Asesinatos y violencia: el alto costo de las concesiones mineras en el estado de Oaxaca, por eso, dice Abighail Vázquez, “queremos que la mina se vaya”.
San José del Progreso, Oaxaca. En su sala, en San José del Progreso, Abigahil Vásquez Sánchez ha instalado una docena de pequeñas cabinas telefónicas, usadas por residentes del pueblo que no cuentan con teléfono propio. Fuera de las ventanas, por encima de los teléfonos, la calle bordeada por árboles en la que vive, conduce a los campos que se asientan a los pies de colinas coronadas por nubes. San José, en el borde de un valle y a una hora al sur de la capital de Oaxaca, es un poblado bonito.



Habitantes de la cabecera municipal de Concepción del Oro –al norte de la entidad, en los límites con Coahuila– tomaron el acceso de la mina canadiense de cobre Aranzazu Holding SA de CV, debido a que las explosiones subterráneas que realiza dicha compañía han provocado fisuras en viviendas de las colonias Cabrestante, Bellavista y Las Lajas, de esa localidad.
Representantes de 33 comunidades campesinas e indígenas MAM de la zona alta, venimos a una cita para recibir la respuesta de la minuta firmada la semana pasada sobre la cancelación de proyectos de hidroeléctricas y permisos de explotación de minas y no nos informan nada.
Indígenas zapotecos, chatinos y mixtecos de la Sierra Sur de Oaxaca se organizaron con mestizos para oponerse a que Altos Hornos de México (AHMSA) explote yacimientos de hierro en Santa María Zaniza (en el sur del estado, aproximadamente a 180 kilómetros de la capital) o en cualquier otro municipio de la zona, una de las más marginadas de México.
Los altos precios y la demanda del oro, la plata y el cobre provocaron que la inversión minera se sextuplicara durante este sexenio, en comparación con el periodo anterior, según datos de la Cámara Minera de México.