Esta es una historia de poder y despojo. Un pequeño pueblo en Durango fue estafado por una empresa canadiense para explotar sus tierras, ricas en plata. El gobierno de Canadá intervino con las autoridades mexicanas para proteger los intereses de la minera y quitarle a la gente sus tierras. La batalla en los tribunales lleva 4 años.
Mientras, el pueblo muere de sed.
Refugio, de 72 años, cuenta en la sombra de un mezquite que no siempre fue tan pobre. La pensión de junio se le fue entre medicinas para el dolor y un poco de comida. Así que sólo le queda recoger lo poco que da este pedazo de desierto: vainas secas caídas del árbol, que vende como alimento para ganado. Por los 80 kilos que recolectó en tres días le pagaron 100 pesos. En las dos semanas que faltan para acabar el mes se aliviará el dolor de rodillas con alcohol y peyote. “El dolor como quiera aguanta, pero el hambre no”.
El sol de la tarde calienta el aire por arriba de los 40 grados en el pequeño ...