Lolita Chávez, activista maya-quiché, dice que está enamorada de la vida y que la motiva a arriesgar su propia vida abiertamente «contra el racismo, la minería y proyectos hidroeléctricos en las tierras altas de Guatemala. Como resultado de su liderazgo en el movimiento indígena de Guatemala, es un blanco frecuente de amenazas, acusaciones e intentos que la han etiquetado de trabajar en contra de los intereses nacionales, algo así como una especie de enemiga del Estado.
En Guatemala, como en muchas otras partes de América Latina hoy en día, la historia de Lolita es muy común. Los pueblos indígenas, campesinos, ambientalistas y periodistas que hablan en contra de los proyectos mineros y las políticas están pagando un alto precio.