Bolivia

La minería transnacional

Por José Guillermo Tórrez G. O.
Es curioso constatar cómo muchos actos que tienen lugar en la vida de los hombres llevan a resultados contradictorios. Es el caso de la “bolivianización” de la minería de Bolivia realizada por Simón I. Patiño con la compra que efectuó de las propiedades mineras: Minchin, Harrison y Duncan en Huanuni, y haber eliminado el control chileno de la Compañía Estañífera de Llallagua.

Sin embargo, la organización de la Patiño Mines Consolidated Incorporated, con domicilio en Delaware, EEUU, y con su directorio en Nueva York, se convirtió en una empresa transnacional. Si bien Patiño mantuvo control mayoritario en la nueva empresa nombrando algunos bolivianos como miembros del directorio en Nueva York, la administración de las minas en Bolivia quedó íntegramente en manos extranjeras.

Patiño intentó muchas veces modificar esa situación, pero simplemente fueron algunos intentos circunstanciales. En los últimos tiempos de la empresa, el gerente fue J. C. Pickering, quien desempeñó ese cargo 12 años, y al producirse su retiro voluntario en 1939 dio paso a Percy E. Holmes.

La nacionalización de la gran minería, el 31 de octubre de 1952, por el MNR, dio margen a la creación de la Comibol. Este paso histórico marcó un nuevo orden y organización del sector minero metalúrgico: la minería chica, la cooperativa y la mediana. Los mineros medianos fueron regulados como un sector privado. En este conjunto de empresas se pueden citar a Emusa, Embas, Santa Lucía, La Solución, Comisal, International Mines, que inicialmente era de Grace y que posteriormente pasó a manos de bolivianos, la propia empresa minera Comsur, y muchas otras fueron de bolivianos y para bolivianos dentro del marco político de crear una burguesía nuestra, con operadores y profesionales nacionales.

Después de la debacle del estaño en febrero de 1985, que arrastró a todo el estamento de minerales y metales por una parte, y el petróleo y gas, por otra, a precios tan deprimidos, que llegaron a sufrir una crisis jamás vista en toda la historia y que tuvo una vigencia, peor que una guerra, por 20 años, hasta 2005. Este fenómeno dio margen a que Comibol atrajera inversiones y tecnologías destinadas a la explotación de los recursos naturales no renovables, denominados contratos de operación y servicios, reiterando que estos contratos constituyen la forma más equitativa y eficiente para el desarrollo empresarial en los países en vías de desarrollo. El origen de esta modalidad de contratos se produjo en Indonesia hacia 1960 a sugerencia de un estudio elaborado en ese entonces por un experto de Naciones Unidas, un boliviano, Roberto Arce Álvarez, que asesoraba al presidente Sukarno en el ramo de minería.

Esta modalidad, que dio excelentes resultados en Indonesia, se extendió después en Malasia y Tailandia pasando después a Latinoamérica. Al aceptar estos contratos, Comibol también lo hizo con empresas bolivianas.

Llama mucho la atención que hoy esta modalidad de contratos sea hecha con transnacionales, en los yacimientos de Pucro, Bolívar, Colquiri, San Vicente, Pulacayo y otros, y empresas privadas como San Cristóbal, Manquiri etc. Aparentemente, se fortalece a las transnacionales, mientras, los emprendedores y empresarios bolivianos no tienen esa oportunidad y el apoyo para su desarrollo.

El autor es ingeniero geólogo y administrador de empresas
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