Panamá

Sobre la primera mujer cacique del pueblo Ngäbe

Comunicaciones. el conflicto indígena desde las redes sociales.
Mientras el Gobierno bloqueó la telefonía celular en el área en conflicto, los indígenas se procuraban formas alternativas para mantenerse en contacto.

Silvia Carrera lideró las protestas contra la ley minera en la última semana.

La defensa de las tradiciones ancestrales de los pueblos indígenas no se riñe con las nuevas tecnologías. Prueba de ello es que los ngäbe buglé han utilizado las redes sociales en internet para comunicarse durante el cierre de carreteras que protagonizaron en protesta por el desarrollo de minería e hidroeléctricas en su comarca.

La cacica general Silvia Carrera se ha hecho un hueco en la red de mensajes cortos Twitter. Su cuenta, @caciquegeneral, tenía en la noche de ayer 4 mil 925 seguidores, cifra que ha crecido de manera fulgurante en los últimos días.

En Twitter, “seguidores” son las personas que leen los mensaje que uno publica. La cacica es ya más popular en la red que, por ejemplo, Nito Cortizo, uno de los rostros habituales en la política local y precandidato del PRD a la Presidencia, que tiene 4 mil 231 seguidores.

Bernardo Jiménez, hijo de la cacica, explicó que han utilizado sistemas alternativos para “comunicarnos con nuestra gente”. La comunicación a través de internet estaba coordinada en diferentes puntos base, antes incluso de que el Gobierno ordenara el bloqueo de las comunicaciones entre Viguí (Veraguas) y Horconcitos (Chiriquí), explicó Jiménez.

Como casi todo lo que sucede en el mundo, el conflicto indígena ha tenido su reflejo en las redes sociales.

La cacica Silvia Carrera informaba el martes de los pasos que se daban en la negociación. “Estamos en este momento firmando un acuerdo con el Gobierno y esperamos que se cumpla con lo pactado el día de hoy”.

A continuación, volvió a reprocharle al presidente de la República, Ricardo Martinelli, que no negociara personalmente con ellos. “Lamentamos que en todo esto el presidente @rmartinelli [nombre del Presidente en la red] no diera la cara al pueblo”.

Aunque no estuvo directamente en la mesa de negociación, Martinelli sí envió mensajes con sus argumentos a través de la red social. “[La] diferencia con grupos indígenas no es sobre minería. En eso estamos de acuerdo. La diferencia es que NO quieren que haya hidroeléctricas”, escribió el mandatario el 5 de febrero.

El conflicto ha superado las fronteras de Panamá. En los medios tradicionales fue tema de portada de noticieros en canales como CNN en español y también en las redes sociales.

Los indígenas recibieron mensajes de apoyo de celebridades como René Pérez, el cantante del grupo Calle 13. “Fuerza para los indígenas Ngäbe Buglé en Panamá…Estamos con ustedes!! Están luchando en contra de un proyecto minero”, publicó el popular artista.

Quizá por esa capacidad de comunicación que mostraron los indígenas, para el Gobierno el mantenimiento habitual del servicio telefónico se convirtió en un obstáculo. El 3 de febrero, la Autoridad Nacional de los Servicios Públicos ordenó a las cuatro operadoras de telefonía celular que suspendieran el servicio en el área que estaba ocupada por los indígenas.

El bloqueo de las comunicaciones, la represión de la Policía y la falta de cumplimiento de la palabra del Gobierno son tres de los ingredientes que alimentaron la frustración indígena. En Twitter, a @caciquegeneral le bastaron 119 caracteres para expresar una de las lecciones que ha aprendido su comunidad: “Dejamos claro nuestro sentir y en las próximas elecciones no queremos a ningún político mentiroso que jamas nos ayuda”.
La cacica que bajó de la serranía olvidada

“Ella está aquí, está sentada adelante”, escuché decir. Mi oído de periodista se afinó y un cuarto de hora después me vi persiguiéndola por los pasillos del hotel Miramar.

Menuda, bonita, con la piel curtida por el sol comarcal y vestida con la colorida nagua ngäbe. No estaba sola. Unos seis hombres de su raza la rodeaban, casi que haciéndole venias.

–¿Cacica?, le pregunté. “Sí”, me respondió.

–Soy periodista y quiero hacerle una corta entrevista. “No doy entrevistas ahora”, me dijo. Empecé a rogarle: le prometo que será corta, que no le quitaré mucho tiempo. La respuesta que me dio no es la que esperaba una reportera desesperada. Me dijo: “Voy a una reunión allá arriba, después hablamos”. –¿Y cuánto demora?, “Como media hora”, le escuché decir. Uno de los hombres que andaba con ella pinchó el botón del ascensor y automáticamente se abrió la puerta. Ella entró, luego entraron ellos, la puerta se cerró y la vi partir. Eso ocurrió el año pasado y es la única vez que he estado frente a Silvia Carrera, la primera mujer en la historia del pueblo Ngäbe Buglé con el título de cacica. No es un cargo impuesto. Se lo ganó en una contienda electoral, que no estuvo apartada de la polémica, pero ahora no hay quien la quite del trono. En los últimos días la he visto en la televisión tal como me imaginé que era: combativa, orgullosa de su raza, valiente y persistente. Nunca pisó una escuela, pero sabe leer y escribir perfectamente. A los 12 años empezó a trabajar para ganarse la vida, y a esa misma edad arrancó su lucha cuando husmeaba desde lejos los congresos de su etnia; en esa época se unió al movimiento que encabezaba Camilo Ortega por la autonomía de su territorio. Y fue precisamente la lucha contra la minera la que la empujó a postularse para el cargo. No quería que un proyecto minero acabara con la vida de sus montañas y ríos. En una entrevista que dio antes de su elección a la revista Ellas, dijo que los caciques varones se dejan influir por el Gobierno panameño y la labor de un cacique es “vigilar que se respeten los derechos de la comarca y sus necesidades”. Ya demostró que es así.