Por encima de los 3,000 metros sobre el nivel del mar, las nubes parecen haber alcanzado el suelo. A esa altitud, entornos cuyo proceso de creación inició hace cinco millones de años albergan habitantes únicos. Uno de ellos, el frailejón, se abre paso en la cortina de niebla. Sus hojas alargadas se reúnen en forma de rosa al final del tallo, mientras sus flores brotan erguidas.
La descripción anterior corresponde a los ecosistemas de páramo, presentes sólo en seis países del continente: Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Panamá y Costa Rica. Son ricos en biodiversidad y juegan un rol clave para la humanidad. Los páramos colombianos, por ejemplo, son hogar de unas 4,700 especies de plantas, 70 de mamíferos y otras tantas de anfibios, serpientes, aves y mariposas. Capturan además el carbono de la atmósfera ayudando a combatir el cambio climático. Recolectan y almacenan el agua que alimenta los principales ríos de Colombia, mismos que a su vez proporcionan gran parte del agua potable en ese país.
Los páramos encierran también otro tesoro, uno que pone al frágil entorno en riesgo de deterioro: metales preciosos.