Ecuador

Reforma minera por presión de las transnacionales

Cambios fueron elaborados por Kinross-Aurelian, revela asambleísta Jiménez

El proyecto de reformas a la Ley de Minería, presentado a la Asamblea Nacional, con el carácter de urgente por el Presidente Rafael Correa, responde a los intereses de las transnacionales: Kinross-Aurelian y Ecsa-Ecuacorriente, de aumentar sus ganancias en perjuicio del Estado ecuatoriano, sostiene el asambleísta de Zamora Chinchipe, Cléver Jiménez.

El legislador reveló que los cambios introducidos, especialmente el relacionado con los ingresos extraordinarios por el aumento de los precios en el mercado (70%), es la condición exigida por la minera canadiense Kinross para firmar el contrato de explotación del proyecto Fruta del Norte, en la provincia de Zamora Chinchipe, con lo cual también se beneficiará a la transnacional china Ecsa-Ecuacorriente, y demás multinacionales mineras.

Resulta contradictorio y humillante, que un presidente autoproclamado revolucionario y antiimperialista se someta a las presiones de las transnacionales imperialistas, y no tenga pudor en reconocerlo, cuando afirma: “Es razonable lo que nos ha pedido Kinross”.

Jiménez, fue más allá y reveló con documentos que los acuerdos del gobierno de Correa para impulsar su modelo extractivista minero y petrolero, no solo incluye a las transnacionales, sino también a la vieja y nueva partidocracia criolla. Esto lo destaca cuando exhibe los informes oficiales donde consta Rodrigo Borja Calisto, como apoderado de Kinross-Aurelian.

El legislador zamorano, recuerda que la transnacional Aurelian hizo su primer gran negocio cuando vendió sus participaciones en el proyecto Fruta del Norte, el año 2008 en la bolsa de valores de Toronto-Canadá, a favor de Kinross en 960 millones de dólares, cuando a esa fecha apenas había invertido la irrisoria suma de 40 millones de dólares. En términos sencillos, se ganaron 920 millones de dólares sin zafarse el nudo de la corbata, traficando con los recursos naturales de los ecuatorianos, a vista y paciencia de los «revolucionarios» del siglo 21.