Las presas son un elemento común en la región de Valles Centrales, donde alimentan invernaderos y comunidades enteras. Sin embargo, llama la atención la magnitud de una de ellas en Monte del Toro. Es el embalse de jales de la Compañía Minera Cuzcatlán, que recoge las aguas residuales de la mina en San José.
Los embalses de jales son estructuras de retención de sólidos y líquidos de desecho, producto de la explotación de las minas que se almacenan en vasos para su decantación. Este en particular contiene una gran cantidad de químicos mortales, y representa una bomba de tiempo para los pobladores de la región, que temen por la seguridad de sus animales y la salud del subsuelo que es sostén de su trabajo.
La población de Ejutla vive del cultivo de tomate en invernaderos y ha mantenido a más de 100 de ellos en marcha desde hace más de diez años. Hace varios meses la minera de San José, que se encuentra a un kilómetro y medio, comenzó a presionar al Comisariado de Bienes Ejidales para que venda una porción del territorio que le permita extender las exploraciones de la mina.



Desde el cerro de “Los Coyotes”, la vista se extiende a San José del Progreso, La Noria de Ortiz y a esta agencia, entre otras comunidades. Zonas áridas pero también con un centenar de invernaderos dispersos y por lo menos una media docena de presas, que alimentan cultivos y a la población.
Hay en México muchos ejemplos de personas que enfrentan poderes fácticos y económicos para defender su dignidad, territorios, bienes y sus derechos humanos. Entre ellos se cuenta la lucha y resistencia del líder nahua-otomí del poblado Potros, Félix Monroy Rutilo, quien desde el pasado 5 de enero ha visto intensificados los ataques en su contra por una de las dos minas de hierro más grandes del país: el Consorcio Minero Benito Juárez Peña Colorada SA de CV, filial de la multinacional minera italo-argentina Ternium, de negro historial en el ámbito de los derechos humanos. Su resistencia y lucha se enmarcan en el conflicto histórico y jurídico, del que ya tiene conocimiento la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre los gobiernos de Jalisco y Colima, por el control del territorio limítrofe, del que ya he dado cuenta en otras ocasiones (La Jornada, 18/1/14).
Para favorecer los trámites de una empresa minera que pretende explotar oro en varios sectores olanchanos, desconocidos falsificaron la firma y sello de la secretaria municipal de Juticalpa, Brenda Yamileth Méndez Carrasco, según denuncia interpuesta en el Ministerio Público (MP).
La presa de la minera canadiense tiene ya cuando menos unas cuatro hectáreas de extensión, y sigue creciendo. El dique de colas amenaza las casas de la comunidad de Melladito, un caserío de 11 familias, ubicado al norte de la presa de jales. Lodos tóxicos de la presa están por invadir la comunidad de Melladito; mineros canadienses sabotean intención del Estado de hacer turística la zona minera de la Sierra de Guanajuato.
El sistema eléctrico nacional no requiere de mayor cantidad de energía, por ello, los proyectos hidroeléctricos que pretenden desarrollar en varios municipios de la Sierra Norte poblana son innecesarios y sólo servirán para aumentar las ganancias de las empresas privadas, señalaron miembros del Comité Nacional de Estudios de la Energía Eléctrica.
Desde la Red Mexicana de Afectados por la Minería vemos con preocupación que los mega-proyectos mineros en la región ComCáac siguen latentes por parte de empresarios a base de corrupción y métodos ilegales pretenden hacer uso de las concesiones mineras para la explotación; lo cual generara un gran impacto socio-ambiental en las dos comunidades pertenecientes al territorio ComCáac.
Continúa la contaminación en los pueblos del río de Sonora, en donde existen personas con cáncer y otras con manchas en la piel. Además, investigadora de la Universidad de Sonora encontró en muestreos del agua de pozos del poblado El Molinito niveles elevados de fierro, aluminio y arsénico. En estos estudios se demostró bioacumulación de los tres metales en branquias, músculos e hígados de peces de consumo humano en el poblado de El Molino de Camou.
La resistencia de los nahuas del sur jalisciense ha sido palpable desde hace ya varias décadas, así mismo las agresiones y violaciones a los derechos humanos en su contra han sido recurrentes, por lo que se ha condenado nuevamente a un defensor de la tierra y a las comunidades nahuas de Ayotitlán.