La evolución reciente de la actividad económica mundial y de las industrias extractivas y de transformación ha sufrido cambios dramáticos, que atentan contra la vida y la salud de los trabajadores. El propósito de crecer y de generar ingresos a cualquier costo ha deshumanizado los procesos productivos, así como el comercio de bienes y servicios.
En la actualidad, los principios y valores que inicialmente impulsaron las estrategias de crecimiento y desarrollo económico y social se han alejado de las necesidades de las personas que luchan para vivir mejor y, desde luego, se han descuidado las condiciones laborales, de tal forma que ponen en riesgo la seguridad de los trabajadores. Hoy el lema del mundo capitalista parece ser que las utilidades están por encima y tienen mayor prioridad que la protección, la tranquilidad y el bienestar de los seres humanos.