. Nunca se hizo un estudio que permita establecer la causalidad de la contaminación. Estamos 2019 y vemos un Estado que no tiene las capacidades de cumplir los acuerdos. También está el tema de las agresiones a algunas comuneras y ahí surge otro problema que es el de los convenios entre las mineras y la Policía Nacional.

Además, debemos agregar que hay un proyecto que hasta hace un tiempo en el registro de la cartera de proyectos de inversión aparecía como propio, que es la mina Coroccohuayco, pero ahora para agilizar los procesos de aprobación, este se está presentando como una ampliación de Antapaccay (Glencore). Ese también es un tema que está planteando cuestionamientos. Ahí, por ejemplo, se ha utilizado una modificatoria al EIA, pero no es lo mismo ampliar un proyecto que hacer uno nuevo. Este es un tema complicado porque tenemos la impresión que es una práctica que se va a extender. Esta lógica de recortar caminos para que los proyectos sean más rápidamente aprobados y con menos rigor, es lo que está pasando en varios proyectos. Esto termina siendo un motivo de inquietud, de demandas sociales.

Antes dijo que las empresas hacían uso y abuso de estos instrumentos de gestión ambiental, ¿esto es una herencia del gobierno de Humala?
Fue una tremenda irresponsabilidad de los empresarios mineros que construyeron este discurso de la tramitología y la permisología. Puedo entender que a todos nos molesta la burocracia, pero ellos nos contaron la historia de que las inversiones estaban cayendo y se iban a ir del Perú porque había un exceso de trámites y permisos. Ese fue el discurso que se montó desde el 2012 en adelante y el Estado lo asumió como propio. Lo que estaba sucediendo en realidad es que a nivel mundial la inversión minera estaba cayendo porque los precios de los metales estaban cayendo. Incluso la inversión minera a nivel mundial estaba disminuyendo a tasas más elevadas que en el país. Pero acá se compraron la narrativa y el discurso de los empresarios, y el Estado empezó a hacer una especie de carrera de fondo en materia de regulación ambiental y social, aparecieron los ITS, se acortaron los plazos y todos los paquetazos ambientales, aprobados por el gobierno de Humala y por varios ministros que ahora dicen que saben de todo y que hacen bien las cosas.

 

Fuente:https://redaccion.lamula.pe/2019/05/16/las-mineras-deben-evaluar-la-conveniencia-de-los-instrumentos-ambientales-de-las-que-hacen-uso/jorgepaucar/

Perú

Gregorio Rojas: «No hay ningún bloqueo, seguimos dialogando con la empresa MMG»

El presidente de la comunidad de Fuerabamba, Gregorio Rojas, negó que haya un nuevo bloqueo en la vía de acceso a la mina Las Bambas, como reportó el martes el representante de la Defensoría en la zona de conflicto, y aseguró que continúan en el diálogo pacífico con la empresa minera MMG.

«En este momento no hay ningún bloqueo, estamos dialogando pacíficamente, tranquilamente con la empresa MMG Las Bambas más bien», dijo en Canal N, pero cuestionó la ausencia de representantes del Ejecutivo en la reunión del lunes de esta semana con la minera.

«El día 20 de este mes debíamos tener una reunión con la empresa, la Defensoría del Pueblo, la Iglesia y la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Paola Bustamante, pero ese día no estuvo. El premier Del Solar nos dijo que el Ejecutivo iba a estar presente en las conversaciones, pero eso no se está cumpliendo».

Por ello, el dirigente exhortó al Ejecutivo a enviar a un representante para que los acompañe en las negociaciones con la empresa minera.  «Lo que necesitamos es al Estado peruano que esté junto con nosotros para estas negociaciones que estamos haciendo», anotó. «Tiene que haber un garante que firme con nosotros para que no haya más inconvenientes», agregó.

Rojas confirmó que este viernes se llevará a cabo un nueva reunión y espera que el  Ejecutivo esté presente. En tanto, fuentes del Gobierno que cita Canal N dijeron que la ministra Bustamante sí acudirá ese día a la cita.

 

Fuente:https://redaccion.lamula.pe/2019/05/22/gregorio-rojas-no-hay-ningun-bloqueo-seguimos-dialogando-con-la-empresa-mmg/redaccionmulera/