Mexico

Mineras «colonizadoras»

Catalina Noriega
Les dieron un poder absoluto y ahora, varias compañías mineras extranjeras -en particular corporativos canadienses- están bajo acusaciones gravísimas. La historia de la minería en México ha sido cruel para muchísimos trabajadores y sus familias. Recordar tragedias recientes, como la de Pasta de Conchos, basta para imaginar la triste existencia de aquellos que dejan su vida laborando debajo de la tierra.

Si el trabajo en sí mismo es de enormes sacrificios, fortaleza y dedicación, cuanto más cuando se colabora para patronos explotadores y deshumanizados. Al parecer así actúan algunas empresas canadienses, a las que ahora denuncian activistas y ONG´s nacionales y extranjeras. La Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) y la organización «Otros Mundos», levantan la voz y urgen a poner un alto a quienes contaminan y siembran muerte y desolación.

 

Tanto Fox como Calderón se dedicaron a otorgar concesiones y del 2000 a la fecha se entregaron 37 mil. Se dice que hay aproximadamente 56 mil hectáreas del territorio, dedicadas a esta actividad, en su mayoría en manos de extranjeros.

El caso de las minas de oro es patético: el 72% de las compañías que se dedican a extraer el preciadísimo metal son canadienses; 15% gringas y el resto, británicas, australianas, chinas, indias y de otros países.

La activista Betty Cariño se fue directa a Canadá, a fin de dar a conocer las arbitrariedades. A su regreso murió asesinada. No ha sido la única y son varios defensores de Derechos Humanos, los que, al oponerse al trato esclavizador de quienes se sienten colonizadores, corrieron con la misma suerte.

Canadá destaca por su protección al medio ambiente, por ser una nación democrática, respetuosa de las garantías individuales y con ciudades con niveles de vida de excelencia. Inconcebible el que, algunos de sus connacionales actúen en plan de conquistadores salvajes, en México.

La minería es una industria que atenta contra la ecología. La explotación requiere de cantidades impresionantes de agua, lo que supone en muchos sentidos, la afectación de las zonas aledañas y de sus habitantes. El uso de químicos agresivos, ataca la agricultura de estas regiones y con frecuencia propician accidentes serios, como el ocurrido en Sonora.

El 22 de agosto volcó una pipa cargada con miles de litros de cianuro de sodio, en el kilómetro 167 de la carretera Hermosillo-Yécora. Parte del derrame fue a dar al Río Yaqui y se tuvieron que evacuar a poblaciones que habitan en las márgenes de la cuenca. La mortal sustancia iba a la mina de oro Los Mulatos. Se obligó a la empresa transportista a retirar el contaminante derramado y a dar tratamiento a los perímetros afectados, aunque por fortuna, sólo cayó parte de la peligrosa carga.

Como si la naturaleza misma de estas empresas no conllevara suficientes riesgos, las denuncias hablan de la contratación de grupos paramilitares y sicarios, a efecto de acallar a las voces que rechazan a los beneficiarios de estas concesiones.

Sin cumplir con las obligaciones que tendrían en su país, se explota a operarios a los que se somete a salarios de vergüenza. Provocan enfrentamientos en comunidades indígenas (Un buen número de minas se localizan en ellas), procurando dividir a sus pobladores. Se amenaza y se atemoriza, a extremos de que, el propio Napoleón Gómez Urrutia (Ningún dechado de decencia ni representatividad real de sus sindicalizados), denunció ante el gremio similar canadiense, los abusos de la Excellon Resources en Durango.

Si en la industria metalúrgica la inversión extranjera deja tanto que desear, qué puede esperarse con el futuro petrolero si se les abrieran las puertas a las conocidas como las «Siete Hermanas». Fácil imaginarlo.

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