Por Mauricio San Cristóbal
La primera ojeada a la pingüinera del seno Otway insinúa que estamos parados en la Luna, flanqueados por muchos cráteres que marcan los nidos de esta ave marina. Alrededor hay millares de bulliciosos pingüinos, a razón de casi un nido por metro cuadrado. Cada mañana y cada atardecer brotan de éstas «casas» subterráneas sorprendentes multitudes de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), avanzando como en peregrinación hacia el mar o regresando de allí con la pesca de anchovetas para compartir con sus crías. Sigue leyendo
