Desde Pasco, Cajamarca y Junín, llegaron a Lima para contarnos su historia. Su pedido más urgente es la cobertura médica del Estado para frenar los efectos dañinos de la exposición al plomo y al mercurio.
Por María Isabel Gonzalez
Hay un lugar en el Perú donde la gente camina entre nubecillas amarillentas que a su paso impregnan el ambiente de un olor fétido. Al desintegrarse se cuelan en las narices de cuanta persona necesita del aire para vivir. Hemorragias nasales, desmayos, pérdida de memoria y falta de motricidad son solo algunas de las terribles consecuencias que acarrea. Este escenario toma forma en el centro poblado Champamarca, en la región Pasco, un lugar tan alejado y pobre que se pierde de vista en el mapa. Pero Champamarca existe, y en ella viven 300 personas. Todas y cada una afectadas por un depósito de metales tóxicos llamado Excelsior. Allí se acumularon por más de diez años en el desmonte sin clasificar de las mineras Centromín y Volcan, que además de filtrarse en el aire quedaron asentados en el agua convirtiéndola en veneno líquido. Leer mas