Un estudio de Sernageomin caracterizó los yacimientos que siguen contaminando agua, suelos y aire. Al menos 14 de estas faenas significan un riesgo para la integridad de poblaciones cercanas.
La Cordillera de Los Andes ya tiene 520 grupos de agujeros que han sido abandonados, luego de que se agotara el recurso minero o éste dejara de ser rentable de explotar. El Catastro de Faenas Mineras Abandonadas y Paralizadas, elaborado por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), ha descrito la condición particular de impactos sobre el agua, el suelo o el aire, que permanecen activos.
En orden decreciente, la mayor cantidad está en las regiones de Atacama, Coquimbo, Antofagasta, Metropolitana y Valparaíso, aunque hay faenas mineras abandonadas en todas las regiones. Se ha fijado un puntaje de 5 a 15 para caracterizar las de alto riesgo, que en teoría deberían someterse a medidas de precaución como seguimiento continuo e investigaciones detalladas.
Aquí se incluyen hundimiento de tierra, tranque de relaves que filtran metales pesados hacia napas subterráneas o tienen riesgo de colapso, botaderos de estériles, obras derrumbadas, generación de material particulado o polvo en suspensión sobre ecosistemas naturales y glaciares (lo que acelera su derretimiento).
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