El incidente ambiental ocurrido en la mina Veladero, en San Juan, obliga a discutir qué tipo de minería necesita la Argentina y si el Estado es capaz de controlar a las empresas mineras más poderosas del mundo.
Agencia TSS – Cuando Saúl Zeballos llegó a orillas del río La Palca, se sorprendió al ver una camioneta de la empresa minera Barrick Gold en el lugar.
Fue el pasado 14 de septiembre, al mediodía. El día anterior había ocurrido un incidente que alarmó al pueblo de Jáchal, un departamento ubicado al centro-norte de la provincia de San Juan. Según una cadena de mensajes de texto comenzada de forma anónima, en la cercana mina Veladero, por la rotura de una válvula, se había producido el derrame de 15.000 litros de solución cianurada, que desembocó en el río Potrerillos. Preocupados, los vecinos se fueron congregando frente a la Municipalidad de Jáchal para pedir información sobre lo ocurrido. El intendente, Jorge Barifusa decidió entonces armar un comité de crisis encabezado por Zeballos, integrante de la asamblea Jáchal No Se Toca, quien viene denunciando los riesgos de la actividad minera en la zona desde hace una década. El comité propuso convocar a especialistas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), con quienes ya habían trabajado previamente, para realizar un análisis lo antes posible.