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Peñasquito acabó con el Agua del Valle de Mazapil

En el conflicto con la minera Peñasquito, la posición más frágil es la de los habitantes de San Juan de Cedros, la comunidad rural más importante, aledaña a la mina, inconforme porque tras 10 años de operación, Peñasquito abatió los mantos freáticos del valle de Mazapil y a ellos les secó dos manantiales de agua dulce y cinco pozos agrícolas.

El dinero que Goldcorp pagó hace una década a cientos de familias cuando llegó a rentarles sus tierras por 30 años, ahora se dan cuenta, no compensa la magnitud de la tragedia de quedarse sin agua para hacer sus vidas en esta árida región.

En un recorrido de La Jornada por San Juan de Cedros –desde donde se observa a unos cinco kilómetros de distancia el constante despegue y aterrizaje de helicópteros y aviones–, una decena de representantes del ejido y habitantes de la población, entre ellos Arturo Martínez García, Juan López Rodríguez y Francisca Hernández Gutiérrez, mostraron la dimensión de su tragedia, y los incumplimientos de Peñasquito en los temas del agua.

Desde la Colonia –hace 400 años cuando fue fundada por el marqués de Aguayo–, esta comunidad prosperó debido a dos ojos de agua: El Socavón y Chiquito, a partir de donde incluso se construyó y operó un acueducto con un amplio canal, para distribuir a la que fuera en algún tiempo una próspera hacienda ganadera.

En el lugar operaron también en otra época una fábrica de guayule que se exportaba a las ciudades de Zacatecas, Saltillo (Coahuila), Monterrey (Nuevo León) y hasta Estados Unidos. Incluso había una destiladora de sotol.

Todavía una década antes de la llegada de Peñasquito, en 1998, el gobierno de Zacatecas y la Comisión Nacional Forestal abrieron en San Juan de Cedros un invernadero para la producción masiva de especies de flora nativa –entre ellas sotol, mezquite, huizache, costilla de vaca, pino-piñonero y árnica– para reforestar todo el noroeste del estado. Allí trabajaban cien personas de esta comunidad. Pero en 2009, cuando llegó la minera y se agotó el manantial, los invernaderos se fueron a la basura.

Antes, personal del Ejército Mexicano acudía a llenar sus pipas, en coordinación con la Comisión Nacional de Zonas Áridas, para distribuir agua potable en épocas de estiaje a los habitantes de más de 40 comunidades rurales de los municipios de Mazapil, Melchor Ocampo, El Salvador y Concepción del Oro.Cinco pozas secas

Esa fuente, con sus dos veneros, daba para llenar una presa de riego agrícola al suroeste de San Juan de Cedros y sus habitantes recuerdan con nostalgia que incluso en la década de los 90 construyeron ahí, en pleno semidesierto, una alberca pública, hoy seca y llena de basura. Otros cinco pozos agrícolas de la comunidad también se secaron.

En 2011, apenas tres años después de su llegada, Peñasquito comenzó a atajar las protestas de los habitantes de esta comunidad, porque el agua se estaba agotando. Goldcorp les prometió construir una planta potabilizadora, que se inauguró apenas hace dos años. El problema, señalan pobladores de Cedros, es que la planta es abastecida con pipas de agua traída de la propia mina, y se le distribuye el agua a toda la comunidad, cada tercer día, por sólo cuatro horas.

Asimismo la minera les ofreció un proyecto productivo, es decir, instalar una planta de agua potable a escasos 80 metros del manantial. La promesa de Peñasquito –donde trabajan 2 mil 500 mineros, divididos en tres turnos, las 24 horas del día–, era que compraría a los ejidatarios toda el agua de garrafón que requiriera. Se construyó el inmueble y se le dotó de equipo. El manantial se secó y la planta hoy está cerrada y en el olvido.

Ya no somos San Juan de Cedros, ahora somos San Juan sin agua, declara irónico un campesino entrevistado. Póngale eso a su noticia, que la gente se entere que la mina se chupó toda nuestra agua. Ese no era el acuerdo.

Pero la minera no sólo dejó sin agua a esta y otras comunidades aledañas. También dejó a todos sin telefonía celular y sin Internet.

Desde hace casi tres semanas que comenzó el conflicto, Goldcorp –como ha hecho en otros casos con los habitantes de Mazapil– apagó la antena instalada en el complejo con la cual se irradia de la señal de telefonía a todo este páramo zacatecano. Es un castigo que pesa no solo a transportistas y campesinos, sino a toda la población.

 

Fuente:https://www.jornada.com.mx/2019/04/15/estados/023n1est?fbclid=IwAR2vuiJP5bf05pYo37fFuIX5He3nCdaT2xnK7LgGpolbCk5qQGiTDN91JMU