El Salvador

Ignorancia o ambición

Para garantizar el acceso de su población al agua limpia, El Salvador podría ser el primer país del mundo en prohibir la minería metálica. La situación del agua en el país vecino es parecida a la nuestra: aproximadamente el 90% está contaminada. La situación de la minería metálica en El Salvador es distinta a la nuestra: no hay una sola operación activa donde se use cianuro. El presidente Funes ha decidido privilegiar los derechos de la población salvadoreña y no otorgar permisos mineros, siguiendo la política de su predecesor Antonio Saca.

MAGALÍ REY ROSA

Eso, a pesar de que dos gigantes mineros amenazan a El Salvador por proteger sus escasos recursos hídricos, en medio de una costosa batalla legal en el Centro Internacional para el Arreglo de Disputas del Banco Mundial. Si logran prohibirla, se deberá al esfuerzo incansable de la sociedad civil y a la claridad política de sus gobernantes.

Aquí, en cambio, el señor Pérez y empresarios del sector industrial insisten en imponer la minería metálica a puro “tubo”. Estos son los sectores que ahora ofrecen combinar esfuerzos para combatir dos de los flagelos que azotan a la población guatemalteca. Eso será digno de encomio, solo si toman en cuenta la realidad ambiental y social de Guatemala, y no si utilizan la excusa del combate del hambre y la pobreza para impulsar más minería metálica. Desgraciadamente, si uno se atiene al discurso del señor Pérez ante Enade parece que eso es precisamente lo que sucederá.

Todo lo que hacemos en el territorio nacional ocurre a expensas de los ecosistemas y los recursos naturales que hay sobre el mismo. La naturaleza de estas tierras ha sido pródiga con sus habitantes, que la han utilizado y explotado sin mayor aprecio o agradecimiento. En las últimas cinco décadas se perdió más de la mitad de nuestra biodiversidad, y se arruinaron tesoros tan importantes como el Lago de Atitlán, ante la mirada impávida de la gente. El crecimiento de la población y la satisfacción de sus necesidades fueron factores determinantes en ese drama; pero arruinar recursos imprescindibles para la supervivencia humana, como el agua limpia y el suelo fértil ¡para explotar oro!, es un ejemplo grotesco de ambición, o de ignorancia.

Hablo de ignorancia porque quisiera creer que quienes se van a enriquecer más con la extracción de metales preciosos no tienen idea de la clase de daño que impulsan… que no saben que la extracción de metales producirá más hambre y más pobreza. Quisiera creer que lo ignoran, porque si lo saben y no les importa, estaríamos hablando de perversidad. (ambición perversa)

Los funcionarios y empresarios auténticamente empeñados en erradicar el hambre y la pobreza tienen que saber que una de las riquezas más importantes, para un país como Guatemala, son suelos fértiles y agua limpia. No es imposible, ni tan costoso, impulsar agresivamente la agroecología y prohibir los productos agrícolas tóxicos; asegurar la protección y el uso de las semillas criollas; o castigar severamente la contaminación del agua. Además de sanas, esas son formas concretas de contrarrestar y minimizar los impactos del cambio climático. Pero, por alguna razón, dudo que veamos medidas de ese tipo.