
Rosa Dávila se afana en cocinar los elotes, las mazorcas de maíz, que comerán los hombres y mujeres que han montado un puesto de control a la orilla de la carretera para bloquear el paso de suministros enviados a una empresa minera que opera en la zona.
La Minera San Rafael, subsidiaria de la compañía canadiense Tahoe Resources, está asentada en las afueras de San Rafael Las Flores, un municipio a 96 kilómetros al sureste de Ciudad de Guatemala, en el departamento de Santa Rosa.
El control lo han montado los habitantes de Casillas, un municipio rural vecino, situado unos kilómetros antes y paso obligado al yacimiento. Otros puntos de acceso han sido también bloqueados por la “resistencia”, como le llaman los participantes en las acciones contra la minería.
“Lo primero que queremos, ¡por Dios!, es que se vayan al país de donde vinieron”, pidió Dávila, una jefa de su hogar de 48 años y madre de siete hijos, mientras atizaba los leños del fogón.
Los residentes de este y otros municipios vecinos se oponen férreamente a que la compañía continúe sus operaciones, por el daño social y ambiental que afirman ...