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Mexico

Salvemos Xochicalco

130227 encuentros11Por Lya Gutiérrez Quintanilla

Posicionado como el 4º. sitio arqueológico más visitado del país, Xochicalco, ubicado en los cerros La Malinche, La Bodega y Xochicalco, hoy enfrenta enconadas opiniones en torno a una mina canadiense, “La Esperanza Resources Corporation”, que con permisos oficiales obtenidos en los dos pasados gobiernos federales panistas, se le otorgaron 15 mil hectáreas. Allí se preparan para iniciar los trabajos para extraer oro, plata y otros minerales. Sólo que dicho terreno está en las inmediaciones de los vestigios arqueológicos.

Ya en 2008, el entonces presidente Felipe Calderón dio a conocer que “México es el primer lugar de destino de la inversión en exploración minera de América Latina”. Y el resultado es que la cuarta parte de la superficie nacional (26%) está concesionada a la minería.

Unos dicen ¡Sí! a la construcción de la Mina, que será bajo el sistema altamente contaminante a cielo abierto. Otros, dicen ¡No! Los primeros son los pobladores de Tetlama, de ocupación campesina, mayoritariamente, a los que, desde hace poco más de una década, empleados de la mina han visitado y “convencido con atenciones”, sobre las bondades que traerán a este pueblo con 70 fuentes de empleo; pueblo abandonado por la mano de Dios desde que le fuera expropiado a su ejido el terreno en el que el gobierno estatal construyó el Aeropuerto “Mariano Matamoros”, sin pagarles lo justo por él.

Los que se oponen tajantemente a la mina son los mismos pueblos que se encuentran en los alrededores del ejido de Tetlama, zona sur poniente del estado; entre ellos, Xoxocotla, organizaciones y coordinadoras campesinas no sólo de Temixco, sino de otros municipios; historiadores, investigadores del Centro INAH-Morelos, grupos ecologistas, ambientalistas y académicos de alto nivel.

“Dependemos de la voluntad del actual gobierno estatal, quien aseguró que nos ayudaría para que no se instale la mina a cielo abierto en Tetlama-Xochicalco”, aseguraron al unísono en una reunión de trabajo que, posterior a la junta en el Congreso Local del día de ayer, tuvieron por la tarde en el Centro de Encuentros y Diálogos.

“No se trata tan sólo de cancelar este proyecto, sino de preocuparse por la remediación de todo el daño causado por los diferentes proyectos que han dañado a nuestra naturaleza. Urge la limpieza del río Apatlaco, de las barrancas de Cuernavaca cuyas aguas llegan a las tierras de cultivo. Alguien lo tiene que comenzar, y esperemos que este gobernador lo haga”, menciona don Saúl Roque Morales, dirigente del Consejo de Pueblos de Morelos.

A su vez, el doctor Luis Tamayo, catedrático del CIDHEM, menciona: “No es oponerse por el hecho de decir no a todo nuevo proyecto, sino por el daño ecológico que le espera a la zona. A la minería a cielo abierto o a tajo abierto, como también se le conoce, se le considera la actividad más depredadora del medio ambiente, y por lo tanto, la más devastadora por sus consecuencias nocivas. Para obtener un gramo de oro es necesario remover, triturar y procesar químicamente una tonelada de piedra”.

En un texto que emitió la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, se puede leer que “en su extracción, además de las toneladas de piedras que son removidas, se usa dinamita, cianuro y otras sustancias tóxicas que van a dar a riachuelos y subsuelo de la zona. Tan sólo una pequeñísima dosis de cianuro del tamaño de un grano de arroz es suficiente para matar a una persona. Además de que se destruye la cubierta vegetal, por lo que los animales huyen de la zona. Después de utilizar el sistema de minado, las tierras quedan inútiles para usarse por muchos años. Es tanta el agua que requiere una mina de este tipo para limpiar el mineral, que una mina de este tipo, como la que pretende instalarse en terrenos de Temixco, gasta 250,000 litros de agua cada hora”.

“Las minas a cielo abierto, en el ámbito del patrimonio cultural, arrasan los sitios arqueológicos, los centros ceremoniales y territorios sagrados de los pueblos indígenas. Por lo que se consideran proyectos etnocidas, ya que no sólo destruyen viejas culturas y tradiciones, sino que no brindan desarrollo real ni mejor calidad de vida. Es decir –menciona el documento—, la minería no es un proyecto que se oriente hacia el bien vivir”, concluye parte del documento consultado.

Dos municipios comparten la gloria de tener a Xochicalco en su territorio: Temixco y Miacatlán; aunque este último con menor territorio, y es que este sitio se cree que fue construido por los teotihuacanos a la caída de su ciudad, en los primeros siglos de nuestra era. Y no sólo es un lugar que alberga gran parte de la cultura ancestral, sino varios enigmas que a la fecha no han sido resueltos. Uno de ellos es el eco que se escucha al centro de la Plaza de la Estela de los Dos Glifos, donde si se aplaude en el centro, el sonido que se escucha es el que emitiría un ave; algunos aseguran que de un quetzal; otros, de una guacamaya.

Otra de sus maravillas es la llamada Pirámide de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada, donde en sus paredes laterales se pueden apreciar los resultados de la reunión de sabios venidos de toda Mesoamérica, donde se dieron a conocer portentosos descubrimientos como el del cero maya y el del Pi, 3.1416. Y se considera que la calidad escultórica es tanta, que se cree que fue trabajada por artistas de varias culturas. Por todas las importantes manifestaciones culturales del lugar, la UNESCO declaró a Xochicalco Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1999.

“Y aunque digan que no, la parte avanzada del proyecto sí quedaría dentro de la poligonal de la zona arqueológica, por lo que se debe parar ese proyecto”, asegura enfática la arqueóloga Silvia Garza Tarazona, quien añade: “Vienen los técnicos canadienses a contar al pueblo de Tetlama una película de vaqueros y la gente se lo cree. La realidad es otra, ese proyecto minero a cielo abierto desquiciará todo el Estado de Morelos. Toda la contaminación que producirá se irá a Cuernavaca, Temixco, Jojutla, Miacatlán y demás zonas conurbadas a la capital del estado, por efecto de los vientos y de las aguas que por gravedad irán a dar a los afluentes subterráneos, de los que emergen manantiales que atraviesan la zona sur del estado”.

“No podemos tampoco permitir que destruyan el Cerro del Jumil, porque por su pico, cada 1º. de noviembre, cuando sale el sol, traza una línea que pasa por en medio de Xochicalco. Esa línea fue usada por los antiguos constructores de la Acrópolis para construir tanto la ciudad como la pirámide de la serpiente emplumada. Destruir el pico del Cerro del Jumil sería acabar con la esencia de Xochicalco mismo. Esa línea pasa por la estela del llamado Hombre de Rojo y se dice que dentro de su cosmogonía fue el sol quien les ordenó construir en ese lugar”. 

“No podemos permitir que se erija en sus inmediaciones este atentado contra la ecología del lugar, porque aunque aseguran que no llega a la poligonal de la zona arqueológica, en su quinta etapa ya estarían extrayendo minerales dentro del mismo Xochicalco, como lo marca la fotografía aérea que les mostré”, añade Garza Tarazona.

“Mire -me explica a su vez don Saúl Roque Morales, de 64 años de edad, oriundo de Xoxocotla y dirigente del Consejo de Pueblos de Morelos-. Entiendo que por su necesidad económica, los compañeros del Ejido de Tetlama se apresuraron a dar su consentimiento para que en sus terrenos se hiciera esa mina, pero en realidad, no se dan cuenta de todos los daños directos y colaterales que va a traer no sólo a su ejido, sino a gran parte del Estado de Morelos.

“En realidad, las comunidades que serían afectadas por el proyecto pertenecen a tres municipios: Temixco, Miacatlán y Xochitepec, tan sólo en Morelos, por lo que no comprendemos cómo es que en México, una nación con tanta belleza natural, se autoriza la minería a cielo abierto, que trae consigo muerte y desolación. Todas las comunidades vamos a ser dañadas, incluso Tetlama.

“Desde el año 2002 llegó la empresa a Tetlama a ganarse a la gente que tiene muchas necesidades de obras públicas, hospital, escuelas, apoyo en su agricultura, agua. Imagínese, a la empresa canadiense, Conagua sí le dio el permiso de perforar dos pozos de agua para la mina, pero al pueblo no. Necesitamos autoridades que se pongan ya no en los zapatos, porque no los usan, pero sí en los huaraches de la gente. Que entiendan su pobreza. Pero no lo hacen porque nunca han sufrido sus carencias. Y en lugar de apoyarlos para que vivan mejor, vendieron parte de sus tierras al mejor postor, en este caso canadienses, aunque no se llame venta sino concesión, que al cabo es lo mismo.

“Y nos preocupa lo que pase en esa mina, porque la agricultura es nuestra fuente de vida. Así es que de voz en voz estamos transmitiendo al resto de grupos organizados campesinos nuestra preocupación para que todos unidos digamos: ¡No a la mina a cielo abierto en Tetlama-Xochicalco! Tenemos ya un programa de acciones para impedirlo que iniciarán con una reunión estatal entre sociedad civil, pueblos, investigadores y ambientalistas; de esa reunión surgirá nuestro plan de acción; una de las ideas es pedirle su apoyo a Javier Sicilia para que escriba sobre esto, en fin, son muchas las acciones que iniciaremos a partir de esa reunión. Y claro está, esperamos seguir contando con los medios para que apoyen esta justa demanda. Nos uniremos todos los pueblos para defender tierra y agua, que son la vida misma.”

«Los pueblos confiamos en el gobernador para detener la mina» – Saúl Roque Morales