A Filigonio de León Pérez el paraíso se le terminó. Al agua del río que baja de la biosfera El Triunfo y atraviesa su comunidad se le hizo una nata de oxidación que le arrancó la vista a cientos de peces y a su hijo Filigonio, de 20 años.
En Nueva Esperanza y en los poblados de la zona baja de la sierra de Chiapas, entre 2008 y 2012, junto con los ríos contaminados por las minas Cristina y Nueva Francia, creció también la presencia de fundaciones y políticos ligados al empresario Ricardo Salinas Pliego, uno de los hombres más ricos del país, y al Partido Verde Ecologista de México.
Aunque la tragedia de Filigonio y miles de familias cuyas tierras están asentadas sobre regiones ricas en minerales e hidrocarburos, inició antes, por el año 2000, cuando llegaron geólogos a introducir delgados y largos tubos para sacar muestras de tierra, sin dejar huellas. En los siguientes 15 años, el gobierno federal concesionó la quinta parte del territorio chiapaneco para la exploración y explotación de oro, plata, cobre, plomo, zinc, titanio, fierro y barita. En total 1.5 millones de hectáreas de tierra lista para ser explotada.
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