En Brasil, Zamin Ferrous, la trasnacional que impulsó la creación de Aratirí, enfrenta diversas acciones judiciales por incumplimiento de compromisos ambientales y por deudas con gobiernos estaduales. El secreto que rodea las negociaciones con Aratirí alimenta las dudas sobre sus verdaderas intenciones.
Los litigios en tribunales de Londres y las acusaciones de gobiernos estaduales de Brasil, que involucran a la multinacional Zamín Ferrous, pueden aportar insumos para el debate –principalmente mediático– entre quienes respaldan los emprendimientos mineros de la empresa Aratirí y quienes alertan sobre consecuencias negativas económicas y ambientales de la proyectada explotación de hierro en la zona de Valentines.
Tales cuestionamientos parecerían revelar las verdaderas intenciones empresariales y financieras de quienes digitan, desde Nueva Jersey y Londres, el proyecto Aratirí, que a estas alturas dista de ser un inofensivo “emprendimiento familiar” de empresarios indios que, a pesar de su “modestia”, prometen inversiones por valor de 2.000 millones de dólares
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