Calama, en el norte de Chile, es un oasis en pleno desierto. El ambiente seco y caliente hace que el agua sea un elemento vital en el lugar. A esa ciudad las aguas del Silala llegan en su totalidad, pero no son de beneficio humano, son aprovechadas con un fin industrial.
El grupo colombiano Empresas Públicas de Medellín (EPM) vende el recurso vital que llega desde Bolivia a 40 mineras que operan en el norte chileno. Entre ellas a la Compañía Nacional del Cobre (Codelco), firma estatal que administra las principales minas de la región, como Chuquicamata y Radomiro Tomic.
Las aguas manantiales del Silala pasan al lado chileno sin que Bolivia pueda aprovecharlas. Cruzan la frontera por canales construidos y luego se acoplan a tuberías. El recurso, ya en Chile, desemboca al río Loa, cuenca importante para el norte chileno.
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