Latinoamerica

La minería afecta competitividad industrial (ONU)

Entrevista a Katja Hujo

La coordinadora de investigación del Instituto de Investigación de las
Naciones Unidas para el Desarrollo Social, responsable del estudio editado
en junio «Las rentas mineras y financiación de la política social», dialogó
con El País sobre sus hallazgos en base a estudios de caso, en vista de que
este sector tomará más impulso en Uruguay. Hujo señaló que la minería
acentúa la desigualdad del ingreso y que los Estados deben procurar que las
rentas mineras se destinen al financiamiento de políticas sociales. También
afirmó que la minería afecta a la industria manufacturera dado que aprecia
la moneda local, lo que hace menos competitivos a los bienes de exportación
con valor agregado.por
Marcela Dobal, 22 julio 2012, El País, Montevideo

-Usted ha realizado estudios sobre la distribución del ingreso en países
con minería desarrollada, ¿qué muestra la evidencia empírica?

– Los países ricos en recursos naturales y especialmente en productos
mineros tienen una tendencia a mayor desigualdad que otros. La desigualdad
siempre se produce a través de dos procesos. Por un lado está la
distribución de riqueza primaria, que es resultado de procesos de mercado,
y después una distribución secundaria que es resultado de políticas
estatales. A través del mercado vemos que países ricos en minerales se
caracterizan por economías de enclave con sectores dinámicos mineros
concentrados en ciertas áreas geográficas y que muchas veces no tienen
otros vínculos con el resto de la economía. Eso lleva automáticamente a una
concentración de ingresos en el sector. En Chile es claro que el Norte,
donde está la producción de cobre, cuenta con ingresos más altos que otras
provincias. También en Nigeria hay una desigualdad regional que se explica
en gran medida por la producción petrolera. Por otra parte, la distribución
de ingresos a través del Estado depende mucho del régimen político y de la
capacidad de captar parte de la renta de esas industrias extractivas y
distribuirla a sectores más amplios de la sociedad.

– ¿Cómo afecta el desarrollo de la minería a otros sectores, como la industria?

– Cuando se habla de minería muchas veces se habla de una maldición de los
recursos naturales y esa hipótesis se fundamenta mucho en los efectos
macroeconómicos que produce la extracción. La problemática reside en que
países que exportan productos primarios, como petróleo, reciben muchos
flujos de divisas que después tienen un efecto sobre el nivel de precios y
el tipo de cambio, que llevan a la apreciación, lo que se llama «enfermedad
holandesa». Esa apreciación del tipo de cambio la sufren las demás
industrias en el país. Lo que observamos es que lentamente el sector
manufacturero pierde competitividad y el país se hace cada vez más
dependiente del sector extractivo y de servicios, que no compite con el
exterior.

– Cuando habla de apreciación del tipo de cambio ¿es la moneda local frente
al dólar?

– Exacto. Por eso la producción doméstica se vuelve más cara comparándola
con los precios en el exterior y todo lo que se produce domésticamente es
más caro y quita competitividad. Solo el sector extractivo que se calcula
en dólares sigue siendo competitivo, entonces crece y el resto no.

– ¿La minería genera obstáculos para el comercio de materias primas procesadas?

– Normalmente lo que forma parte de una estrategia de desarrollo de largo
plazo para una economía que explota recursos primarios es, a lo largo del
tiempo, diversificar la economía y darle mayor valor agregado. Muchas veces
estos objetivos encuentran obstáculos, no en los países mismos sino en la
estructura de comercio exterior global, porque es más fácil exportar
productos mineros que procesados. A veces no es necesariamente que haya una
protección de los países ricos vis a vis de productos procesados del tercer
mundo, sino que para los países de bajos ingresos hay ciertos privilegios
en el comercio exterior de materias primas pero cuando producen productos
más sofisticados se quitan estos privilegios. Eso actúa como un obstáculo
proteccionista.

– ¿Evitar la maldición de los recursos depende de cómo el Estado trabaja
sobre ellos?

– No en todos los casos la extracción de minerales o la producción de
productos minerales significa una maldición, sino que hay muchos casos que
demuestran que países que basan su producción en materias primas pueden ser
exitosos. El éxito de una estrategia de desarrollo que se basa en productos
primarios, mineros, depende por un lado del contexto internacional pero en
gran parte de las políticas y de la calidad institucional y administrativa
del país. También depende de quiénes son los actores activos en esas
industrias; si son empresas nacionales o multinacionales, si el Estado
mismo participa en la extracción de los recursos. Lo que es importante es
tratar de minimizar el efecto inflacionario y la apreciación cambiaria.

– En cuanto a la calidad institucional ¿qué hay que mejorar?, ¿el control
de empresas?

– Por un lado es la calidad de las instituciones. Por otro lado es
importante la reglamentación del sector, los contratos que tienen los
gobiernos con los inversores extranjeros, la cantidad de renta que capta el
Estado para redistribuir.

-¿Qué relación existe entre la minería y la política fiscal?

– En muchos países que muestran una dependencia fuerte de las industrias
extractivas vemos que una gran parte del ingreso público depende de ese
sector. Como el sector de los commodities, el de minerales se caracteriza
por una gran volatilidad de precios que se traduce en una volatilidad de
los ingresos públicos. Eso lo hemos visto claramente con la crisis de 2008.
No siempre están todos los minerales afectados, pero suelen caer los
ingresos fiscales. Normalmente la reacción del Estado es cortar el gasto,
hacer un ajuste de política fiscal que en un contexto de crisis es una
reacción procíclica que lleva a un deterioro de la situación.

– ¿Cómo pueden las rentas de minerales financiar las políticas sociales?

– En muchos países de bajos ingresos y especialmente con el contexto
internacional actual hay un potencial de extraer más renta de ese sector
(por producción propia, por regalías o por impuestos) y canalizar parte de
estos fondos al presupuesto público. Usar parte de este dinero para
financiar políticas sociales tiene muchas ventajas para el crecimiento y
para la estabilidad política y social. Un gran desafío es crear un consenso
social sobre el uso de la renta pública, pero si no hay una fuente de
financiamiento estable no se pueden discutir políticas sociales o
introducir nuevos beneficios.

– Pero si los ingresos mineros son procíclicos, ¿qué pasa si baja el precio
internacional?

– Ése es un gran riesgo, por eso es muy importante tener una estrategia de
largo plazo con fondos de estabilización y de alguna manera hacer un
cálculo serio sobre los recursos que se tienen bajo distintos escenarios.
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