Honduras

Una caminata en repudio a la Ley de Minería

Trescientas personas organizaron y realizaron una caminata de 200 kilómetros desde el interior hondureño a Tegucigalpa, la capital. Rechazaban la Ley de Minería y las Ciudades Modelo, proyectos antinacionales y antipopulares estrechamente vinculados. Y reclamaban la libertad de Chabelo Morales, luchador por la tierra. Hicieron camino al andar, buscaron hacer caminos con esta iniciativa. Lucharon caminando.

Ismael Moreno

El año huele a elecciones. Y esta vez, no sólo entre los partidos de siempre. Irrumpe en el escenario electoral la candidata del partido LIBRE, con la sombra, el bigote y el sombrero de Manuel Zelaya Rosales. Y hay otros candidatos, como Salvador Nasralla que de la televisión deportiva y publicitaria salta a luchar con una gelatinosa propuesta de anticorrupción. O el general Romeo Vásquez Velásquez, el mismísimo que dio la orden militar para hacer efectivo el golpe de Estado contra Zelaya en junio de 2009.

Las elecciones en Honduras son como la selección nacional de fútbol. Mueven decenas de miles de personas, llenas de entusiasmo, aunque todo mundo tiene la certeza de que el fútbol y las elecciones entretienen, divierten y hacen bulla, pero no le resuelven a nadie sus problemas. Movilizan, pero no van más allá de efímeras euforias. “Alegrías de pobres, o alegrón de perro flaco”, llamó a estos espectáculos un dirigente popular de base. A lo largo de este año la sociedad hondureña tendrá selección de fútbol y campaña para la elección de autoridades.

Siendo este año futbolero y electorero, un grupo de ciudadanos, hombres y mujeres, decidimos preguntarnos cómo romper con la lógica de la inercia entusiasta del fútbol y con la ceguera política electoral. ¿Qué hacer para dejar constancia histórica del repudio a las decisiones tomadas por el Congreso Nacional y el gobierno en su conjunto, liderado por el candidato oficial del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández?

LA LEY DE MINERÍA Y LAS CIUDADES MODELO

En el mes de enero, con una orden de mando implacable, los diputados aprobaron una nueva Ley de Minería y retomaron el decreto de las Ciudades Modelo, que la Corte Suprema de Justicia había declarado inconstitucional en octubre de 2012 y con unos retoques muy finos, las volvieron a aprobar con el nombre de “Regiones Especiales de Desarrollo”, cuidándose previamente de separar de sus cargos a los magistrados de la Corte Suprema que votaron en contra de las Ciudades Modelo, sustituyéndolos por otros afines al pensamiento y al poder del Presidente del Congreso y candidato oficialista a la Presidencia de la República. De igual manera, aprobaron el llamado “juicio político” que la Comisión de la Verdad y la Reconciliación había recomendado como figura jurídica para dirimir asuntos relacionados con desafueros de altos funcionarios públicos, incluyendo al Presidente de la República. En lugar de ser un instrumento para impedir que se repitan hechos como el que provocó la captura y expulsión del país del ex-Presidente Zelaya, los políticos han acabado por convertir la figura del juicio político en un instrumento para chantajear a los opositores.

TENÍAMOS QUE HACER MÁS

¿Qué hacer ante estas decisiones? Era urgente conocer y socializar los principales contenidos de la nueva Ley de Minería. Pero, ¿basta sólo con tener información y difundirla? Mucha gente está muy bien enterada de lo que sucede, pero no hace nada con esa información. El Internet ofrece actualmente toda la información que se necesita sobre el tema que a uno se le antoje. Sin embargo, cuanta más información se posee, menos análisis se tiene y menos movilización se provoca.

Ciertamente, había que conocer la nueva ley y también el contexto en el que se sustenta el interés de las compañías transnacionales para la explotación de las riquezas minerales en Honduras. Y había que hacerlo con personas dispuestas a tomar acciones en defensa de los recursos naturales y de la soberanía del territorio hondureño.

Con esto en mente y aprobadas la Ley de Minería y el decreto de las Ciudades Modelo en su nueva versión, un grupo de mujeres y hombres de diversas organizaciones decidimos que era el momento para dejar constancia de la oposición y del rechazo a esas decisiones en contra de las comunidades, de las riquezas naturales, de la soberanía nacional y de la dignidad de la ciudadanía. Ya en el segundo semestre de 2012 varias de estas personas y organizaciones nos habíamos movilizado interponiendo recursos de inconstitucionalidad contra las Ciudades Modelo, haciendo plantones en la Corte Suprema de Justicia para exigir su derogación y promoviendo una campaña de información y sensibilización a través de medios de comunicación. Junto a otros factores, la campaña tuvo el efecto de incidir para que el 17 de octubre de 2012 la Corte Suprema de Justicia declarara inconstitucional las Ciudades Modelo. Pero después el presidente del Congreso lo anudó todo y la institucionalidad quedó subordinada a quien será candidato presidencial del Partido Nacional.

“HAGAMOS UNA CAMINATA”

“Una caminata”, propuso alguien. “Sí, como las caminatas de los indígenas organizados en COPINH”, dijo otra. A comienzos de los años 90 aquellas caminatas lograron despertar al pueblo hondureño ante las postergadas demandas de los pueblos indígenas. “Una caminata como las del Padre Tamayo”, dijo otro. A comienzos del nuevo siglo, este sacerdote despertó la conciencia nacional para la defensa de los bosques y de la Naturaleza, con las que llamó Marchas por la Vida. “Una caminata como las de los indígenas de hace siglos”, dijo otro. Para expresar su resistencia ante los grandes hacendados y encomenderos nuestros antepasados caminaban y caminaban centenares de kilómetros en señal de protesta.

¿Una caminata? La idea comenzó a revolotear en las mentes de dirigentes del Comité Cívico de los Pueblos Indígenas y Populares de Honduras (COPIHN), de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, organización nacida de la huelga de hambre impulsada por un grupo de fiscales contra la corrupción en abril del año 2008. Y dándole vueltas a la que parecía una descabellada idea, otras organizaciones del valle de Sula, del Aguán, del departamento de Atlántida, de Santa Bárbara, estuvieron de acuerdo.

“Tiene que ser una acción que despierte mística y rompa con la práctica tradicional de los gremios y de los partidos políticos. Que no pueda ser utilizada para la campaña electoral de ninguno de los partidos políticos, ni de los viejos ni de los más nuevos”. Así se decidió en las reuniones de comienzos de febrero, cuando la idea de la caminata comenzaba a tomar forma.

CON DEMANDAS NACIONALES

Lo más cercano en el tiempo a esta iniciativa había sido la huelga de hambre de abril de 2008, que duró 38 días y captó simpatías en todo el país. La huelga no recogió demandas de un grupo específico. Fue un acto ético contra la corrupción, demandando que se enjuiciara a empresarios y políticos corruptos. “Sin la huelga de hambre de 2008 es muy difícil entender la movilización contra el golpe de Estado de junio de 2009”: así lo expresó un analista político. “Lo que hagamos ahora tiene que ser algo parecido a esa huelga de hambre”: ése fue el argumento que aceleró la organización de la caminata. Debíamos reclamar por temas nacionales y no solo gremiales. Y las demandas no debían ser muchas en un país sobrepasado de problemas, donde todo mundo necesita demandar algo. Cuando se presentan muchas demandas la lucha se diluye.

Teníamos claro que debíamos demandar la derogación de la Ley de Minería y el decreto de las Ciudades Modelo, y en estas demandas, incluir todas las otras demandas por el agua y contra las represas, por la defensa de territorios y las luchas por la tierra.

LAS LUCHAS EN EL AGUÁN

¿Y cómo concretar todavía más estas demandas? Todas las organizaciones saben que en la región del Aguán se concentran los mayores conflictos del país, todo lo que tiene que ver con la tierra y las riquezas naturales. Un hombre lleva encerrado más de cuatro años, preso por defender la tierra. Se llama Chabelo Morales. Hijo de un delegado de la Palabra y de una catequista, de una familia enteramente entregada a “las cosas de Dios”, como se suele decir en las comunidades campesinas.

Chabelo Morales proviene de una comunidad que en mayo de 2000 decidió recuperar las tierras que un día ocupó el Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM). Presionado por el gobierno de Estados Unidos, Honduras pagó cerca de 20 millones de dólares a un portorriqueño, aun cuando no tenía derecho de poseer una propiedad que, de acuerdo a la Constitución, sólo los nacionales pueden adquirirla, por estar a menos de 40 kilómetros de la playa. Las tierras quedaron bajo resguardo del Instituto Nacional Agrario, pero el alcalde de Trujillo las vendió fraudulentamente a un puñado de terratenientes. El año 2000 el Estado las recuperó pagando grandes sumas de dinero por las mejoras, según demanda de los terratenientes. Sin embargo, los terratenientes no abandonaron la tierra y siguieron presionando, intimidando, amenazando. Y de allí pasaron a los asesinatos.

CHABELO MORALES: UN SÍMBOLO

Un día de agosto de 2008 los terratenientes mataron a uno de los dirigentes de la comunidad y no dejaron que nadie recogiera su cuerpo. Las 700 familias de la comunidad, hartas de tanto abuso e impunidad, decidieron hacer frente a uno de los terratenientes más sanguinarios, quien tenía su fortaleza en un montículo donde años atrás las tropas especiales del CREM colocaban una vigilante ametralladora.

Toda la gente, desde ancianos hasta niños, se tomó por asalto el lugar con el fin de recuperar el cuerpo del dirigente campesino. En la trifulca murieron unas doce personas. Chabelo Morales estaba entre las tres mil personas de la comunidad que realizaron esta “operación Fuenteovejuna”. El terrateniente, también oficial de la policía, juró vengarse. Los juzgados ordenaron la captura de 32 miembros de la comunidad acusados de asesinatos, uno de ellos Chabelo Morales.

Todos se escondieron. Menos Chabelo. El hombre, de 33 años, siguió vendiendo helados en la comunidad y en las comunidades vecinas, montado en su bicicleta. Un día de octubre de 2008 lo capturaron, lo acusaron de asesinato, lo juzgaron sin tener defensores y en ausencia lo condenaron a 20 años de cárcel. Ahora Chabelo es símbolo de la lucha agraria y de la defensa del territorio.

Evocando las luchas del Aguán y a Chabelo Morales ya teníamos amarradas las demandas de la Caminata. Serían tres: derogar la Ley de Minería, derogar el decreto de las Ciudades Modelo y libertad para Chabelo Morales, preso por defender la tierra en la comunidad “Guadalupe Carney” del Aguán. La caminata se llamaría “Dignidad y soberanía, paso a paso”.

A LOS CUATRO DÍAS, UN GUANCASCO

Salimos el 25 de febrero de dos puntos del país. De La Barca, en el corazón del Valle de Sula, en la costa norte de Honduras. Y de La Esperanza, departamento de Intibucá, en el occidente del país. Los dos puntos, a 200 kilómetros de la capital, centro político y de decisiones antinacionales, destino final de la caminata. De La Esperanza salió la gente del COPINH. De La Barca salió la gente que procedía de la zona del Atlántico hondureño: organizaciones del Valle de Sula, Santa Bárbara, Atlántida, de los pueblos garífunas y una nutrida representación de la zona del Aguán.

En el altiplano de Siguatepeque, cuando ambos grupos habían caminado cuatro días, nos encontramos y celebramos un “guancasco”, una tradicional ceremonia lenca que, entre bailes, cantos y abrazos, celebra lo que significa guancasco: encuentro fraterno entre los pueblos.

LAS MINERAS DESTRUYEN

Toda la gente sabía para qué caminaba y qué demandar en la capital. Pero convenía que todos los caminantes tuvieran los mismos criterios y la misma base de información y conocimiento sobre los temas, especialmente sobre la Ley de Minería. Pedro Landa, hondureño experto en minería y líder fundador del Centro de Promoción y Desarrollo de Honduras (CEPRODEH), una ONG que lucha contra la explotación minera, explicó durante la caminata de manera muy sencilla y precisa las coordenadas de la nueva ley.

Comenzó con un ejemplo muy vivo: en el Valle de Siria, municipio de San Ignacio, departamento de Francisco Morazán, a unos 100 kilómetros de la capital, antes de que llegara la compañía minera “Entremares”, subsidiaria de la multinacional Goldcorp, de capital mayoritariamente canadiense, la gente cosechaba frijoles y maíz en grandes cantidades. “Hasta celebraban la feria del frijol en el mes de febrero”, recordó Pedro Landa. Esa fiesta quedó en la nostalgia porque en el valle de Siria hoy no se producen frijoles. Antes de que la compañía minera comenzara sus operaciones a finales de la última década del siglo 20, en el valle de Siria había suficiente tierra y agua para cultivar. Tres años después de extraer oro y plata, 18 de las 21 fuentes de agua desaparecieron. El agua no sólo ha escaseado, sino que la poca que ha quedado está contaminada.

NOS ROBAN EL AGUA

Pedro Landa sigue explicando ¿Qué significa esto? Que la explotación minera no solo extrae riquezas minerales, y si son compañías extranjeras no sólo se llevan esa riqueza fuera del país, sino que la explotación minera arrasa con el agua de las comunidades.Y sin agua no pueden existir cultivos. Eso se llama, amenaza directa a la vida.

La gente escucha y absorbe lo que dice Pedro Landa. Una empresa minera consume en una hora el agua que una familia necesita en 20 años. Esto significa que las compañías extranjeras no se llevan únicamente la riqueza mineral. Se roban el agua, la usurpan “¿Qué hago yo con tener un lingote de oro, si no tengo agua? Esas empresas llegan a las comunidades a robarnos el agua y al robarnos ese líquido nos roban la vida”.

Hay grandes naciones como Canadá, China, Chile, Estados Unidos, que mientras buscan proteger sus recursos internos, quieren apropiarse de los recursos de países más indefensos y encuentran empresarios y políticos dispuestos a facilitar estas inversiones internacionales a cambio de participar como socios locales.

HONDURAS ES UNA MINA

De Honduras salen cada mes 600 mil toneladas de hierro con destino a China. El mayor porcentaje de ese hierro se extrae de la mina de Agalteca, en el departamento de Yoro, en el norte hondureño. El gobierno de Honduras debe invertir en la construcción y mantenimiento de las carreteras por donde pasan los contenedores cargados de hierro con dinero que proviene mayoritariamente de impuestos del pueblo hondureño. De regreso, China ingresa a Honduras ese mismo hierro convertido en ollas, ventiladores, láminas y todo tipo de productos.

Con la Ley de Minería se estaría asegurando que el 15% del territorio hondureño fuera explotado por las compañías mineras transnacionales. Las compañías mineras han realizado exploraciones que ratifican que el territorio hondureño es una auténtica mina, que existen en nuestro suelo enormes reservas de oro y plata y de óxido de plata, muy apetecido por las productoras de láminas para techos, para celulares y para todo tipo de electrodomésticos. También existe una enorme reserva de petróleo en la zona de la Mosquitia. Detrás de ella están diversas compañías petroleras.

La explotación de todas estas riquezas está en la base de la Ley de Minería. Con fondos de las propias mineras, el gobierno hondureño “socializó” entre la población las “grandes ventajas” de la ley antes de su aprobación.

LOS INTERESES DE CHINA

La Ley de Minería y la de las Ciudades Modelo van unidas de la mano. China está muy interesada en impulsar las Ciudades Modelo porque a través de este proyecto, se ahorraría el transporte de todo el hierro que se lleva de nuestro país. A China le resulta más barato construir sus fábricas en Honduras, con leyes autónomas de las leyes hondureñas, que transportar el hierro en barcos que tardan más de un mes en llegar de Honduras a China. La Ley de Minería y las Ciudades Modelo constituyen dos proyectos de un mismo plan de las transnacionales para apropiarse de los recursos naturales hondureños.

Además de China, hay dos países que han jugado un papel muy importante en impulsar la Ley de Minería: Canadá y Chile.

LOS INTERESES DE CANADÁ

Canadá es dueño del 80% de todas las minas del mundo y se ha convertido en el principal asesor del gobierno de Honduras para lograr la aprobación de la Ley de Minería.

Uno de los primerísimos gobiernos en reconocer el gobierno de Porfirio Lobo fue Canadá, el país que realizó los más intensos cabildeos para que los gobiernos de la OEA readmitieran a Honduras tras su expulsión después del golpe de Estado de junio de 2009. Canadá fue también uno de los primeros países en formar la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, con el propósito de dar mayor legitimidad a la administración pública hondureña, salpicada hasta el tuétano por el golpe de Estado.

Pasaron los meses y Canadá, emergió de nuevo, esta vez como uno de los países que levantó la bandera de la depuración de la Policía hondureña y de la institucionalidad de la Justicia, ofreciéndose a integrar la Comisión de Reforma a la Seguridad Pública junto con Chile. El interés de Canadá era la Ley de Minería, que abre las puertas a las minas a cielo abierto que utilizan el venenoso cianuro.

Al promover la aprobación de esta ley los canadienses pidieron que se estableciera un 2% de las rentas
para los altos oficiales de la Policía y del Ministerio de Seguridad. Así, la Policía y el Ejército se beneficiarán de estas explotaciones y a cambio darán protección a las compañías mineras, ahorrándoles que paguen su seguridad.

ENEMIGOS DEL “ORDEN PÚBLICO”

Pedro Landa sigue explicando a la gente. “Si la explotación de las minas por las compañías transnacionales sostiene a la Policía y al Ejercito, esto quiere decir que todas las personas y organizaciones que se opongan a la explotación minera serán enemigos directos de la Policía y del Ejército. Los jefes policiales y los militares no sólo protegen a las multinacionales mineras, se protegen a sí mismos porque son beneficiarios directos de sus ganancias. Si una mina no se explota será un dinero que no llegará a los oficiales que protegen a las mineras”.

Así, la Ley de Minería coloca a la gente y a las comunidades que defienden la riqueza mineral como enemigas
del orden público. La ley traerá mayor seguridad legal para las compañías multinacionales, y mayor represión, persecución e intimidación para las comunidades y los sectores sociales opuestos a la minería.

A CIELO ABIERTO

La nueva Ley de Minería sustituye la aprobada en 1998, puesta en cuestión por diversos sectores ambientalistas, incluso por la propia Corte Suprema de Justicia, que la declaró inconstitucional en trece de sus principales artículos.

La ley aprobada deja abiertas las puertas para la explotación minera a cielo abierto con uso de cianuro, siempre que así resulte de un plebiscito con las comunidades afectadas. Las compañías mineras y sus socios internos han entendido bien el trámite hondureño. Saben que siempre bastó remunerar muy bien a un presidente de patronato para que las urnas de un plebiscito se llenaran con votos favorables a cierto partido político. Saben que ahora, estos expertos en cumplir los deseos de los políticos, cumplirán los de la empresa minera.

INDÍGENAS: LOS MÁS FIRMES

En la caminata íbamos de diversos sectores de la sociedad. Campesinos y campesinas, organizaciones comunales, cooperativas, organizaciones feministas, un par de sacerdotes, negros garifunas y pueblos indígenas, lencas y tolupanes.

“Los indígenas son otro rollo”, se oyó decir entre quienes íbamos en la marcha. Lo eran por extremadamente disciplinados y resistentes a todos los soles, lluvias, vientos, gripes y zancudos. Fueron los más callados y firmes en la caminata. Sin prisas y sin apuros. Sin detenerse. Tienen recursos que el resto no tiene: su resistencia histórica, y el Convenio 169 de la OIT, que les da derecho a la consulta obligatoria cuando en su territorio se realicen actividades
o negocios que ellos no acepten.

En Marcalá, en la profundidad del occidente del país, los lencas tienen interpuesta una demanda contra el alcalde de la zona, contra el Congreso Nacional y contra la Secretaría de Recursos Naturales porque en esa localidad el corazón del territorio lenca se otorgó una concesión para hacer una represa, sin consulta alguna. El Convenio 169 es un instrumento para que los pueblos indígenas defiendan sus riquezas y sus territorios. Por eso también, ellos son “otro rollo”. En la caminata todo mundo se hizo un solo rollo con ellos, y ellos se fundieron con el resto de las organizaciones y culturas.

¿CÓMO MIRARON LA CAMINATA?

La caminata fue un ejercicio de soberanía desde la diversidad cultural, étnica, de género, política, social y religiosa. Fue un ejercicio móvil de poder popular y de educación popular. Y como siempre, y como todo acto popular, pasó desapercibida para los bien situados de este mundo, incluyendo a la clase media ilustrada de los centros urbanos. Quienes desde esos sectores la conocieron, la minimizaron o la ridiculizaron.

Ni el alto empresariado ni los dirigentes de los dos partidos políticos tradicionales le hicieron caso. Para ellos la caminata no existió. Tampoco fue relevante para los dirigentes de altura de los partidos nuevos, incluyendo el partido LIBRE, el de Zelaya. Vieron la caminata como una actividad organizada por quienes se oponen al proceso electoral. Fue entendida como expresión de los sectores de izquierda adversarios de LIBRE y de las elecciones. Este prejuicio se impuso.

Para sectores de las ONG la caminata fue una hazaña realizada por gente valiente a la que había que felicitar, pero desde la distancia, sin salpicarse ni mezclarse. Para sectores de la jerarquía de la Iglesia católica tampoco existió la caminata porque para algunos de estos jerarcas las cosas existen o no existen si existen o no para los grandes medios de comunicación o para los voceros de las élites empresariales o políticas. Para los medios de comunicación la caminata existió porque ocurrió en un momento coyuntural en que podía ser utilizada para seguir confrontando las decisiones del gobierno, con quien tienen pendiente una negociación de cara a las elecciones.

GENEROSIDAD Y SOLIDARIDAD

Si no tuvo resonancia entre los sectores del poder, la caminata sí penetró el corazón de muchas comunidades y de sectores de a pie. Los 200 kilómetros que recorrimos estuvieron llenos de gestos de generosidad y de solidaridad desde el inicio hasta el fin. “Nunca he comido como estoy comiendo aquí”, dijo un indígena tolupán mientras tenía que rechazar un plato de comida porque unos minutos antes se había comido dos platos llenos de tortillas, frijoles, queso, huevo y aguacate.

Naranjas, piñas, bananos, plátanos, elotes, café, tamales, pan, horchata, tortillas y frijoles, carne y queso, nos fueron entregando a diario y a todo lo largo del camino. Y todo eran regalos de gente humilde. Un señor, Carlos Altamirano, de 77 años, salió a la carretera, con movimientos lentos, encorvado, pidiendo acercarse a alguien de la caminata. “Yo estoy enfermo de mi estómago, ya me voy a morir, no puedo caminar, no tengo dinero”, nos dijo y se metió la mano al bolsillo para darnos un billete de 20 lempiras. “Ustedes están haciendo -nos dijo- lo que yo haría en contra de los corruptos de nuestro país. Tomen estas lempiras, no puedo darles más. Pero lo hago con todo mi amor”.

Hablaba despacito, su respiración era lenta, difícil y con sus ojos aprobaba la caminata, satisfecho de mirar en sus últimos días que el futuro podía ser distinto a la vida que injustamente le tocó vivir en la Honduras de los políticos corruptos.

MARTHA, DEL AGUÁN

A mi lado siempre tuve la compañía de mucha gente curtida por el sol, con olor a sudor. A los cuatro días de andar, todos teníamos ya la piel prieta. Mucho más de lo prieta que ya es nuestra vida.

Venía en el grupo una mujer joven. La asocié a las mujeres que acompañaban a Jesús. No dejó de andar ni un solo paso. Nunca se subió a un vehículo. Nunca se quejó. Y siempre con su sonrisa. Era del Aguán, presidenta de una empresa asociativa campesina formada sólo por hombres. Con 29 años y ya con cinco hijos. Dueña impecable e implacable de su propia pobreza. Se llama Martha. Caminó 200 kilómetros, sólo hablando de cuando en cuando con sus niños y familiares para darles esperanza y consuelo, mientras podía captar que a través de aquel celular le llegaban las quejas por la ausencia de la madre y seguramente por la ausencia de comida.

LUDYN Y SPIRO, UNA PAREJA

Al lado de Martha siempre estuvo caminando una pareja: Ludyn y Spiro. Los dos del occidental departamento de Santa Bárbara. Él, originario de Grecia, al pasar por Puerto Cortés en el Atlántico hondureño, hace treinta años, miró enamorado el rostro de la joven Ludyn, y se quedó para siempre en tierras catrachas. Esa hondureña se ha convertido hoy en sus ojos, porque Spiro perdió la vista. Pero con la mirada de Ludyn sigue caminando por los senderos de la resistencia hondureña. Ambos tienen un hogar de puertas abiertas a la lucha del pueblo por una vida más humana y digna. Viven en Atima, un lugar todavía con verdes montañas y cafetales, en Santa Bárbara, a unos 200 kilómetros de San Pedro Sula. Quien llega a la casa de Ludyn y Spiro huele de inmediato en el café y en sus voces la hermosa realidad de dos culturas fundidas en un único abrazo solidario.

ORBELINA, LA CANTORA

Venía con nosotros otra mujer, Orbelina, de 56 años, de la directiva del Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA). Cantó durante los diez días que duró la caminata. Nunca vimos un signo de tristeza en su rostro. “El dolor lo llevo en el corazón”, me dijo cuando juntos comíamos tortillas con frijoles y queso en una de las estaciones del camino. En su casa se quedaron los diez hijos que parió y por los que caminaba: “Para que no vivan la tristeza que me tocó sufrir a mí por causa de quienes nos arrebataron la tierra”, me dice mientras sigue con su canto alegre y su paso firme por la carretera.

Las mujeres organizadas en el Foro de Mujeres por la Vida de San Pedro Sula caminaron el primer día. Y las mujeres organizadas en el Centro de Derechos de Mujeres se unieron a medio camino. Eran las mujeres las que encabezaban siempre la caminata y cuando llegábamos al lugar donde pasaríamos la noche se encargaban de que todo estuviera en orden, participaban en actividades culturales y en programas de radio.

EL SABOR QUE NOS QUEDA

Mientras la indiferencia y el cálculo definían la Caminata en las alturas políticas, en las comunidades la definición eran la simpatía y la solidaridad. En los ocho lugares en los que nos detuvimos a descansar y a dormir no hubo diferencias entre simpatizantes o activistas del partido LIBRE y los que siendo de la Resistencia han preferido mantenerse independientes del partido. No hubo diferencias entre negros e indios, entre urbanos y campesinos, entre los de partidos políticos y los del movimiento social. Con sus demandas, la caminata tenía una fuerza mística de unidad y armonía, como sólo habíamos experimentado en los primeros meses de lucha contra el golpe de Estado en 2009 o en la huelga de hambre iniciada por los fiscales en abril de 2008.

La caminata ingresó en la capital y finalizó el 6 de marzo. Centenares de zapatos quedaron hechos añicos
en la carretera que desde el norte conduce a la capital. Los pies de los 300 caminantes quedaron ampollados y mucha gente quedó como resaca con fiebre, gripe e infecciones. Vivimos en una escuela ambulante de comunicación y de educación popular. Quedó una hermosa memoria del encuentro de los caminantes con decenas de comunidades.

Quedó el sabor bonito de la hermandad que vivieron los caminantes provenientes de diversos lugares, experiencias y realidades culturales.

EN LA FRÍA TEGUCIGALPA

Quedó también el frío recibimiento de la capital. Y no sólo porque el día en que llegamos a Tegucigalpa, en la noche en la que allí pasamos, la ciudad estaba atrapada en un frente frío. Frío porque las organizaciones gremiales, políticas y sociales de la capital no se abrieron al “guancasco”, al encuentro con la gente del interior que llegaba. Las expresiones de solidaridad fueron aisladas, dispersas y espontáneas, no organizadas, compactas ni masivas. Mientras el recibimiento en las comunidades del camino fue cálido y lleno de vida y solidaridad, en la capital se sintió el frío de la distancia y el cálculo.

MAGROS RESULTADOS POLÍTICOS

Una comisión secundaria del Congreso Nacional se reunió con la dirigencia de la caminata para escuchar la demanda de derogación de la Ley de Minería y de las Ciudades Modelo. Los diputados argumentaron que la demanda llegaba demasiado tarde, que antes de la aprobación de la Ley de Minería hubo un proceso de consultas y de socialización de los contenidos de la ley. Cuando hablaron de las Ciudades Modelo, nos dijeron que ese decreto había quedado derogado tras la declaratoria de inconstitucionalidad por la Corte Suprema de Justicia y que lo aprobado a finales de enero era otro decreto, con la garantía de ser constitucional, pues respeta la soberanía nacional y busca el desarrollo del país. Una representación de la Corte Suprema de Justicia recibió a los caminantes para abordar el caso de Chabelo Morales.

Así, un esfuerzo extraordinario con entrega, generosidad y mística tuvo como conclusión muy magros resultados políticos.

EL RESULTADO FUE EL CAMINO

Los resultados no debemos buscarlos en la respuesta política oficial. Ya sabemos que los sectores políticos y empresariales son imbatibles ante las demandas populares. Ninguna cúpula tiene capacidad ni voluntad para responder y atender las demandas de los sectores populares. Ninguna cúpula está en disposición de reacomodar su agenda.

Los resultados hay que descubrirlos, buscarlos y ordenarlos en la caminata misma. Son resultados en el camino más que en la llegada. Los resultados son el encuentro de organizaciones y culturas diversas en torno a un mismo caminar y las demandas comunes. Son el encuentro entre caminantes y comunidades en el territorio, la relación de unidad política en la base entre sectores que en las alturas políticas no se entienden y se llenan de desconfianzas, la construcción de cultura política popular, el haber logrado una articulación y consenso en torno a demandas muy precisas en medio de decenas e interminables demandas justas y necesarias. Resultados son el papel dirigente, creativo y de resistencia de las mujeres, una conducción que logró la articulación entre viejas dirigencias y nuevas generaciones, la capacidad de resistencia para vencer obstáculos.

Estos resultados se quedarán en la mente y el corazón de los caminantes como un aporte político para seguir descubriendo caminos… mientras seguimos caminando. Porque hoy caminar juntos y buscando es también una forma de luchar.