20 Enero 2015
Por: Alejandro Bonada
A lo largo de la historia, Baja California no se ha caracterizado por ser un estado minero. Su extenso litoral, la diversidad de ecosistemas tales como el bosque, desierto, oasis y el privilegiado clima mediterráneo del noroeste de la península han sustentado las actividades humanas desde la época prehispánica.
Son pocos los proyectos que han intentado explotar los yacimientos minerales en el territorio. Para encontrar los casos más significativos es preciso remontarse a mediados del siglo XIX, en la época de la fiebre del oro en la cual varios exploradores y gambusinos de origen mexicano y estadounidense recorrieron la península para encontrar betas de oro.
Los planes se cristalizaron entre las décadas de 1870 y 1880, con los sitios de Real del Castillo y El Álamo, ambos el actual municipio de Ensenada. Aquel contexto respondía a los planes de colonización y activación económica del entonces Partido Norte de la Baja California.