Mexico

La defensa de Virikuta

09 Octubre, 2010
De nueva cuenta (tras miles de veces que los wixaritari se han pronunciado en defensa de Virikuta, o Desierto de Coronado, sin duda uno de los lugares sagrados más importantes de Mesoamérica y Aridoamérica), las comunidades de Waut+a, Tutsipa, Tatei Kie, Tuapurie y Uweni Muyewe que conforman el pueblo wixárika elevan su voz para protestar por las modificaciones a las leyes de minería que sirven en charola de plata los lugares más recónditos de los territorios indígenas a las compañías mineras transnacionales, como es el caso de First Majestic Silver (de origen canadiense) a la cual se le otorgaron 22 concesiones en lugares aledaños a Real de Catorce, que suman 6 mil 326 hectáreas, que abarcan lugares sagrados.

Los daños serían evidentes en manantiales sagrados donde se colectan aguas especiales que se encuentran en las cuencas de las vetas de plata que van a explotarse ­y que están en peligro de contaminarse con cianuro y desecarse por la enorme cantidad de agua usada por esa industria. Serían 16 centros de población los que saldrían afectados (los cuales pertenecen a 6 ejidos) y numerosas localidades que verían afectadas sus fuentes de agua como El mastranto, San José de Milpitas, Estación Catorce, Santa Cruz de Carretas, Los Catorce, Las Relaciones, El Barranco, El Garabato, Vigas de Coronado, San Juan de Matanzas y otras, lo que sumaría unas 3 mil 500 personas que resultarían afectadas.

Además, conceder la explotación minera a First Majestic Silver viola el Convenio 169 de la oit, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos peligrosos, La Ley general de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la Ley Ambiental de San Luis Potosí y otras disposiciones, Normas Oficiales Mexicanas y programas de manejo, además de no haberle sido consultadas estas acciones a ninguna instancia de gestión de los pueblos y comunidades.

Es obvio entonces que el pueblo wixárika en pleno rechaza el proyecto minero de First Majestic Silver y se inconforma por la afectación a uno de los enclaves megadiversos del país que es sin duda un lugar sagrado para toda la humanidad. También expresa profunda preocupación por la contaminación y desecamiento del agua que beben los pobladores del desierto, “y por el incremento de enfermedades respiratorias, gastrointestinales o incluso cáncer debido a los venenos usados en la minería y el efecto de sus residuos tóxicos”.

Al final de su comunicado, firmado por autoridades agrarias y tradicionales de todo el pueblo huichol, los wixaritari enfatizan: “Aclaramos que haremos uso de todos los recursos necesarios para detener este devastador proyecto minero, valiéndonos de recursos jurídicos nacionales e internacionales que están a nuestro favor así como acciones de resistencia civil y pacífica que sean necesarias”.

Parecería consigna, pero el repunte impresionante de la industria minera en nuestro país va aparejado de un incremento en el acoso en varios frentes a las comunidades indígenas de todo el país y entraña una destrucción mucho mayor que antes, por la renovada voracidad de las empresas, y porque en el siglo XXI, la extracción de las poquísimas reservas minerales que quedan se hace sin miramiento alguno.