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Minería a cielo abierto y la restauración del territorio

(España)Las canteras a cielo abierto constituyen uno de los impactos más evidentes de la actividad humana en el territorio. Este tipo de minería supone laminar el suelo, desmontar la montaña y arrancar enormes bloques de roca, lo que acaba por recordar a una manzana mordisqueada. La restauración de los daños paisajísticos y estructurales en los que incurre esta actividad es obligatoria. Para ello la legislación actual prevé una fianza sobre la base de un proyecto inicial de explotación que se deposita hasta que los trabajos de restauración devuelvan la zona afectada a un estado lo más parecido posible al de antes de la actividad minera.

Haciendo cuentas, el dueño de la cantera generalmente prefiere perder ese dinero a invertir una suma mayor en la reparación de los destrozos. Las secuelas de la minería no tardan en aparecer. Más allá de la evidencia en el paisaje, el principal problema ocurre cuando, debido a la pérdida de cubierta vegetal, se disparan las tasas de erosión, que conducen a la degradación irreversible de la zona.

El trabajo desarrollado en la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) por la investigadora Lourdes Luna, bajo la tutela de Albert Solé, tiene como objeto la restauración de canteras de roca calcárea. Se trata de buscar las soluciones más adecuadas, a un coste asumible por las empresas, para devolver el aspecto y la funcionalidad a un paisaje dolorosamente alterado.

En territorios áridos, la escasez de lluvia, su torrencialidad y las altas tasas de evaporación, suponen inconvenientes que condicionan las técnicas de restauración a emplear. Se trata de crear, de manera artificial, algo que se parezca al suelo original, es decir, que tenga nutrientes, agua y cierta estructura, de manera que sirva como capa protectora frente a los agentes erosivos y se genere un ente biológico con vida propia que se mantenga por sí mismo. Un suelo, finalmente, es una especie de ser vivo complejísimo que logra transformar sus residuos en nutrientes, resultando esencial en numerosos procesos de un ecosistema.

En esta tesis doctoral se han ensayado diversas alternativas para buscar la más eficaz a un coste asumible por el empresario. Así, se han probado diversas técnicas de restauración, especies vegetales, enmiendas orgánicas y acolchados, con el fin de seleccionar las más idóneas para los territorios secos.

Un resultado muy interesante es la posibilidad de reutilizar lodos y compost de origen local, lo que permite cerrar el ciclo de los nutrientes, convirtiendo la basura orgánica en una fuente de vida. Estas enmiendas orgánicas mejoraron extraordinariamente la porosidad del suelo, incrementando su infiltración y, en consecuencia, reduciendo la escorrentía.

El trabajo de la investigadora Lourdes Luna dibuja un prometedor horizonte dado que, tras años de investigación, de tomar datos en el campo y de bregar con los diversos inconvenientes que rodean a la actividad científica, ha logrado establecer unas recomendaciones prácticas que ayudarán a recuperar zonas muy dañadas.

El trabajo pone también de manifiesto un hecho que no debemos perder de vista. La naturaleza no es fácilmente reemplazable. Es posible que existan soluciones tecnológicas, pero ponerlas en práctica a gran escala tiene un coste enorme. Por tanto, apliquemos el principio de prevención. Curar las heridas sale muy caro, y a veces es imposible.

Fuente: http://blogs.20minutos.es/ciencia-para-llevar-csic/2017/04/20/mineria-a-cielo-abierto-y-la-restauracion-del-territorio/