Panamá

‘Ok Tedi’ y el frágil futuro del país

Por Azael Barrera
OK Tedi no es un saludo o despedida, es el nombre de uno de los más grandes desastres ambientales de la minería a cielo abierto de cobre y oro del mundo, del que muy pocos lectores conocen; está al otro lado del mundo, en Papúa Nueva Guinea.

Elevamos la atención sobre este desastre provocado por una industria minera insaciable y un gobierno complaciente. Nuestras autoridades están mostrando una absoluta disposición para servir nuestras selvas, bosques y montañas, en bandeja de cobre y oro a poderosos consorcios mineros.

Una reconocida minera australiana inició en la década de 1980 el proyecto Ok Tedi, una gigantesca mina a cielo abierto de oro y cobre, en el Monte Fubilan, en la comarca de los wopkaimin en las montañas centrales de Papúa Nueva Guinea. El consorcio, primero, dividió a los pobladores, que apenas 30 años antes habían tenido su primer contacto con la civilización. Ofrecieron hospitales, escuelas, viviendas, salarios muy por encima de la media de ese país, y crearon una ciudad, Tabubil.

El estudio de impacto social ambiental enaltecía los impactos económicos positivos al país. El gobierno cambió las leyes para favorecer la minería. Los “remedios ambientales” incluían un dique de “primer mundo” que evitaría descargas de desechos contaminantes al río Fly, uno de los principales de ese país.

Pocos años después el dique se rompió y dejó caer decenas de miles de toneladas diarias de residuos tóxicos en el río; al día de hoy se vierten directamente. Los desechos lodosos han contaminado el río Fly hasta su desembocadura, destruyendo bosques ribereños a 1km a cada lado del río, y afectando a más de 40 mil familias.

La contaminación del estuario del río afectó irreversiblemente la salud de las poblaciones costeras. El cráter de la mina es tan grande que ha afectado el balance ecológico de la región. La roca descartada cubre las laderas y con las lluvias se desprenden más desechos.

El desastre llevó a pobladores y propietarios a demandar a la empresa por varios miles de millones de dólares. Sin embargo, el Estado asumió el control de gran parte de la mina y nunca reparó el dique, y además modificó las leyes para que la minera pudiera zafarse del problema. En 2005, la demanda fue acogida en Australia, donde tiene su sede la minera, y esta admitió que había hecho las cosas mal, pero era demasiado tarde. Para 2007 se negoció una pírrica compensación en especie de sólo 350 millones de dólares.

¿A dónde nos lleva esto? Nuestras autoridades quieren cambiar la ley minera. Se quiere construir a toda costa una mina a cielo abierto con apenas 0.5% de cobre en el distrito de Donoso en Colón. La mina tendría tres tajos a cielo abierto, tan grandes que sólo uno de ellos cubre un área que incluiría el Casco Antiguo, Santa Ana, el Cerro Ancón y Balboa, como se desprende de un estudio hecho público por los proponentes.

El dique de desechos, o tranque de relaves, de acuerdo a la propuesta tendría un área que comprendería Bella Vista, San Francisco, el Cangrejo, Bethania, Condado del Rey, el Bosque, Villa Cáceres, Hato Pintado, Pueblo Nuevo, Río Abajo y Parque Lefevre. La mina y su complejo industrial estarían enclavados en medio del Corredor Biológico Mesoamericano del Atlántico Panameño, principal corredor migratorio de vida silvestre del país y del continente.

No podemos permitir un desastre como Ok Tedi en nuestro país, ni mucho menos. Ciudadano, alza tu voz si no quieres que el futuro de Panamá quede en manos de poderosos intereses mineros y financieros. Sobre todo cuando sus estudios afirman que con sus operaciones mejorarán nuestra biodiversidad.

Las alternativas de desarrollo para Panamá con absoluto respeto al medio ambiente existen; la minería a cielo abierto no está entre ellas.