31 de diciembre de 2011
Frederic Saliba
Comunidades indígenas intentan preservar sus lugares santos, sus rutas de peregrinaje y de sus recursos naturales de la explotación minera promovida por las autoridades regionales y nacionales.
Le Monde – foto: espacioclimaticochiapas.blogspot.com
Las planicies y las montañas se ofrecen hasta donde se pierde la vista desde el cerro Quemado, en el estado de San Luis Potosí, en el noreste de México.
Con sus círculos concéntricos de piedras y su pequeño altar lleno de ofrendas, la cumbre de esta colina es el santuario más importante para los indígenas huicholes.
Pero dos compañías canadienses, que se preparan a explotar en las cercanías filones de plata y oro, amenazan a este lugar místico, dotado además de una notable biodiversidad.
MOVILIZACIÓN
“El estado debe cancelar esas concesiones mineras”, afirma Ricardo Muñoz Villa, tocado con un gran sombrero adornado con pompones y plumas.
Este jefe de una comunidad huichol del estado de Jalisco dice estar “preocupado por la inercia del gobierno” local, que puso oídos sordos al llamado de cientos de indígenas y de ecologistas que a fines de octubre realizaron una manifestación en las calles de la capital.
Sus reivindicaciones, no obstante, sí fueron escuchadas por más de 150 escritores y artistas extranjeros, entre ellos los laureados con el premio Nobel de literatura Jean-Marie Le Clezio y Orhan Pamuk. Éstos le enviaron, el 1º de diciembre, una carta al Presidente Felipe Calderón, en la que le piden que evite la destrucción de ese santuario.
Dos semanas después se organizó una venta de obras de los pintores mexicanos Francisco Toledo y Raúl Anguiano para financiar proyectos de protección del sistema de Wirikuta, nombre indígena de ese lugar.
CONCESIONES POLÉMICAS
“El Presidente no mantuvo su palabra”, se queja Ricardo Muñoz Villa. El 28 de abril de 2008, Felipe Calderón y cinco gobernadores estatales firmaron el pacto de Huauxa Manaka, en el que se les garantiza a los huicholes la preservación de sus lugares santos, de sus rutas de peregrinaje y de sus recursos naturales.
México es signatario del acuerdo 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que prevé que los pueblos indígenas sean consultados para realizar cualquier proyecto en sus tierras ancestrales.
Pero en 2009, el Gobierno mexicano otorgó 35 concesiones a Mineral Real Bonanza, filial mexicana de la canadiense First Majestic Silver, para extraer la plata del subsuelo de Wirikuta. El proyecto se extiende por unas 6.000 hectáreas, de las cuales, 70% pertenece a esta reserva de 140.000 hectáreas, calificada de “sitio natural sagrado” por la Unesco.
La empresa está esperando las autorizaciones para iniciar la explotación, prevista para fines de 2012, mientras que otra compañía canadiense, West Timmings Mining, acaba de recibir dos concesiones de minas de oro en la misma zona ceremonial.
riesgos de contaminación
Imagen foto_99915Cada dos años, los 40.000 huicholes que viven en tres estados del noroeste, Jalisco, Nayarit y Durango, emprenden la peregrinación al cerro Quemado. “Es ahí donde toman peyote, un cacto alucinógeno, para ‘ver la luz’”, explica Johannes Neurath, especialista en la etnia huichol del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Wirikuta fue calificada también de “zona natural protegida” en 1994 por el gobierno del estado de San Luis Potosí. “La variedad de cactus más grande del mundo, así como decenas de animales en vías de extinción, como el águila real, el puma y el ciervo de cola blanca, están en peligro”, señaló inquieta Miriam Deloya, bióloga de la Universidad del Estado de Morelos (UAEM).
Los indígenas denuncian los riesgos de contaminación de los suelos y el enorme consumo de agua derivado de la producción minera.
Un estudio de la Universidad de Guadalajara mostró la presencia de metales pesados -debido a actividades mineras anteriores- en las plumas de un águila real, en el peyote e incluso en el cabello de los habitantes.
Desde fines del siglo XVII a principios del XX, los filones de plata constituyeron la prosperidad de la región. Cuando las minas cerraron, el pueblo de Real de Catorce se convirtió en un pueblo fantasma. “Pero jamás se había considerado una explotación minera tan cerca de los santuarios”, afirma Carlos Chávez, presidente de la Asociación de Ayuda a los Grupos Indígenas de Jalisco.
DEFENSA DE LA TIERRA
Para proteger los lugares, los huicholes crearon el frente de defensa de Wirikuta en septiembre de 2010. Cinco meses después, depositaron una demanda ante la Procuraduría Federal de Protección del Ambiente (Profepa). Esta gestión no tuvo ningún resultado.
Por el otro lado, Juan Carlos González, representante de la filial mexicana de First Majestic Silver, le resta importancia a esos temores. “No se causará ningún daño ni a la naturaleza ni a los lugares de culto. Gracias a las técnicas modernas, el agua se reciclará al cien por ciento, sin dejar residuos contaminantes en el subsuelo. Por no hablar que la explotación minera va a crear 750 empleos directos y 1.500 indirectos”.
Pero nada de eso tranquiliza a Ramón Moreno Torres, dirigente de una comunidad huichol de Jalisco. “Nosotros no cederemos en materia de protección de la Madre Tierra”.
En todas las manifestaciones organizadas por los indígenas en las ciudades mexicanas, Moreno Torres ha desfilado con su hijo de ocho años. “Él tiene que aprender a defender el porvenir de nuestro pueblo”, afirma.