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Mexico

Mesoamérica dice sí a la vida y no a la minería

lectura-de-relatorias-de-mesas-600x450El modelo extractivista que se cierne sobre los territorios indígenas del continente se topa de frente con la coordinación de pueblos y organizaciones que resisten y crean alternativas.

El modelo extractivista que se cierne sobre los territorios indígenas del continente se topa de frente con la coordinación de pueblos y organizaciones que resisten y crean alternativas.

Nuestra lucha es no a la minería porque nuestro medio ambiente nos pide protección (…). Decimos que no a la minería porque de decir sí; estaríamos cambiando vida por muerte, vida que se muestra en nuestras montañas y ríos que rebozan de vida en todo lo que está a su alrededor”

Palabras de Bienvenida al Encuentro de Pueblos de Mesoamérica: sí a la vida, no a la minería

Comunidades indígenas y organizaciones sociales de diversos países construyen espacios de coordinación ante los embates de las empresas mineras, que con apoyo de los gobiernos acechan los territorios a lo largo y ancho de Mesoamérica.
Oaxaca, estado con larga experiencia de defensa del territorio, alojó a quienes se reunieron para analizar el modelo extractivista de la región, los problemas relacionados con la megaminería y las diversas estrategias de despojo y expropiación de los bienes comunes naturales, además de compartir experiencias para la defensa, resistencia común y construcción de alternativas

Capulápam de Méndez: ejemplo de resistencia y de construcción de alternativas
Capulálpam de Méndez es una comunidad asentada en la Sierra Juárez, en el estado de Oaxaca. Durante dos siglos, su territorio fue utilizado para la extracción de oro y plata por parte de la compañía minera La Natividad, una empresa que no sólo malpagó a sus trabajadores (oriundos de Capulálpam y de pueblos cercanos), sino que contaminó las aguas del Río Capulálpam, desapareció al menos 13 acuíferos y abusó de los bosques, extrayendo madera para los trabajos de la mina.

Es en el nuevo contexto de asignación de concesiones mineras por todo el territorio nacional[1], cuando minera La Natividad, en asociación con la empresa canadiense Continuum Resources, emprendieron una serie de exploraciones en 1994 y 2004, en los terrenos comunales de Capulálpam y de pueblos vecinos. Descubrieron una enorme cantidad de oro y plata justamente en una importante zona de recarga de acuíferos y con un gran valor histórico para este pueblo serrano.

Salvador Aquino, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), señala que la asignación de estas concesiones viola el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que México ratificó y que establece el derecho de las comunidades indígenas a la consulta previa, libre e informada sobre todo proyecto que pretenda asentarse en sus territorios, y más todavía si pone en riesgo su vida como pueblo.

Ante esta situación, y tomando en cuenta la experiencia desastrosa que representó la minera Natividad, los pobladores de Capulálpam, reunidos en asamblea general de comuneros, decidieron no permitir que ningún tipo de empresa extraña entre a su territorio. De esta manera, desde 2005 mantienen un proceso de resistencia tanto en el frente jurídico como en el político, y entre sus logros está la suspensión temporal de la mina, tras un intenso proceso de movilización y las constantes denuncias hechas ante instancias estatales y federales, como es el caso de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA).

La sólida organización comunitaria del pueblo de Capulálpam, donde todos los cargos públicos son otorgados mediante el sistema de usos y costumbres, y donde la máxima autoridad es la asamblea general de comuneros y ciudadanos, ha permitido que su negativa ante las pretensiones de la compañía minera se mantenga firme. Además, este “No a la mina” se fortalece por la larga lucha emprendida contra las empresas papeleras y por el control de sus bienes forestales, de la mano de una serie de alternativas puestas en marcha por la comunidad, entre las que destacan sus propias empresas comunitarias, basadas en el ecoturismo y en el aprovechamiento sustentable de sus bienes naturales.

De esta manera, los comuneros de Capulálpam han demostrado que no necesitan del dinero ofrecido por la compañía a cambio de ceder la riqueza de su subsuelo, porque para ellos el tesoro más preciado es el agua y el bosque. Para perjuicio de los intereses del poder y del dinero, no hay manera de hacerlos cambiar de opinión.

No obstante, a partir de 2012 el pueblo del Capulálpam enfrenta una nueva amenaza de reactivación del emprendimiento minero, ahora en manos de la firma canadiense Sundance. Esta empresa notificó el término de las actividades de remediación por los daños producidos por las presas de jales (rocas y tierra que quedan después de la explotación minera), y afirma contar con los nuevos permisos para continuar con los trabajos de explotación.

Los habitantes de Capulálpam advierten que la zona no se ha restaurado y que difícilmente se logrará, puesto que muchas de las afectaciones son irreversibles. Sin lugar a dudas, esta noticia abre un nuevo periodo de alerta para los pobladores, quienes están preparados para luchar por la suspensión definitiva del emprendimiento minero.

Los pueblos oaxaqueños en defensa del territorio 
Este proceso de resistencia de los comuneros de Capulálpam es acompañado por diversas organizaciones de la sociedad civil, aglutinadas en el Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios. Este colectivo emprendió una serie de trabajos preventivos de información, organización y articulación entre las comunidades donde se pretenden instalar proyectos mineros.

De acuerdo con José Pablo, integrante de Servicios del Pueblo Mixe, organización que forma parte del Colectivo, el primer evento donde se intercambiaron experiencias y se vislumbraron acciones conjuntas se realizó en la comunidad de Jaltepec de Candayoc, en la región Mixe, donde enfrentan un problema de sobreexplotación de las tierras comunales por parte de los gobiernos estatal y federal.

Aquel encuentro se llamó “Tejiendo la resistencia en defensa de nuestros territorios”, y aunque no estaba centrado en el tema de la minería, constituyó un primer paso hacia el intercambio de experiencias y discusión de alternativas ante los proyectos que hoy acechan a los territorios indígenas.

Después, entre 2007 y 2008, ante el problema de San José del Progreso, situado en el Valle de Ocotlán, se organizó un segundo encuentro, esta vez orientado exclusivamente a la cuestión de la minería, llamado “Tejiendo la resistencia”. Uno de sus resultados fue la realización de foros regionales informativos sobre los impactos de la minería. Uno de ellos fue en la agencia Los Ocotes del Vergel, perteneciente a Ejutla de Crespo, donde se tiene reporte de concesiones mineras; y otro en Maguey Largo, agencia de San José del Progreso.

Durante el encuentro en Maguey Largo, los participantes decidieron tomar acción por dos frentes. El primero, basado en la lucha jurídica y de resistencia civil pacífica, y el segundo, en la movilización masiva y el bloqueo de carreteras. Pero el logro más significativo fue el encuentro y la articulación de casi una decena de autoridades agrarias del Valle de Ocotlán. Sin embargo, las agresiones contra la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán (CPUVO), emprendidas por la minera en complicidad con los gobiernos municipal, estatal y federal, van en aumento. Tan sólo en 2012 se registraron cuatro ataques de grupos armados, de los que resultaron asesinados dos defensores de derechos humanos: Bernardo Méndez y Bernardo Vázquez, además de casi una decena de heridos.

Después de esto se reactiva el problema de Capulálpam, por lo que decidieron realizar varios foros “Tejiendo la resistencia” en dicha población para seguir con la información y articulación de los pueblos oaxaqueños amenazados por la minería, así como con otras experiencias similares en otras partes del país. Sin embargo, al poco tiempo fue necesario organizar un encuentro de mayor alcance, no sólo a nivel local o nacional, sino tomando en cuenta a los países vecinos que también encaran el mismo problema.

Encuentro de Pueblos de Mesoamérica: sí a la vida, no a la minería
Es en este contexto que el pueblo de Capulálpam de Méndez recibió entre el 17 y el 20 de enero del 2013 el “Encuentro de Pueblos de Mesoamérica: sí a la vida, no a la minería”. Asistieron aproximadamente 480 personas de diversas latitudes del territorio nacional y de otros países como Honduras, Guatemala, El Salvador, Puerto Rico, Argentina, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia y España, todos reunidos con el objetivo de analizar el modelo extractivista de la región, los problemas relacionados con la megaminería y las diversas estrategias de despojo y expropiación de los bienes comunes naturales, además de compartir experiencias para la defensa, resistencia común y construcción de alternativas.

El cálido recibimiento de las comunidades de Capulálpam a los asistentes estuvo acompañado de una planeada organización, en la que se distribuyeron las diversas tareas en quince comisiones. Sus integrantes trabajaron intensamente para alimentar, registrar y hospedar a los visitantes, cuidando que hasta el último detalle estuviera resuelto para garantizar que las actividades se realizaran en las mejores condiciones. Con esta impecable organización quedó claro que la vida comunitaria del pueblo de Capulálpam está compuesta por un denso y cohesionado tejido social, capaz de orientar su energía al fin que colectivamente se propongan.

Además de las autoridades comunales y municipales de Capulálpam de Méndez, muchas otras organizaciones y redes organizaron y convocaron a este encuentro, como la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán (CPUVO); el Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios; Servicios del Pueblo Mixe; la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (UNOSJO); el Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto; Servicios para una Educación Alternativa (EDUCA); el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh); Servicios Universitarios y Redes de Conocimiento de Oaxaca (SURCO); Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas (CENAMI); la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA); y el Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero (M4).

Si bien la asistencia al Encuentro fue diversa y se expresó en la participación de organizaciones civiles, sociales, medios alternativos, colectivos y redes, interesados en intervenir en la defensa de los bienes comunes antes la creciente conflictividad socio-ambiental en la región; es de resaltar la importante presencia de comunidades y autoridades municipales, comunitarias y agrarias de las diferentes regiones del estado de Oaxaca; desde la Costa hasta la Cuenca del Papaloapan, y de la Mixteca al Istmo de Tehuantepec.

La nutrida presencia en este encuentro es signo de la necesidad de espacios de información, análisis, reflexión, encuentro y organización colectiva ante el crecimiento exponencial de conflictos socio-ambientales en la región por la continuidad, profundización, intensificación y expansión de proyectos. Estos proyectos se encaminan al control, extracción, explotación y mercantilización de bienes comunes naturales, así como el desarrollo de numerosos proyectos de infraestructura carretera, portuaria y enclaves turísticos.
Se organizaron diversos paneles con especialistas y activistas que reflexionaron en torno a la lógica del extractivismo en la región y los mecanismos de despojo, tanto de Estados como de empresas. También se compartieron experiencias de defensa del territorio a partir de la combinación de estrategias de lucha que en ámbito legal, institucional, organizativo y de movilización pueden obstaculizar la mercantilización de los bienes naturales.

Por otro lado, se llevaron a cabo algunas mesas de trabajo para deliberar colectivamente sobre las problemáticas que la minería genera en los ecosistemas y en la salud de los habitantes cercanos a un emprendimiento, así como las estrategias y capacidades sociales para encarar dichas dificultades.
Asimismo se exploraron con profundo interés los modos colectivos a través de los cuales puede generarse o fortalecerse el tejido comunitario ante los mecanismos de dominación de los estados y empresas, las cuales tratarán siempre de dividir, corromper, criminalizar y desestructurar la fuerza social que entorpezca la generación de ganancias.

En todas las mesas, compartieron su experiencia y palabra las organizaciones y comunidades que se han caracterizado por protagonizar un proceso de lucha y defensa de sus territorios. Las sentidas palabras de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán, a casi un año de la muerte de Bernardo Vásquez, fueron parte del coro a voces que denunció una y otra vez las atrocidades de estos proyectos de destrucción.

Lo más importante de todo ello es que el rechazo y repudio colectivo posibilitó también la disposición a acordar acciones de organización, articulación y movilización conjuntas; y a no perder de vista la imperante necesidad de fortalecer los procesos comunitarios orientados a la autodeterminación y la construcción de alternativas para el buen vivir.

Desde un rincón rebelde de la Sierra de Juárez, en Capulálpam, una vez más se encuentran las resistencias que dignamente gritan ¡no a la minería! y ¡sí a la vida!

[1] Entre 2004 y 2006, tan sólo en el caso específico de la sierra Zapoteca y Mixe, el gobierno federal otorgó más de 50 mil hectáreas en concesiones mineras, de las cuales 4 mil se encuentran en terrenos de Capulálpam. Las empresas más interesadas en la explotación de minerales en el estado de Oaxaca son la Continuum Resources (que cambió su nombre a Sundance), Fortuna Silver y Arco Gold, todas de capital canadiense.