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Bolivia

La minería contaminante

mina a cielo abieroEl ambientalista Eduardo Gudynas sostuvo, en una de sus visitas a Bolivia,  que no existe actividad minera (extractivista, en realidad) que sea «menos” contaminante para la naturaleza  y que en temas de medio ambiente es difícil hablar de «daños menores” (o menos malos).

La idea, rescatando el postulado de este reconocido ambientalista uruguayo es que, como sucede con los derechos humanos (que son interdependientes e indivisibles), todo daño al medio ambiente es irreversible y no existe prácticamente actividad de explotación de recursos naturales que no le afecte.

Esta reflexión surge  de los resultados de una encuesta realizada por la Dirección de Medio Ambiente, Minería e Industria (dependiente del Ministerio de Minería), que señala que en Bolivia el 64% de las explotaciones auríferas grandes y pequeñas emplean el mercurio en sus operaciones. En otras palabras, tanto los pequeños emprendimientos mineros (legales o ilegales; personales o de cooperativas), como los grandes,  envenenan el medio ambiente.

Entrevistado por Página Siete, el experto en epidemiología  Herman Gibb  alertó sobre el riesgo que representan el uso del mercurio en la minería aurífera para la salud, especialmente para niños y mujeres embarazadas. Según sus datos, cuando el mercurio se descarga al aguay penetra en la cadena alimentaria, se registra la principal causa de contaminación crónica humana. Además, el mercurio que se emite al aire causa impacto directo sobre la salud de los mineros y de los ecosistemas, incluso los lejanos de los centros mineros. «El mercurio es un contaminante altamente tóxico que puede dañar el cerebro y el sistema nervioso”, dijo Gibb y enfatizó en que sus efectos trascienden las áreas mineras y «pueden viajar en la atmósfera (…) lejos de su fuente original”. El mercurio usado en la minería aurífera es, en su mayoría, liberado directamente al ambiente, contaminando suelos, aire y agua.

Aunque algunos de estos datos son novedosos, el debate sobre el uso de mercurio en la minería aurífera ya ha tenido espacio en el país; sin embargo, nada se ha hecho al respecto. Consultado sobre el particular, el presidente de la Federación Regional de Cooperativas Mineras Auríferas (Ferreco), Edmundo Polo, aseguró que sus afiliados usan este metal pesado en poco volumen y que tienen el cuidado de no echarlo en los ríos. Aspecto que muchas veces ha sido contradecido por  comunarios  que han registrado la forma poco cuidadosa con que se realizan estos procesos.

El secretario general de la Federación de Cooperativas Mineras del Norte de La Paz (Fecoman), Julio Chino, admitió que su sector aplica el mercurio porque no encontraron otra tecnología que pueda reemplazar para limpiar las impurezas del oro. En las más de 800 cooperativas que pertenecen a Fencoman y Fedecomin, por lo menos el 10% usa el mercurio para obtener el oro. Varias de estas organizaciones dicen estar dispuestas a entrar en la etapa de cianurización, que puede reemplazar el uso de este metal. Para ello  piden apoyo del Ministerio de Minería, «queremos reemplazar también con la construcción de diques de colas, pero la inversión es alta”, dice Chino.

 Como se ve, los problemas crecen y las soluciones demoran. Además del enorme descontrol que existe sobre el sector, no se puede contar con la vocación de responsabilidad ambiental de las empresas o cooperativas mineras  que han mostrado siempre un enorme corporativismo, es decir una intransigente defensa de sus intereses particulares que ha estado sazonada por el respaldo brindado por la actual gestión de Gobierno.

Poca atención han dado las autoridades (a excepción del actual gobernador de La Paz que ha mostrado preocupación sobre el tema)  a los aspectos ambientales; por el contrario, se ha preferido alentar  las concesiones de este sector y empoderarlo tanto con maquinaria como con impunidad. Así, mientras ellos se enriquecen, muchas comunidades sufren las consecuencias en la más absoluta soledad.

No existe actividad minera (extractivista) que sea «menos” contaminante para la naturaleza; es difícil hablar de «daños menores” (o menos malos).

Además del enorme descontrol que existe, no se puede contar con la vocación de responsabilidad ambiental de la cooperativas mineras.