En México, las mineras canadienses se encuentra con una política pública donde la necesidad de atraer inversión extranjera minimiza todo lo demás.
En Canadá las mineras son ciudadanos corporativos casi ejemplares. En México son los villanos de muchas películas. Las empresas canadienses son titulares de 30% del total de las concesiones mineras. Son propietarias de siete de las 10 mayores minas de oro y grandes beneficiarios de las lagunas de nuestra legislación para la industria extractiva: pagan pocos impuestos, contaminan el suelo, el aire y el agua de un modo que no lo harían en su país y pagan sueldos que tasan a los mineros mexicanos ocho veces más baratos que sus contrapartes canadienses.
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