Mexico

Viacrucis en minas de carbón coahuilenses

06 de Abril 2012
Lilia Angélica Ovalle Arias
Familias de Pasta de Conchos vivieron su propio Viacrucis donde la consigna es denunciar la injusticia con que trabajan en pozos y minas, así como las omisiones gubernamentales que configuran un problema de impunidad.

San Juan de Sabinas, Coah. Poco más de un centenar de cruces a la orilla de la carretera San Juan de Sabinas-Múzquiz dan testimonio de la muerte de igual número de mineros. Después 2006, año en que explotó la mina número 8 en Pasta de Conchos segando la vida de 63 obreros, han perecido en las minas de carbón decenas de hombres conformando un calvario para las familias que les sobreviven.

Bajo ese contexto y en conmemoración de la muerte de Jesucristo, los obreros en la zona carbonífera vivieron su propio Viacrucis donde la consigna es denunciar la injusticia con que trabajan en pozos y minas, así como las omisiones gubernamentales que configuran un problema de impunidad.

Desde Barroterán -parte de la zona minera coahuilense donde e1 31 de marzo de 1969 perecieron 153 mineros a causa de una explosión que dejó centenares de mujeres viudas, madres sin hijos y niños en orfandad- los obreros se movilizaron en camionetas de carga donde trasladaron blancas cruces de madera.

En ellas manos de mujeres escribieron los nombres de a quienes se niegan a olvidar. Cristina Auerbach Benavides, integrante de la Pastoral Laboral y activista que acompaña a las viudas que integran la asociación Familia Pasta de Conchos, dijo que tras el siniestro, las mujeres y hombres encabezados por doña Trinidad organizaron un Viacrucis en el mismo patio de la mina número 8, sin embargo la empresa impidió sus accesos por lo cual hoy se reúnen al pie de la carretera para realizar su homenaje luctuoso.

Este es el segundo año en que se manifiestan de esta forma, lo que ayuda a sobrellevar el duelo. Incluso personas no integradas en Familia Pasta de Conchos llegan después a colocar flores en las cruces, que son punto de encuentro para lograr visibilizar la muerte de los obreros. “No es lo mismo decir 65, imaginar la cifra en la cabeza, que ver el recuento con esa cantidad de cruces con nombres, con apellidos, eso te hace situar las minas de carbón de una manera diferente y por eso lo hacemos, es parte de la memoria histórica de la región; son nuevas formas de duelo, denuncia y esperanza porque lo que no queremos es estar aquí poniendo cruces”, precisó Cristina Auerbach.

En cuanto a lo que podrían esperar del gobierno estatal encabezado por Rubén Moreira Valdez, la activista dijo no se espera nada puesto que la minería obedece a disposiciones federales; además la situación local se complica por la Prodemi, promotora paraestatal del gobierno coahuilense que compra el carbón, sobre la cual Familia Pasta de Conchos ha interpuesto denuncias sin que prosperen hasta el momento. “Prodemi se ha reunido con representantes federales y estatales en tanto que la organización no es invitada, no es interlocutora, pero además lo lamentable de todo esto es que en esas reuniones siempre quedan afuera los afectados”, indicó la activista.

No obstante la Organización Internacional del Trabajo –OIT-, dependiente de la ONU, solicitó al gobierno mexicano y por tanto al gobierno estatal que a la organización Familia Pasta de Conchos se le reconozca como interlocutora para revisión de leyes y procedimientos de inspecciones a minas. Cristina concluyó, la organización no está en contra de la minería en Coahuila pero sí del trabajo en los pocitos y minas que no cumplen con las normas mínimas de seguridad y ponen en condición de mártires a los obreros.

Así en las cruces colocadas este viernes se lee el nombre de minero perdido pero también el de su fuente laboral: Minera Díaz, Pocito Montemayor, Mina V Esmeralda, Pocito 3 Sabinas, Cueva San Juan, Mina VII Saltillo y Carboeléctrica. Nuestro calvario María Trinidad Cantú Cortés repasa con pintura las letras de las cruces para que los nombres de los mineros no se pierdan ante las inclemencias del tiempo. Ella pide conciencia en los dueños de las minas para que la seguridad de los obreros no esté en vilo.

“Muchos decimos ‘Queremos justicia, queremos trabajo para todos los hombres que necesitan mantener a sus familias’. Sinceramente el trabajo hace mucha falta en la región carbonífera, vemos que cada día sufren las familias hambre, necesidades muchas, como es principalmente la comida”. Doña Trinidad compartió una idea. La región se había acostumbrado a una serie de injusticias donde los ricos, es decir los dueños de las minas, siguen ganando “y comiendo en sus mesas manjares exquisitos” en tanto que los mineros se encuentran desprotegidos pues ni sus salarios son bien remunerados.

“Vemos con tristeza que en el hogar y en las mesas de los trabajadores muy apenas alcanza para comprar sus frijolitos. En Pasta de Conchos yo perdí a mi hijo Raúl Villasana Cantú, es el que se quedó y está atrapado todavía ahí porque ni el gobierno ni la empresa han querido rescatar los restos”. Mujer de fe, Doña María Trinidad mencionó, aunque el dolor es latente, el aliento lo encuentran en el pedir justicia y ese es el verdadero sentido de un Viacrucis, “el luchar para que el gobierno sepa que no estamos contentos, que lo que se nos hizo de no entregarnos los restos ha sido un calvario tremendo, porque cada día que recordamos la explosión nos hace ver que para nosotros no ha pasado”.

Igual la señora Gloria Garza acudió a colocar la cruz de su hijo José Luis Rivera quien hace 8 meses murió en una Cuevita de San Juan. Aún impactada por el dolor de perder el sostén de su casa, Gloria recuerda que su hijo la mantenía no sólo en cuestión económica, sino porque además era su única compañía. Refrió que la vida para ella ahora es más complicada pues aprenderá a vivir de la pensión de su esposo pues tras la muerte de su hijo, no le han dado nada. Federico González Romo colocó la cruz de su hermano José, fallecido el 7 de febrero de este año. Ellos entrarían a trabajar en el tercer turno y viajaban de noche en una camioneta junto con dos compañeros más, entre ellos un joven de 16 años de edad. Una camioneta los impactó por alcance volcando su vehículo.

“A mi hermano se le reventó un pulmón, quedó con el pulmón completamente destrozado, el otro dañado y con las vértebras quebradas, pero la Minera Díaz no nos ha respondido como lo que es un accidente de trabajo, tampoco el que nos chocó. Con la empresa no teníamos seguro; ahora nos está cubriendo lo que son semanas de salario.

“Yo ando incapacitado, pero en realidad no es incapacidad porque el patrón no nos ha llenado la forma 77 porque no tenemos seguro ni aparecemos como trabajadores, ahora nos niega y dice que no somos trabajadores de él”, concluyó Federico quien se reconoce como un carbonero de herencia y dice, la riqueza del minero es andar debajo de la tierra y encontrar la muerte.