Poseedoras de concesiones que abarcan la mitad del territorio nacional, las compañías mineras trasnacionales, en especial las canadienses, tienen absoluto dominio sobre todos los recursos naturales, renovables y no renovables ubicados en los territorios autorizados… y más allá, porque no hay autoridad federal, estatal, municipal o ejidal que las controle y menos aún que las someta.
El modelo de desarrollo “extractivista” que se aplica para obtener el mayor lucro posible ha sido implantado desde hace décadas por las mineras trasnacionales sin verificación o supervisión alguna, lo que ha dejado a lo largo y ancho de México la destrucción sistemática de ecosistemas completos, sin que ninguna de las compañías haya sido responsabilizada de resarcir los daños causados no sólo al medio ambiente, sino a comunidades completas que no reciben beneficio alguno por la destrucción de su hábitat.