El pueblo indígena de los wajãpis en Brasil ha desafiado al Gobierno hostil del país para defender sus derechos territoriales.
Esta tribu ha difundido una contundente carta abierta en la que declaran: “Estamos en contra de la minería porque queremos defender nuestra tierra y nuestra selva. Según nuestras creencias, la tierra también es persona”.
La carta fue escrita en respuesta al intento del Gobierno de Brasil de abrir la selva que rodea el territorio de la tribu en la Amazonia a la minería a gran escala. Esta acción provocó tal oleada de indignación internacional entre los indígenas y miles de personas de todo el mundo que, finalmente, el Gobierno tuvo que dar marcha atrás.
Sin embargo los wajãpis siguen en alerta, dada la poderosa influencia de la que goza la infame bancada ruralista de Brasil. En la carta manifiestan que defenderán su territorio de los intereses mineros a cualquier coste.
Ellos dicen que la minería no les beneficiaría. Les preocupan los conflictos y enfermedades que la mayor afluencia de foráneos trae consigo, y la apertura de sus tierras a destructivos intereses económicos como presas hidroeléctricas, agroganadería y minería de oro.
Esta pequeña tribu amazónica conoce los devastadores impactos que causan las carreteras y la minería. En la segunda parte del siglo pasado, contactos esporádicos con foráneos que cazaban felinos salvajes por sus pieles y con grupos de buscadores de oro introdujeron enfermedades letales, como el sarampión, frente a las que los wajãpis no contactados no tenían resistencia. Muchos murieron como consecuencia.
En 1973, el departamento de asuntos indígenas del Gobierno brasileño (FUNAI) decidió contactar a los wajãpis porque la dictadura militar del país pretendía construir una autopista a través de su tierra y temían que resultaran aniquilados.
En el momento del contacto solo sobrevivían 150 wajãpis; parecían estar al borde de la extinción. Sin embargo, han demostrado ser extraordinariamente resilientes y actualmente su población se ha recuperado hasta sumar más de 1.200 integrantes.
Ahora cuentan con sus propias organizaciones, han expulsado a los mineros de oro que trabajaban ilegalmente en su tierra y han formado a sus propios agentes de salud y profesores para trabajar con las comunidades.
Algunos miembros de la tribu han grabado vídeos innovadores en los que documentan su campaña por sus derechos territoriales. Otros viajaron al extranjero para conseguir apoyo internacional y sus comunidades demarcaron físicamente su tierra, que fue finalmente reconocida por el Gobierno en 1996. Desde entonces ocupan todas las regiones dentro de su territorio para protegerlo de invasiones.
La carta subraya su fuerte sentido de cohesión: “Nosotros los wajãpis tenemos una cultura muy fuerte, que queremos seguir valorando y transmitiendo a las generaciones futuras”.
Esta tribu celebra eventos importantes en el calendario natural, como el desove de los peces y la recolección de miel, con ceremonias donde todas las generaciones se juntan para bailar, al son de la flauta, y consumir caxiri, una bebida que hacen a base de mandioca fermentada. Como muchos pueblos indígenas su conocimiento botánico es inmenso y cultivan más de 15 tipos de mandioca o yuca silvestre y 5 tipos de maíz.
En 2008 la UNESCO reconoció su arte gráfico, denominado “kusiwa”, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Su técnica se basa en el uso de pigmentos naturales obtenidos de plantas, como la pasta roja del achiote, con los que dibujan complejos diseños sobre su cuerpo y decoran objetos como cestas.
La presión nacional e internacional es fundamental para apoyar a los wajãpis en su lucha continua para defender sus derechos, ya que se enfrentan a amenazas crecientes sobre sus tierras, y a los intentos de un Congreso y un Gobierno hostiles que se empeñan en debilitar los derechos indígenas en Brasil.
Su carta acaba con un llamamiento a todos los que están preocupados por la destrucción de la Amazonia, para que les apoyen. Los lectores pueden actuar participando en esta campaña de Survival.
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La Amazonía brasileña es el bosque tropical más grande del mundo aunque la deforestación está amenazando esta joya de la biodiversidad. La tala de bosques tropicales no sólo afecta a las especies sino que también influye en el clima. Y el problema no para de crecer. Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE, por sus siglas en portugués), la tasa de deforestación aumentó un 29% (7.989 km2) entre agosto de 2015 y julio de 2016 debido a que, a la ganadería y la agricultura, se ha sumado una nueva amenaza, la minería.
Este tipo de actividad en la Amazonia siempre ha despertado la preocupación de los grupos ecologistas. Ahora, un estudio de la revista la revista
“Ellos sabían que se iba a romper”, cantaron en coro cerca de mil personas de varias regiones de Minas Gerais, de Espírito Santo hasta de Río de Janeiro. El número 378, en la calle Almirante Guilherm, parece ser otro edificio comercial del barrio carioca de Leblon. Pero allí está instalada una de las oficinas de la Vale S.A. la mayor productora mineral de hierro del mundo y co- responsable por el mayor desastre socio- ambiental de la historia.
Los indios Wajãpi viven en este rincón de la selva amazónica desde antes de que Brasilfuera descubierto por los portugueses, en 1500. A lo largo de los siglos han sobrevivido a todo tipo de peligros gracias a la relación simbiótica que mantienen con la naturaleza. El cacique Kasiripiná Wajãpi, de 63 años, recuerda que los suyos estuvieron a punto de desaparecer en dos ocasiones. La última en 1970, cuando el sarampión diezmó a su pueblo. Él vio morir a bebés, ancianos y niños. Entonces eran 2.000. Sólo 150 lograron sobrevivir. “No queremos que vuelva a pasar. Por esto el presidente Michel Temer tiene que eliminar ese decreto para siempre”, explica Wajãpi, uno de los caciques de este grupo, que vive en un área de 6.000 kilómetros cuadrados de esta rica selva, donde se prohíbe la entrada de extraños. EL PAÍS obtuvo la autorización de los indígenaspara visitarlos. Para llegar hasta allí, es necesario viajar seis horas en coche saliendo de Macapá, capital del Estado, al norte de Brasil. En 2017, se enfrentan a una nueva amenaza.
El decreto que dejaba a la Renca desprotegida generó rechazo en miles brasileños y sobre todo en grupos ambientalistas.
En la vasta región de la Amazonia de