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El Salvador

La contaminación no tiene fronteras

cerro-blancoComo la mina Cerro Blanco tendrá repercusiones medioambientales en El Salvador

Por Hermelinda Bolaños (*)

El proyecto minero Cerro Blanco, ubicado en Asunción Mita, en Jutiapa, Guatemala, producirá un drenaje ácido que representa una amenaza de contaminación para el lago de Güija en El Salvador. Los efectos a largo plazo también afectaran al río Lempa, puesto que el lago es uno de sus principales afluentes. La mina no ha empezado sacar los metales pesados, debido a que se han encontrado aguas termales que se están extrayendo y, con esta absorción, se están secando los mantos acuíferos de la zona.
En el año 2007 las autoridades ambientalistas de Guatemala otorgaron un permiso a la empresa minera Entre Mares, subsidiada por la empresa canadiense Goldcorp Inc., para iniciar con el proyecto de explotación de oro y plata en el Cerro Blanco, en el municipio de Asunción Mita, en el departamento de Jutiapa.

Esta autorización se concedió sin tomar en cuenta los impactos medioambientales que iba a ocasionar esta actividad en el país guatemalteco, pues dentro de la mina hay aguas termales que obstaculizan el trabajo para la extracción de los metales preciosos; lo que obliga a los mineros a succionar toda esta agua. Según un estudio realizado por Dina López, profesora de Geoquímica e Hidrogeología de la Universidad de Ohio, con el apoyo del Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM) de El Salvador, la extracción de estas aguas está secando los mantos acuíferos de la zona. Por otra parte, las aguas termales son depositadas al río Ostúa a una temperatura demasiado elevada y esto afecta la vida del afluente. Los mineros argumentan que están pasando por un proceso de enfriamiento; sin embargo, al observar el agua que corre por las fuentes que han diseñado dentro de la mina para expulsarla, se percibe el calor, y las rocas están cubiertas de una sustancia naranja. Esta sustancia, según el estudio de López, es el arsénico que contiene el agua. El arsénico es un elemento natural que se comporta como un metal y que produce daños en el medio ambiente.
En el año 2009, Octavio Gasparico, habitante de Asunción Mita, se unió a la lucha de las Comunidades Cristianas en Resistencia Contra la Minería Metálica de Asunción Mita, para frenar este proyecto que, según comentó, atenta contra la vida humana. “Estamos convencidos que queremos detener los proyectos mineros y si alguien tiene que morir en la lucha, estamos dispuestos a correr el riesgo” comentó Gasparico. A sus 61 años, reconoce que el problema no le afecta directamente, pero asegura que su responsabilidad social y medio ambiental lo insta a motivar a los habitantes de los alrededores de la mina para que defiendan su territorio de este tipo de amenazas que producen los proyectos mineros, los cuales se aprovechan de la debilidad de las leyes ambientales de los países para explotar sus riquezas y contaminar sus recursos naturales.
La problemática de la mina Cerro Blanco también es una amenaza latente para El Salvador, puesto que se encuentra ubicada a 18 Kilómetros del Lago de Güija en Metapán, al occidente del país y, según Alejandro Labrador, facilitador de comunicaciones de la Mesa Nacional Frente a la Minería Metálica, el proceso de contaminación del lago de Güija se producirá a través del río Ostúa que comparte El Salvador con Guatemala, puesto que allí se depositarían todos los desechos con cianuro y este afluente los arrastrará hasta el lago de Güija. El cianuro es un metal pesado que se utiliza para separar el oro de la roca. Este proceso, según Labrador, se conoce como lixiviación por cianuro y tiene impactos graves en el Medio Ambiente. Cabe destacar que este metal es tan tóxico que una ínfima cantidad podría contaminar todo el cuerpo de agua de Güija y, en el proceso de lixiviación de la mina Cerro Blanco, más de 300 mil toneladas de desechos con cianuro van a ir a parar al río Ostúa, aseguró Nelly Rivera, coordinadora de difusión del Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM).
El lago de Güija no solo es un recurso hídrico para los habitantes de Metapán, sino que también representa una fuente de subsistencia para las comunidades de los alrededores del humedal. Rivera estima que hay más o menos 11 comunidades en Metapán que dependen de la pesca. “Si el lago de Güija se contamina tendríamos miles de metapanecos que serían los afectados inmediatos, pero esto no quiere decir que solo ellos van a ser los afectados, sino que todo El Salvador, debido a la contaminación del río Lempa a través del lago” agregó Rivera. Es importante mencionar que con la contaminación del lago de Güija, también se afectará a las aves y todo tipo de animales que viven en los alrededores de la laguna y del río Ostúa y que se nutren de ese ecosistema.
Ramón Ramírez, habitante de la comunidad La Barra, ubicada en los alrededores del lago en Metapán, afirmó que se dedica a la pesca desde los 12 años de edad y que de esta actividad obtiene el sustento para todos los miembros de su familia. Cada día se levanta a las 5:00 am y se dirige al lago para obtener el sustento diario, algunas veces lo acompañan sus dos hijos, pero otras prefiere ir solo. Ramírez esta consiente que él y su familia serían uno de los principales afectados con la actividad de la mina Cerro Blanco. “No tenemos otra fuente de trabajo, solo la laguna y la agricultura”, agregó Ramírez.
Según este pescador, el río Ostúa, desde el invierno del 2011, depositó sustancias dañinas que han evitado que el agua del lago se aclare. Esto también ha provocado que mueran mayores cantidades de peces y, en el caso de los cultivos, se han incrementado las plagas, lo que le genera pérdidas económicas que le afectan a él y a su familia. La experiencia, como pescador, le ha demostrado que antes la pesca en el lago de Güija era mucho mejor que ahora.
Ramírez pertenece, desde hace cuatro años, a una ADESCO de 160 pescadores aproximadamente. Cada mes se reúnen con la comunidad para manifestar sus necesidades y buscar posibles soluciones. En cuanto al tema de la contaminación del lago por la mina Cerro Blanco, está muy bien informado y, con el apoyo de organizaciones ambientalistas de El Salvador, está trabajando para frenar este problema que lo dejará sin ingresos económicos y sin una de las fuentes de agua más importantes para él y todo el municipio de Metapán.
El problema de la minería metálica del Cerro Blanco se conoció en El Salvador, según Gasparico, el mismo año que su organización lo identificó y desde entonces, ambos partes, han unido esfuerzos para manifestarse contra esta actividad. Por el contrario, los gobiernos tanto de El Salvador como de Guatemala se muestran indiferentes para hablar de esta problemática.
El Salvador no ha hecho una solicitud al gobierno guatemalteco para reducir el impacto ambiental que producirá la explotación de la mina. “El problema se nos escapa de las manos, porque está fuera de los limites de nuestro país y eso complica un poco la intervención”, afirmó Miguel Palacios, coordinador regional del complejo Guija por parte del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador. Por su parte el gobierno de Guatemala, según Rivera, ha sido claro en decir que ellos son libres de otorgar los permisos que quieran, que las cuencas del río Ostúa y del río Lempa les pertenecen y que El Salvador no puede exigirles nada. Además, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de Guatemala se niega a dar declaraciones sobre este tema. Se intentó hacerle una entrevista a algún representante de esta institución, pero después de varias llamadas telefónicas y correos electrónicos no se obtuvo respuesta por parte de la institución.
A nivel municipal, la alcaldía de Metapán, Santa Ana, rechaza totalmente esta actividad, pero no cuenta con el apoyo del gobierno central para solicitar al estado guatemalteco que se prohíba la explotación de la mina Cerro Blanco. “A medida que lleguen los metales pesados al Lago, no solo se van a contaminar los peces, sino también los cultivos y eso afectará a las cooperativas de pescadores y agricultores”, afirmó Nahúm González, asistente técnico de la Unidad de Medio Ambiente de la Alcaldía de Metapán.
De acuerdo con un estudio realizado en el 2011 por el ingeniero Jorge Grijalva, miembro del colectivo Madre Selva de Guatemala, se estima una producción total de la mina de 1,579,959 onzas de oro y 4,486,632 onzas de plata. Al precio promedio de noviembre de 2011, representaría aproximadamente un valor bruto de 2,800 millones de dólares estadounidenses. Sin embargo, Rivera aseguró que las empresas mineras dejan un porcentaje mínimo de dinero en los países que operan. “Según la ley, se destina un 2% que se divide entre el municipio donde está la mina y el gobierno central del país, eso no es nada comparado con los daños medioambientales que dejan”, añadió Rivera.
La contaminación del lago de Güija no se estancará en este humedal, debido a que sus aguas abastecen al río Lempa, el cual es uno de los principales ríos que atraviesan el Salvador y, según Luis González, miembro del equipo de Energía y Cambio Climático de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), el 70% del agua superficial de El Salvador proviene de este río y que además de allí se obtiene la electricidad para el país
“Con la minería metálica se violan derechos como el derecho a la vida, a la salud y, por supuesto, el derecho a un Medio Ambiente sano y equilibrado”, aseveró Mireya Tobar, delegada de Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), en Metapán. Esto puede verse reflejado en las numerosas enfermedades que ocasiona la minería metálica, los cuales podrían desarrollarse si el lago de Güija se contamina: deficiencia renal, metales pesados en la sangre, infecciones en la piel, niños con deformaciones, abortos prematuros, debilidad en los huesos, cáncer, impotencia sexual en los hombres, migraña e infertilidad en las mujeres. Estos son algunos de los casos que mencionó González para explicar las consecuencias, amparándose en las experiencias de los habitantes de los alrededores del río San Sebastián, en Santa Rosa de Lima, La Unión, el cual es un afluente sin vida. Ahí operó una mina que se abrió hace 100 años y que, a pesar que se cerró hace 40 años, sus aguas no se han descontaminado.
Hasta el momento, la empresa Entre Mares ha ganado la batalla en Guatemala y el proyecto está planificado para que dure 15 años. A pesar de esto, la organización a la que pertenece Gasparico, las organizaciones ambientalistas de El Salvador y las comunidades de los alrededores del humedal, no se detendrán con su lucha. Por ahora, se están realizando nuevos estudios del impacto medioambiental que genera la mina y, con el respaldo de esta información, planean hacer denuncias ante las organizaciones internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para evitar la manipulación que hacen los mineros al decir que el río Ostúa no tienen conexión con el río Lempa y que no hay forma de contaminar ambos países. “Presentaremos los estudios a personas interesadas en conocer el proyecto, al presidente de El Salvador y Guatemala, para que tomen cartas en el asunto y defiendan la vida de muchos hermanos y hermanas que están ubicadas en los alrededores de este proyecto”, dijo Armando González, fray de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción y coordinador de las Comunidades Cristianas en Resistencia Contra la Minería Metálica de Asunción Mita.
Alcance del lago de Güija en El Salvador
El lago de Guija es uno de los humedales más importantes de El Salvador. Además, el lago también es una fuente del Río Lempa, el cual es uno de los principales ríos que atraviesan el país. Según un informe presentado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el complejo Güija fue declarado sitio Ramsar; es decir, es considerado, a nivel internacional, como el complejo natural protegido número 1924 de acuerdo al orden cronológico de Ramsar y turísticas en el marco del desarrollo sostenible. El Complejo Güija abarca las lagunas de Metapán, Clara, Verde, Teconalá y el lago de Güija. Este complejo lagunar también incluye los volcanes San Diego, Vega de la Caña, Masatepeque y El Tule.
La biodiversidad del complejo Güija posee registros de hasta 59 mil individuos de aves acuáticas entre las que se destacan la zarceta ala azul, el pato cucharón, el pichiche y una alta diversidad de peces, así como un bivalvo de agua dulce, muy escaso en el país. Estos recursos naturales permiten que el sitio mantenga la pesca de subsistencia y comercial, así como actividades agrícolas y turísticas en el marco del desarrollo sostenible.
(*) Comunicaciones CEICOM