En el Perú empresarios mineros, funcionarios públicos y medios de comunicación sostienen que la minería moderna es inocua, que todos los procesos están técnicamente contralados y que no hay forma de que ésta contamine. Desde esta perspectiva afirmar lo contrario, demuestra ignorancia o intereses políticos escondidos. Por lo tanto, la oposición de una población a un proyecto minero solo puede explicarse por desinformación o manipulación.
Creemos que este punto de vista es muy peligroso porque al considerarse una verdad absoluta puede llevar a decisiones equivocadas. En esta lógica se plantea que para fomentar las inversiones se debería rebajar la exigencia de las normas de protección al ambiente ya que las empresas modernas por sí solas aplican las más altas tecnologías. Es decir, para esta percepción, la normatividad ambiental es una traba, que lo que hace es demorar la inversión, algo inaceptable en un país que necesita seguir creciendo.