Chile

Inversiones en desalinizadoras suman US$ 5.500 millones

En operaciones hay cuatro plantas. La capacidad de desalinización del sector se multiplicará por tres en los próximos años.

Se ha visto como la solución a uno de los mayores problemas de la minería. Y se está avanzando con fuerza en ella.

O al menos eso se desprende de las cifras entregadas por el Servicio de Evaluación Ambiental, Cochilco, las empresas y el Consejo Minero.

Hoy, la minería cuenta con cuatro plantas desalinizadoras en operaciones, las que suman inversiones por poco menos de US$ 990 millones. Con esto, la capacidad operativa del sector alcanza los 1.150 litros por segundo, solo el 8% del uso total de agua en la minería.

 

Pero las empresas ya decidieron desembolsar US$ 4.512 millones para la construcción de tres nuevas plantas, las que multiplicarán por tres la capacidad instalada del sector, sumando 3.600 litros por segundo en suministro.

Un avance moderado, pensando en que la tecnología de desalinización para la minería ya tiene más de 20 años en Chile, y partió con la de Michilla, en Mejillones.

A ella se sumaron las desalinizadoras de Candelaria y Esperanza.

También, en 2006, se agregó la Planta Coloso, de Escondida. El yacimiento, propiedad de BHP Billiton, Río Tinto y Jeco Corporation, decidió hace unas semanas invertir cerca de US$ 3.500 millones en un nuevo proyecto vecino a Coloso para, señalan desde la empresa, «sostener las operaciones de Escondida».

La nueva planta será la más grande del país, con una capacidad de 3.200 litros por segundo, más de seis veces la capacidad de Coloso, la mayor que está hoy en funcionamiento.

Una necesidad

«No hay que olvidar, sin embargo, que la impulsión de agua a faenas distantes y en altura impone una fuerte restricción de costos en las condiciones actuales de altos precios de la energía, lo que está asociado a su vez a la dificultad que existe para instalar centrales generadoras», dice José Tomás Morel, gerente de Estudios del Consejo Minero.

En el rubro estiman que las inversiones y los costos de operación de este tipo de plantas superan en hasta 15 veces a la obtención más «natural» del recurso.

Según datos de CRU y Wood Mackenzie, el costo del uso de agua de mar en Chile es el más alto del mundo, alcanzando los US$ 5,1 por metro cúbico, más de tres veces el valor del agua fresca. El principal problema es la ubicación en altura de las faenas, lo que hace que el 70% de este costo venga del transporte.

Pero en algunos casos no hay mucho que hacer, y las mineras asumen los costos cuando es imprescindible.

BHP, por ejemplo, esperó cinco años para dar el «vamos» a su megaproyecto.

Otros, como Antofagasta Minerals, echan mano al recurso, aunque no siempre desalinizado, asumiendo los costos.

Según Cochilco, en 2012 el consumo de agua desalinizada en la minería subió en 65,5%.

Stephen Foot, gerente de Recursos Hídricos de Antofagasta Minerals, explicó que el 40% del agua utilizada en sus procesos viene del mar.

Como casi todos los problemas en la minería, el costo de la desalinizadora se suma a la incertidumbre energética.

Para realizar sus procesos, la planta necesita impulso por lo que, estiman los analistas, los nuevos proyectos podrían aumentar en hasta 250 Mw por año el consumo eléctrico de la minería, agudizando aún más ese problema en el sector.