Argentina

Megaminería, un debate

22 de Febrero 2012
Claudio Lowy
El envío a las listas ecolowy de las notas Con «c» de cianuro, de Catamarca y de Canal 13 y Alumbrera, según la Universidad de Córdoba, de www.lavaca.org, disparó múltiples opiniones, argumentaciones, respuestas y consultas, algunas de las cuales están sin responder.

Hubo un par de reclamos por mi falta de participación. La trama de argumentos que comparto sigue esas notas y las investigaciones vinculadas, la carta abierta a la presidenta de la Red Nacional de Acción Ecologista y la respuesta de la Unión de Asambleas Ciudadanas, la Resolución de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNRosario del 16 de febrero de 2012, las notas periodísticas que denuncian que hay capitales que financian la actividad petrolera en las Islas Malvinas y también la megaminería en la Argentina continental, que adquieren relevancia por las expresiones presidenciales; y otros textos que propongo abajo.
La mayoría de los mensajes de quienes participamos en estas listas están en línea con estos textos, que no comentaré ya que están disponibles en Internet.

Algunos mensajes a favor de una cierta megaminería controlada socialmente, que incluso llegaron a poner en duda los daños sociales y ambientales, generaron expresiones de indignación, desagrado y extrañeza. El criterio fue privilegiar el debate. Como escribió Verónica: En principio me parece positivo encontrar en esta lista posiciones que nos erizan la piel, son las mismas que nos podemos encontrar al hablar con gente en otros ámbitos, en la calle, las charlas donde sean.

Estoy convencido de que no es necesario haber estado en la mina para expresarse en contra de los daños que produce. Lo mismo pasa con tantas otras situaciones, como ya fue señalado.

El reclamo de un debate «serio” por parte de la presidenta es mayoritariamente recibido con incredulidad e indignación, como no podría ser de otra manera. El oficialismo lo podría haber promovido hace ya mucho tiempo, y esgrime ese argumento para responder a las asambleas y movilizaciones sociales cuando ya no tiene escapatoria. En vez de ello, también con incredulidad e indignación, entre tantas otras cosas, hemos visto a nuestra presidenta recibir al presidente de la Barrick y brindar con él y sus socios en Canadá, vetar la ley de protección de glaciares, y asociarse políticamente con gobernadores pro megaminería sin debate previo alguno.

Signos claros de la falta de interés del oficialismo por realizar una gestión ambiental a favor de los sectores populares y de la sostenibilidad son la megaminería, el sistema agroalimentario transgénico con deforestaciones y envenenamientos de ecosistemas y de millones de personas en un marco de delitos penales y civiles impunes, el electroducto con estudios y evaluaciones de impacto ambiental que desconocen poblaciones afectadas, el Riachuelo mal gestionado a pesar de la presión social y judicial, el reciclado y la construcción de centrales nucleares a escasos kilómetros del conurbano bonaerense, con tecnología obsoleta, cuando otros países desarrollados están desmantelando las suyas, y tantos otros.

Como no-peronista propongo a los oficialistas K, presidenta incluida, que lean o vuelvan a leer la carta de J.D. Perón «A todos los pueblos y gobiernos del mundo”, de marzo de 1972. (http://www.movimientoperonista.com/fichero/23-03-72%20a%20todos%20los%20pueblos%20y%20gobiernos.pdf ).

Recordemos que en su tercer presidencia Perón nombró como primera Secretaria de Medio Ambiente de la Nación a Yolanda Ortiz, de quien muchos ambientalistas aprendimos tanto. Lamentablemente, hoy la realidad de esa secretaría del gobierno K, por decisión de la presidenta, es completamente diferente.

Por supuesto también indigna el oportunismo de sectores opositores al gobierno, ideológicamente identificados con la concentración del poder y el ingreso, que salen a rasgarse las vestiduras en los medios afines por la contaminación y los daños sociales de la megaminería, cuando en otras oportunidades se manifestaron a favor de ella, y sistemáticamente apoyan el sistema sojero transgénico, ocultando los daños sociales, ambientales y económicos.

Otra cuestión que apareció nuevamente en el debate fue: ¿hay que prohibir la megaminería o controlarla? Y surgieron varias preguntas vinculadas: ¿hay formas de hacer megaminería a cielo abierto que no produzcan los impactos que genera la que utiliza esta inmensa cantidad de recursos comunes, explosivos, tóxicos, y deja esta cantidad de residuos incontrolables a mediano y largo plazo? ¿Es posible hacer megaminería a cielo abierto sin contaminar? ¿Es posible auditar y controlar la contaminación de la megaminería a cielo abierto y garantizar que no contamine? ¿Es posible compatibilizar la megaminería a cielo abierto con otras actividades económicas y sociales vinculadas a los recursos comunes y a las culturas? Y si estas cosas no son posibles, ¿cómo hacemos para prohibir la megaminería en nuestros países?

Estas preguntas requieren respuestas a la vez específicas y complejas. Para comenzar a responderlas está bueno leer Mitos y realidades de la minería transnacional, de Jennifer Moore – http://deslinde.org.co/IMG/pdf/6_Mineria-_LISTO.pdf , así como la excelente versión local, ampliada por cierto, 15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina, del colectivo Voces de Alerta.

Implícitas en la discusión anterior, aparecen otras cuestiones: ¿Las regulaciones limitan o legitiman? ¿Son más importantes las acciones sociales, las jurídicas, las judiciales, las productivas, las de gestión política, las de difusión o las educativas?

Pero esos son otros debates que están dentro de la lucha y construcción de otro paradigma civilizatorio, con dimensiones cultural, social, política y económica, para nombrarlas de alguna manera. Este proceso requiere múltiples actores y estrategias concurrentes.