Internacional

El peligro oculto de la mina de Corcoesto

Vista de San Pedro de Corcoesto, localidad donde se ubica la mina de oro de Corcoesto

La estadística dice que al menos una vez al año una balsa minera en el mundo tiene un accidente grave, y la práctica, que en caso de desastre ambiental las empresas del sector suelen eludir sus responsabilidades.

Al menos una vez al año una balsa minera en el mundo tiene un accidente grave

En plena controversia sobre el proyecto minero aurífero a cielo abierto que la empresa canadiense Edgewater pretende instalar entre los ayuntamientos de Cabana de Bergantiños, Coristanco y Ponteceso (Galicia), han pasado ya trece años desde el que es considerado como el peor desastre ecológico ocurrido en Europa desde Chernóbil, el de Baia Mare.

 

El 30 de enero del 2000, se rompió un dique de contención de una balsa minera que contenía los residuos procedentes de una mina de oro en Aurul (Rumanía), propiedad de la empresa Remin S.A., coparticipada por el gobierno rumano y la compañía australiana Esmeralda Exploration Ltd., provocando un desastre ecológico y social sin precedentes por el vertido de más de 100.000 m³ barros con metales pesados y aguas residuales con una concentración de 126 mg. de cianuro por litro, superando en más de 700 veces el límite permitido.

Una ola de muerte descendió por el río Lapus, un afluente del Somes, alcanzando posteriormente al Tisza, en Hungría y al mismísimo Danubio en Serbia y Bulgaria, provocando la devastación entre peces, aves y flora acuática de la región, y dejando sin suministro de agua potable a más de dos millones y medio de personas.

Pese a que la compañía minera nunca llegó a hacerse responsable de los daños causados, la propia Unión Europea señaló con posterioridad que el accidente había dañado enormemente los ecosistemas naturales, dando lugar a la pérdida de diversidad biológica, contaminando la cadena alimentaria y los recursos de agua potable y de uso agrícola por los metales pesados depositados en los cursos fluviales, considerando además que la catástrofe iba a afectar a la vida de todos los habitantes de la región, especialmente a quiénes estaban dedicados a la pesca, la agricultura y el turismo.

Europa reacciona ante el cianuro

El desastre de Rumanía fue el germen que abrió el camino diez años más tarde a la resolución P7 TA (2010) 0145 del Parlamento Europeo el 5 de mayo de 2010, sobre el uso del cianuro de sodio en tecnologías mineras. El texto aprobado finalmente no prohíbe, pero sí recomienda encarecidamente que este compuesto no sea empleado en minería, al considerar que es «una sustancia química altamente tóxica utilizada en la minería del oro» (…) «clasificado como uno de los principales contaminantes» y que «puede tener un impacto catastrófico e irreversible en la salud humana y el medio ambiente y, por ende, en la diversidad biológica».

No existe ninguna garantía real de que no se vuelva a producir un accidente como el de Baia Mare

Además, recuerda, haciendo una referencia expresa al desastre de Baia Mare «que en los últimos 25 años se han registrado más de 30 accidentes importantes» y que «no existe ninguna garantía real de que no se vuelva a producir un accidente semejante», por lo que «pide a la Comisión y a los Estados miembros que no presten apoyo, de forma directa o indirecta, a ningún proyecto minero en la UE en que se empleen tecnologías mineras a base de cianuro» (…), «ni respalden proyectos de esas características en terceros países», porque «el uso de cianuro en minería crea poco empleo y solo por un periodo de entre ocho y dieciséis años, pero puede provocar enormes daños ecológicos transfronterizos que, por lo general, no son reparados por las empresas explotadoras responsables, que suelen desaparecer o declararse en quiebra, sino por el Estado correspondiente, es decir, por los contribuyentes».

Corcoesto: una bomba de relojería ambiental

Para las empresas mineras, por supuesto, cualquier tiempo pasado fue peor, al menos hasta que sucede un nuevo accidente, al que se le podrá achacar en el futuro los defectos del sistema o la obsolescencia tecnológica del proyecto, pero si de balsas mineras hablamos, resulta inevitable establecer comparaciones entre lo que sucedió en Rumanía en el 2000 y lo que podría ocurrir en Corcoesto si el proyecto finalmente sale adelante.

La compañía se irá con las 34 toneladas de oro, pero las balsas de residuos de flotación y lixiviación permanecerán en Bergantiños

Y es que la Xunta de Galicia debería de pensar en aplicar un principio que la propia Unión Europea ha definido como capital en todas sus políticas, el de Precaución, o al menos haber incluido en la Declaración de Impacto Ambiental aprobada a finales de 2012 una simulación de los peores accidentes posibles y la contratación de un seguro de responsabilidad civil con cobertura integral, lo que no ha hecho en ningún caso.

Porque la canadiense Edgewater Exploration Ltd., promotora del proyecto, se irá con las 34 toneladas métricas de oro que espera obtener, pero las balsas de residuos de flotación y lixiviación permanecerán en esta parte de la comarca coruñesa de Bergantiños destinadas a quedar en el futuro sin control alguno. Y hay que pensar que su rotura, y hablamos de una capacidad total que supera ampliamente los 11 millones de m³, podría provocar una tragedia ambiental y socioeconómica en la Costa da Morte coruñesa, tan sólo comparable a aquel funesto 19 de noviembre de 2002, cuando un el pecio de un buque monocasco con 77.000 toneladas de petróleo ensombreció el futuro y los sueños de un pueblo amante del mar.