El municipio de Pungesti y su entorno sufre la represión del Ejército que protege los intereses de la transnacional
Por Samuel Martín-Sosa Rodríguez* / Madrid
“¿A dónde va, abuela? Por aquí no se puede pasar”, dijo el policía antidisturbios. “Voy en busca de mi muerte. Si estáis golpeando brutalmente a la gente de mi pueblo ahí abajo, es ahí donde yo también quiero estar”. Así respondía la anciana María Dediu, palo en mano, cuando a las cuatro de la madrugada del lunes 2 de diciembre intentaba acceder a la zona donde cientos de antidisturbios, traídos desde varias zonas de Rumanía, desmantelaban brutalmente y por sorpresa el campamento de resistencia que los habitantes de Pungesti, al nordeste del país, habían montado el 16 de octubre, en oposición al comienzo de las obras de fracking por parte de Chevron.
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