Las recientes declaraciones del presidente Tabaré Vázquez indicando que el proyecto minero de Aratirí «está detenido» y que no dispone ninguna información de su reactivación, a lo que agregó que «pensar un puerto de aguas profundas sin Aratirí no sería redituable», cayeron como un balde de agua fría en ciertos sectores de la sociedad, cuando solo son una constatación realista de la inviabilidad a la que llegaron esos proyectos por sus propias debilidades e inconsistencias.
Algunos han sostenido que el presidente Vázquez le dio un carpetazo o está frenando el proyecto de Aratirí -en una actitud diametralmente opuesta a la de su antecesor José Mujica-, cuando en realidad no sucede nada de esto. Si la minera estuviera interesada el gobierno actual la seguiría apoyando, pero lo que sucede es que Zamin Ferrous (la dueña de Aratirí) detuvo su propuesta porque el precio del hierro y su evolución en el futuro cercano no hacen rentable el negocio.