Los productores agrícolas aseguran que el agua es de mala calidad y que sufren cortes de hasta 100 días al año. Está casi paralizada la producción de cebolla de Jáchal, que era una de las mejores del mundo. Los vecinos se basan en varios estudios para asegurar que la cantidad y calidad de agua mermó por la presencia de Veladero. «Jáchal está peor, las rutas están rotas, hay campos abandonados, el hospital está destrozado, el colectivo que va a Tamberías tiene todos los asientos rotos, es todo un desastre. No encontré progreso, y encima el agua está contaminada».
El ingeniero Jorge Millón es un personaje paradigmático a la hora de hablar de megaminería en San Juan, porque estuvo de los dos lados del mostrador: realizó trabajos para una consultora contratada por Barrick Gold y hoy es el jefe del Departamento de Hidráulica provincial. Fue el propio Millón el que alguna vez le dijo a los vecinos de la localidad de Jáchal que se olviden de la agricultura y la ganadería. «Son actividades obsoletas», sentenció, según coinciden en el recuerdo sus interlocutores. Y así parece: buena parte de la producción es parte de la historia, pese a que en la zona se plantaba una cebolla con prestigio mundial. ¿El problema? Por un lado, los afectados culpan a la cantidad y la calidad del agua, que mermó desde que se instaló la mina Veladero, y que muchos creen que se habría agravado el año pasado, luego del derrame de millones de litros de solución cianurada al río Potrerillos. Por otro, la mala fama de la zona, por la que desde el sector minero culpan a los ambientalistas.