Los manifestantes llegaron a poca distancia de las obras de instalación de la minería, tratado de romper el cordón policial que tenía rodeada a zona. La Policía repelió disparando gases lacrimógenos y luego los perseguió con rabia a los manifestantes que estaban huyendo hacia el bosque. Algunos de ellos contestaron tirando piedras o cócteles molotov. La policía procedió a 75 retenciones, la mayoría se realizó una vez acabada la manifestación. Además, la policía detuvo un autocar con manifestantes que estaban marchándose hacia sus pueblos de origen. Ver video y galería de imágenes al pie del artículo.
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Las defensoras de derechos humanos (DDHH) mantienen un estrecho vínculo con sus tierras y territorios, y los consideran una fuente de vida. A su vez, las mujeres se ven limitadas en su capacidad de proporcionar comida y agua potable a sus familias y comunidades, debido al daño ambiental que ocasiona la industria extractiva. Del mismo modo, la pérdida de tierras y el desplazamiento aumentan el trabajo que deben realizar las mujeres para mantener a sus familias, incluyendo la situación de mujeres traficadas y víctimas de migración forzada. La minería destructiva y a gran escala también afecta la salud de las mujeres y de sus familias, al igual que su subsistencia.
Colorado y Nuevo México declararon zonas de desastre en algunos tramos de los ríos Animas y San Juan, mientras que la Nación Navajo declaró una emergencia luego que los desperdicios comenzaron a fluir río abajo, y en algún momento de la semana llegarán al Lago Powell.
¿Es casual que el medidor de contaminación ambiental de Villar del Arzobispo esté alejado de la ruta que todos los días realizan decenas de camiones que van y vienen de la minas de la comarca? El alcalde de la población piensa que no, y por ello ha pedido que se traslade el aparato al colegio municipal para saber qué aire respiran los niños.
Carta abierta de las comunidades afectadas por la minería, recibidas en Roma por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz
Unos treinta representantes de comunidades afectadas por la minería procedentes de África, Asia y América presentaron sus reclamos durante el Encuentro “Una jornada de reflexión – Unidos a Dios escuchamos un grito” organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz entre el 17 y 19 de julio pasado en Roma.
Las comunidades golpeadas por las actividades mineras, a través de 30 representantes procedentes de África, Asia y América, podrán presentar sus problemas y preocupaciones durante el Encuentro organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz del 17 al 19 de julio. El encuentro, que lleva por nombre “Una jornada de reflexión — Unidos a Dios escuchamos un grito”, ha sido presentado este viernes por el cardenal Peter Turkson, presidente de dicho dicasterio, y por algunos de los participantes que han presentado su testimonio.
El Vaticano pidió hoy a empresarios, banqueros y políticos que se comprometan para que cese la impunidad en el sector de la minería, en particular en los países pobres donde se cometen graves crímenes contra los trabajadores de las minas.
Uno de los lugares más contaminados de Europa es Salsigne, un pequeño pueblo en el sur de Francia. La culpa es de la mina de oro que abrió allí hace más de un siglo. Cuando cerró, en 2004, el gobierno francés dijo que el manejo de los deshechos de la mina era «caótico» y que produjo la «contaminación del agua debido a metaloides como arsénico, cromo, cadmio y níquel». Ahora, todo ese arsénico ha causado un enorme desastre ambiental en el subsuelo y en el cercano río Orbiel. El arsénico en el agua es 450 veces mayor al límite legal de diez microgramos por litro, y en enero de 2013 cerca de 500 metros del cauce del Orbiel se volvieron naranja debido a la contaminación. Hervé Pujol, un investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, dice que la tarea de remover todo el arsénico podría costarle al gobierno 125 millones de euros.
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