Las discusiones sobre la minería, abiertas a partir del fuerte impulso oficial que, incluso, gana espacio en los medios de comunicación, van dejando a la vista prácticas que, más que ver con lo productivo, esconden negocios de otro tipo en muchos de los casos, y que van desde la especulación hasta la trampa. Con la sociedad dividida, fundamentalmente porque se pone en juego el recurso vital de Mendoza, que es el agua, aparecen los que encuentran terreno fértil para hacer negocios que, sin riesgo, les dejan grandes dividendos.
Empresas y particulares que, a través del pago de un canon, se quedan con enormes superficies para después alquilarlas o venderlas a las mineras, encontraron un modo de especulación que ha dado grandes ganancias, reconociendo antecedentes en áreas petroleras que también han servido para este negocio, basado fundamentalmente en la falta de controles estatales.