En los últimos años, Zacatecas se ha mantenido como uno de los estados que mayor aportación genera al valor total de la extracción minera en México. Tal es así que en 2017 alcanzó una contribución del 20.7 por ciento, equivalentes a 76.3 mil millones de pesos (Servicio Geológico Mexicano, 2018). Sin embargo, esta situación no se refleja en una mejor calidad de vida de la población, sobre todo, aquella que se ubica en las inmediaciones de las operaciones extractivas. Lejos de generar progreso y desarrollo, la intensificación del extractivismo minero ha desencadenado múltiples conflictos laborales y ecoterritoriales, querellas que muestran que lo que está en disputa es el trabajo y el territorio.
En el marco de la actual fase de acumulación, Zacatecas sigue siendo, como en tiempos de la Colonia, una entidad con gran potencial, pues ahí se encuentran grandes yacimientos de oro, plata, cobre y zinc, que son de gran importancia para los empresarios mineros. Para abril de 2019, se tenía un registro de 2 mil 671 títulos y 2 millones 381 mil 859.57 hectáreas con actividades mineras, que equivalen al 31.64 por ciento del total del territorio estatal (Panorama minero de Zacatecas, 2019).
La fuerte tradición minera que se ha forjado en Zacatecas resulta compleja para las poblaciones locales que habitan los territorios explotados y saqueados. Un elemento fundamental es que, por su importancia económica, la minería se convirtió en una actividad respetada o apreciada por la población, a pesar de la explotación humana y la devastación ambiental que trae consigo. Esta aceptación social, promovida en gran medida por gobernantes y empresarios, ha posibilitado la continuidad de la explotación de metales y minerales. En 27 años, de 1990 a 2017, la extracción de oro aumentó 42 veces, pasando de 519.4 kilogramos a 22 mil 98.4 kilogramos.
Hasta el momento hay 12 minas metálicas operando en Zacatecas. Destacan las actividades de Industrias Peñoles y las unidades El Saucito ubicada en Fresnillo, la cual, es considerada la mina más importante en la extracción de plata del país ya que en 2018 participó con la tercera parte del total nacional y el 7 por ciento a nivel mundial (Camimex, 2019). Le sigue la Unidad Fresnillo, que ocupó el tercer lugar nacional con 15.1 millones de onzas de plata extraídas. Y en el sexto lugar está La Colorada, establecida en Chalchihuites, perteneciente a la empresa canadiense Pan American Silver y en el mismo año extrajo 7.6 millones de onzas de plata (Panorama minero de Zacatecas, 2019).
Del mismo modo ubicamos la Unidad El Coronel localizada entre los municipios de Luis Moya y Ojocaliente, que extrae diariamente 55 mil toneladas de material que contiene oro y plata (Panorama minero de Zacatecas, 2019). También están las minas Frisco-Tayahua, propiedad de Carlos Slim y Peñasquito que pertenece a la corporación estadunidense Newmont-Goldcorp, calificada como la segunda mina más importante de plata y la tercera de oro a nivel nacional (Camimex, 2019). Ambas están ubicadas en la región de Mazapil, que junto a la región de Fresnillo albergan las minas más importantes de Zacatecas.
Mientras las grandes beneficiadas de la extracción mineral en Zacatecas han sido las corporaciones mineras (canadienses, estadunidenses y mexicanas), los territorios locales asumen las consecuencias negativas que genera este modelo extractivo: sobreexplotación laboral, despojo de tierra y agua, devastación ambiental y múltiples conflictos laborales y ecoterritoriales. Hay que destacar que para 2015, el 61.5 por ciento de la población en el estado registraba carencias por acceso a la seguridad social (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 2019).
En ese sentido, gracias a diversas investigaciones de campo y documentales, tanto en prensa como en algunos trabajos referenciales del tema, donde destacan los de Pérez (2014), Rodríguez (2016) y Zaremberg, et al., (2019), así como la revisión de los mapas de conflictos del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL) (2019) y el EjAtlas (2019), hemos identificado al menos 16 casos de conflicto en Zacatecas.
Por un lado, se observan los conflictos mineros laborales ligados al reclamo de mejores condiciones de trabajo, pero en este espacio también se ubican tensiones intersindicales. Aquí hallamos un conjunto de movimientos que oponen resistencia sea porque exigen una negociación más justa de salarios, condiciones de trabajo o reparto de utilidades; sea porque se oponen a seguir siendo representados por sindicatos que no luchan por sus intereses sino por los de las empresas, tal es el caso de San Martín (Grupo México) y Sabinas (Industrias Peñoles) en Sombrerete; Francisco I Madero (Industrias Peñoles) en Morelos; Juancipio/Valdecañas (Mag Silver Corp 44 por ciento/Fresnillo Plc 56 por ciento) en Fresnillo y El Coronel (Grupo Frisco) en Luis Moya-Ojocaliente.
Por otro lado, están los conflictos ecoterritoriales, los cuales, se dividen en dos grupos. En el primero están los conflictos ecoterritoriales de convivencia y bienes pecuniarios, luchas que buscan minimizar los impactos ambientales y lograr mayor indemnización, con una visión de minería más inclusiva, aquí ubicamos los casos de Peñasquito (Newmont-Golcorp) y Camino Rojo (Orla Mining) en Mazapil; Del Toro (First Majestic) en Chalchihuites; Aranzazú (Aura Minerals Inc) en Concepción del Oro; y San José (Arian Silver Corporation) en Pánfilo Natera.
En el segundo plano, identificamos las luchas ecoterritoriales de alternativas y defensa territorial donde grupos de población o los pueblos en lo general articulan un contundente “no” a la megaminería tóxica y buscan parar las actividades mineras, los casos de Salaverna (Grupo Frisco) en Mazapil; La Colorada (Plata Panamericana) y Ampliación San José (First Majestic) en Chalchihuites son los más representativos. También están los casos de Real de Ángeles (Grupo Frisco) en Noria de Ángeles; Nuevo Mercurio en Mazapil (Grupo Rosicler) y Vetagrande (varias empresas), donde hay demandas de remediación ambiental y daños a la salud ocasionados por actividades mineras en años pasados.
Habría que agregar el caso de la Zacatecana y la Laguna el Pedernalillo, ubicada en el municipio de Guadalupe, así como la contaminación y los daños sociales y ambientales que están generando las operaciones mineras de los proyectos Cozamin (Capstone Gold) y El Compás (Endeavour Silver), ubicados en la zona metropolitana de la capital del estado.
La dinámica de la conflictividad socioambiental minera en Zacatecas muestra que la intensificación del extractivismo minero no ha generado progreso ni desarrollo; por el contrario, el actual modelo de extracción de minerales ha incrementado las disputas por el control del trabajo y la vida humana, animal y vegetal de los territorios, pero no hay mejor calidad de vida sino la articulación de múltiples conflictos mineros laborales y ecoterritoriales. En algunos casos, los diversos tipos de conflictos se sobreponen unos con otros, lo cual, complica no sólo la disputa, sino una solución favorable a los grupos comunitarios, pues, se presentan confrontaciones entre quienes defienden el trabajo, con quienes defienden el territorio (sindicalismo versus ecologismo) y/o, entre quienes buscan mejores retribuciones económicas por la explotación territorial y las miradas que plantean formas de vida más sustentables y armoniosas con la naturaleza.
Fuente:https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2019/11/16/conflictos-mineros-laborales-y-ecoterritoriales-en-zacatecas/?fbclid=IwAR06ROOsQ-cksyD29SzXT1Iwi8nOz4sPnbUIzvaN-1oVqrMkRu26hjp3zk8




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