Mexico

Carrizalillo, el infierno a cielo abierto

Marlén Castro y Rogelio Agustín
Sobre explotación en Carrizalillo
Reportaje ganador del Premio Internacional de Periodismo Proceso 2011

Dejó de Comer. Sólo quería dormir.

A Sofía López Peña, la ex afanadora del corporativo Goldcorp, lo poco que le quedaba de vida se le agotó en dos días, en vómitos y convulsiones, hasta que alrededor de las diez de la noche, del sábado 4 de diciembre de 2010, a la edad de 35 años, dejó de existir en la clínica del IMSS, en Acapulco.

En sus planes no figuraba la muerte, por lo menos, no pronto, ni de esa forma.

Como por el 20 de noviembre yo me di cuenta que se le quitó el apetito, seguramente fue desde antes, pero hasta esa fecha yo lo supe, porque ese día tuvo descanso y la vi, casi nunca la veía pues siempre estaba trabajando, la vi mal y le dije, atiéndete hija, pero ella me dijo que estaba cansada, que lo que tenía se le quitaba durmiendo. Todos los días, llegaba a dormirse.

Esther Peña Barrios se limpió las gotas que escurrieron una tras otra, por sus mejillas estropeadas, primero con la mano, luego alguien de los muchos nietos huérfanos que hay en esta casa en el ejido de Carrizalillo, del municipio de Eduardo Neri, le alcanzó su chal que, al parecer, es su paño de lágrimas.

Yo me siento culpable, la gente también me lo llega a decir, porque no es posible que no me haya dado cuenta, que nadie de los que vivimos aquí nos hayamos dado cuenta de lo mal que estaba mi hija, de que ya no comía nada, pero ¿cómo lo íbamos a saber?, si ni la veíamos, llegaba como a las ocho de la noche y ni nos venía a ver, llegaba a dormirse y, así, hasta el otro día que se iba a trabajar.

Sofía quería salir de Carrizalillo. Decía que trabajaba de esa forma, para tener suficiente dinero para comprar una casa en otro lugar, como piensan las cerca de 100 familias del pueblo, desde que consintieron rentar sus tierras al corporativo Goldcorp, “el mayor productor de oro y de más bajo costo”, como se anuncia la compañía canadiense, con sede en Vancouver, en su página en internet.

Por eso, Sofía, quien de afanadora se convirtió en la responsable de manejar el equipo de absorción atómica del laboratorio, un trabajo que requiere de mucha especialización y de un perfil profesional muy específico, decidió doblar jornada laboral y cubrir dos turnos: de 7:00 a 15:00 y de 15:00 a 19:00 horas.

Aunque realizaba un trabajo de alta calificación, se encargaba de analizar y determinar la concentración de los metales en las muestras extraídas de los bancos de mineral; es decir, determinar cuántos milígramos de oro podrían encontrarse en cada tonelada de tierra removida, manipulando cianuro y otras sustancias tóxicas, sus estudios de hasta primer año de secundaria, sólo le permitían obtener mil 800 pesos a la semana.

Para dominar el complejo proceso para analizar la concentración del oro, Sofía sacrificó durante meses los ratos de descanso con sus hijos. Cubría su jornada como afanadora y luego se quedaba otro turno para recibir la capacitación en el laboratorio.

Mi hija falleció por los químicos que respiraba, cuando por fin fue a hacerse unos análisis, dos días antes de morir, le dijeron que sus pulmones estaban desechos que pronto iba a comenzar a vomitar sangre, así cómo estaba de mal, todavía fue a la planta a pedir permiso para atenderse, porque si no, la iban a correr.

II

En Carrizalillo, los ejidatarios no sólo rentaron las tierras al corporativo canadiense Goldcorp, también su alma y su conciencia.

Desde 2009 que negociaron, supuestamente, un convenio ventajoso con la trasnacional por la renta de sus tierras, de lo único (importante) que están pendientes es del precio de la onza de oro.

El resto, como los síntomas de las enfermedades relacionadas con las minas a cielo abierto, el impacto ambiental, la posibilidad de la contaminación de los acuíferos, de un accidente con las toneladas de cianuro usados a diario, la muerte de Sofía, de Fidencio, la falta de agua, parecen no importar.

Los Filos-El Bermejal es el primer yacimiento de oro a cielo abierto en el estado.

Los efectos desconocidos al principio, son ignorados a voluntad por los principales afectados.

“En términos ambientales y sociales, ninguna actividad industrial es más devastadora que la minería superficial”, se lee en un documento titulado Minería a cielo abierto y sus impactos ambientales, elaborado por la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente (AIDA), consultado en internet.

En Guerrero, el fenómeno es nuevo. No hay organización pendiente de la operación.

Una megamina –el caso de Los Filos– utiliza nueve toneladas de explosivos y 10 de cianuro por día, cuando una porción del tamaño de un arroz es suficiente para matar a una persona, de acuerdo a Conciencia solidaria, una ong argentina en contra de este tipo de minería.

Cuando la mina termina su operación, deja ríos, arroyos y acuíferos contaminados, porque las aguas con cianuro terminan volcándose. Queda una población enferma de muerte.

La capacidad productiva de las tierras tarda cien años, o más, en recuperarse.

Pero aquí, las autoridades dicen que todo está bien, que Goldcorp es una empresa sustentable.

– En tres años no ha habido ninguna denuncia de las comunidades. Lo que quiere decir que Goldcorp está cumpliendo. Desde hace seis años se certificó como industria limpia y cada dos años se ha evaluado y mantiene esa categoría. Nosotros cada dos meses verificamos que lo que reporta sea real. La última visita fue hace 15 días, más o menos. No sé exactamente la fecha, como no es un foco rojo, no tengo en la mente cada uno de los detalles.

El delegado de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), Joel Tacuba García, contesta de mala gana la entrevista a través del teléfono, única manera de contactarlo, luego de semanas de evasión.

–¿La ciudadanía puede estar tranquila con respecto a las operaciones en Los Filos?

–Certeza absoluta. La empresa ha cumplido en todo. Garantiza manejo de residuos sólidos, de emisiones al medio ambiente, de manejo del agua, de medidas de contención, como la reforestación,  de acuerdo a los parámetros establecidos.

–¿Qué hay del agua con cianuro que es utilizada para separar el oro, a dónde se va?

–Se deposita en las presas de jale. El agua como bien sabes tiende a irse al subsuelo o evaporarse.

–¿Si esa agua se filtra al subsuelo, entonces tiende a contaminar los mantos freáticos?

–No, porque tiene un tratamiento previo.

–¿La Profepa garantiza que esa agua ya no tiene cianuro cuando la absorbe el subsuelo?

–No podía precisar si lleva cianuro o no. Se supone que no. El proceso fue avalado por la Semarnat.

III

No nos podemos espantar de lo que pasa. Cuando rentamos nuestras tierras todos sabíamos de las consecuencias. Estuvimos conscientes de que se iba a usar cianuro y lo que eso significa, por eso estamos dispuestos a enfrentar lo que venga.

Crisóforo Guzmán Montiel, el líder campesino de lentes Ray Ban, que nunca, nunca se quita, está en su casa, se le ve plácido, ya no tiene que preocuparse de qué vivirá por lo menos mientras dure la extracción de oro o el precio del metal continúe por las nubes.

En 2007, Guzmán encabezó el movimiento contra Goldcorp para conseguir un mejor pago por la renta de las tierras.

La asamblea permanente de ejidatarios lo nombró comisario ejidal legítimo; cuando el legal, Fidencio López Peña, (quien falleció dos años más tarde de cáncer en el rostro) se negó a luchar contra el corporativo.

La casa de Guzmán, a diferencia de la de sus vecinos, continúa como antes del movimiento, pero la Cheyenne de agencia, en el espacio que hace de cochera, habla de la bonanza que disfruta la familia.

Yo compré en la capital, allá estoy haciendo mi casa, todos sabemos que vamos a terminar saliéndonos de aquí. Creo que nadie tiene problemas con eso, siempre y cuando le paguen bien su casa.

Goldcorp tiene planes de remover, también, el cerro en el que se ubica el pueblo. Los habitantes no tienen aspavientos por vender.

Como Guzmán, todos los ejidatarios que encabezaron el bloqueo a Goldcorp y la mesa ejidal que se conformó a raíz del movimiento, gozan de varios beneficios, igual que los ejidatarios que los apoyaron.

Anualmente, cada mes de abril,  los 176 ejidatarios inscritos en el padrón reciben la parte proporcional por la renta de las mil 150 hectáreas de uso común, 2.6 onzas de oro por cada una.

Algunos ejidatarios rentan también sus parcelas individuales; algunos sólo tres; otros, hasta nueve. De este tipo, Golcorp usa otras 150 hectáreas.

En Carrizalillo ya no siembran ni siquiera maíz, se convirtieron en ávidos consumidores de todo lo que comen.

Para abril de este año, la onza de oro alcanzó el precio récord de mil 600 dólares, entonces cada hectárea se cotizó en 55 mil 744 pesos.

Cada ejidatario recibió 108 mil pesos por las tierras de uso común, aparte de las parcelas individuales. Algunos sólo tienen tres, lo que equivale a 167 mil pesos, pero otros hasta nueve, por lo que habrían recibido alrededor del medio millón de pesos.

En una población que tenía lo indispensable para subsistir, las cantidades se antojan exorbitantes.

–Todos nos hemos beneficiado, para que más que la verdad, lo logramos por el plantón. Todo se distribuyó de acuerdo a las necesidades de nosotros y a nuestras ganas de trabajar.

Quien tiene la voz ahora es Valeriano Celso Solís, ex presidente del consejo de vigilancia del comisariado ejidal legítimo, quien detalla todos los favores de Goldcorp, de los que excluyeron a los ejidatarios que seguían a Fidencio López Peña, quien era el presidente del comisariado ejidal en 2007.

Goldcorp otorgó nueve concesiones para combi, dos microbuses, un autobús, cuatro pipas y cinco torton.

Tan solo por las combis, los concesionarios obtiene por cada uno de esos permisos, mil 159 pesos por turno al día, algunos cubren doble jornada, por lo que llegan a recibir hasta 13 mil 700 pesos a la semana.

A Julio Peña Celso, otro líder que destacó en el movimiento, la mesa ejidal le aprobó dos concesiones: un microbús y un torton; a Guzmán Montiel, una concesión de torton; a Celso Solís, una combi; a Onofre Peña Celso, quien fungía como comisario municipal durante el movimiento, una pipa.

Por eso, en Carrizalillo, es común encontrar a los ejidatarios sin hacer nada.

IV

Al fondo del corrugado relieve montañoso en las cercanías de Mezcala, a la derecha de la carretera México-Acapulco, una cadena de cerros amputados rompe el paisaje de vegetación semidesértica. Es el yacimiento de oro, plata, cobre y zinc Los Filos-El Bermejal.

Es mayo. Ningún superlativo define tal calor. Lo que marca el termómetro quizá ayude: 42 grados centígrados. El sudor escurre. El aire que entra por las ventanillas del auto no proporciona ningún alivio, es caliente.

De la capital guerrerense a Mezcala hay 50 kilómetros de distancia. Para subir a Los Filos y después a Carrizalillo, otros 27.

Tras el pueblo de Mezcala, de unos 3 mil 800 habitantes, la carretera prosigue, serpenteando cuesta arriba, entre las montañas de la sierra madre del sur.

Luego de unos 20 kilómetros en ascenso, del lado derecho, se muestra Los Filos, ya tasajeado, prácticamente, hasta la base del cerro.

Cinco kilómetros más adelante, ahora del lado izquierdo, aparece El Bermejal, casi a la mitad de los mil 820 metros, que tenía.

Tras lomita, del lado derecho, en lo que se llama el patio de lixiviación, en una extensión de aproximadamente 400 hectáreas, revueltas con el oro, están depositados unos 6 millones de toneladas de tierra y rocas trituradas –de acuerdo al último reporte trimestral de Goldcorp a sus socios– que se riegan con una solución compuesta por agua, sal y cianuro, para separar el material precioso.

Precisamente en mayo, cuando las altas temperaturas parecen salirse del aparato que las  mide, al caer la tarde, del patio de lixiviación se levanta una nube de polvo, que los vientos acarrean precisamente a Carrizalillo, un par de kilómetros adelante.
En esos días, la atmósfera es irrespirable para quien va de visita. El polvo parece no afectar a la gente local. Pero los ojos enrojecidos, irritados, secos,  primer síntoma visible de la contaminación que generan las minas a cielo abierto, se ha manifestado.

V

Cuando en Carrizalillo los cerros aún tenían crestas y estaban verdes, las familias de esta comunidad veían con recelo “a los ingenieros de la companía” –a la mayoría de los lugareños se les dificulta pronunciar la ñ–, unos tipos altos y güeros que iban y venían en unas camionetas que, ellos, sólo en sueños, podían imaginar que manejarían.

Ahora tienen hasta dos por familia, por lo que en las calles terregosas y estrechas, abundan las Nitro, Cheyenne o las Lobo, la mayoría sacadas de agencia.

“Nos tratan con desprecio, nos contestan mal cuando nos dirigimos a ellos, siempre nos hablan golpeado, eso no es justo, nosotros somos los dueños de estas tierras, tienen que vernos con respeto”, dijo Julio Peña Celso, el líder juvenil del Movimiento en Defensa de las Tierras de Carrizalillo, cuando el 8 de enero del 2007,  bloquearon los accesos al yacimiento Los Filos-El Bermejal, para exigir un mejor pago por sus tierras.

Dos años atrás, desconocían que la trasnacional extraería 300 mil onzas de oro al año, por eso, cuando llegaron los primeros representantes de la compañía y ofrecieron comprar sus tierras, varios ejidatarios vendieron sus parcelas a precios pírricos y consintieron, en asamblea, rentar las de uso común, también por cantidades de risa.

Luego, cuando comenzó a llegar la impresionante y costosa maquinaria que requiere la minería a cielo abierto, reclamaron que habían sido víctimas de un engaño.

Comenzó el trato despectivo, hasta que el 8 de enero, a las 6:00 de la mañana, los ejidatarios bloquearon todas las operaciones del corporativo.

La trasnacional aguantó 83 días. El 1 de abril accedió pagar una renta de 13 mil 500 pesos por cada una de las 970 hectáreas ocupadas, algunas ya las había comprado, pero la venta se nulificó.

Los ejidatarios recibieron, ese año, 13 millones 950 mil pesos por la renta de las tierras, en vez de los 800 mil de los dos años anteriores, cuando rentaban a mil 300 pesos cada hectárea, aparte de ocupar otras sin dar un solo centavo por ellas.

En la negociación, Goldcorp se comprometió a financiar un sistema de agua por bombeo, entre otros 21 puntos, para el desarrollo de la comunidad.

Aunque accedió casi a todo, se opuso a negociar la renta de las tierras con base en la cotización de la onza de oro, que en esas fechas rondaba los 821 dólares.

Los 361 días del año pasaron rápido. Al siguiente 1 de abril, ejidatarios y empresa volvieron a negociar. El precio de las tierras, ahora quedó, en 14 mil 825 pesos.

Goldcorp se comprometió a financiar un proyecto integral de desarrollo, que el sistema de agua estaría listo en diciembre de 2009 y aceptó que en realidad ocupaba mil 150 hectáreas.

En abril del 2009, para la segunda revisión del convenio, Carrizalillo decide ir por todo. Pidió 3.5 onzas de oro (cuyo costo era entonces de 920 dólares) por cada hectárea.

Goldcorp aceptó negociar de esa forma, a cambio de que, en adelante, la revisión se haga cada cinco años, pero establece 1.6 onzas como tope.

Carrizalillo conoce bien los efectos de los bloqueos. Repite el ejercicio. En esta ocasión el paro sólo dura 14 horas, de las 05:00 a las 19:00 horas, momento en que Goldcorp acepta pagar 2.6 onzas, un total de 36 millones de pesos.

Para este 2011, el sistema de agua continúa pendiente, pero al parecer, eso ya no importa a los ejidatarios, quienes se han acostumbrado a subsistir con pipas, enviadas por la trasnacional.

VI

A pesar de la mascarilla, se cuela un olor agresivo, indescriptible, que parece romper la nariz.

En el laboratorio, se escucha el sonido del aire acondicionado, pero por ningún resquicio se  filtra algún viento del exterior.

Frente al equipo de absorción atómica, de bata blanca, coleta de caballo para sujetar la melena pintada, está Sofía López Peña, tiene 32 años de edad, es un día de marzo del 2008.

Ella no lo sabe, pero dos años y nueve meses después, va a dejar la vida en una cama del IMSS, en Acapulco, luego de 48 horas de agonía y de tres meses sin apetito y sumergirse en un sueño profundo, del que despertaba cada día, para venir otra vez a este laboratorio.

Tampoco sabe que la razón del ojo apagado de su hermano Fidencio sea cáncer y que sólo faltan cinco meses para que muera.

Cuando en marzo de 2008 se planteó a Goldcorp un reportaje sobre la incursión del trabajo femenino en la minería, a propósito del Día Internacional de la Mujer, el gerente general, Tomás Iturriaga Hidalgo y el superintendente de Relaciones con la Comunidad, Arnoldo Pizarro García, abrieron las puertas de inmediato.

Parecían orgullosos cuando hablaron de Sofía, una viuda con tres hijos, que había entrado a trabajar como afanadora y ahora tenía la tarea de determinar la concentración de oro por tonelada de tierra, utilizando cianuro, entre otros químicos.

“Sofí es un caso especial, la debes entrevistar, es un ejemplo de superación”, aseguró García Pizarro, quien guió hasta ella.

Durante mayo, junio y julio de este año, innumerables veces se pidió una entrevista a los directivos de Goldcorp.

A pesar de la promesa de agendar un encuentro, éste no se concretó en todos esos meses.

Vía telefónica, García Pizarro evadió hablar de las causas del fallecimiento, pero aseguró que aunque Sofía manipulaba cianuro,  eso nada tenía que ver con su fallecimiento.

VII

Era un día de trabajo como cualquier otro. El presidente del comisariado ejidal de Carrizalillo y concesionario de la recolección de los desechos de Goldcorp en Los Filos, Fidencio López Peña, destapó un bote para ver qué tipo de basura había.

Un olor ácido salió del recipiente. Fidencio sintió un pinchazo en el ojo izquierdo.

Las semanas siguientes, el ojo comenzó a apagársele.

Ve al doctor hijo, que te diga que tienes, rogaba su mamá al líder denostado, por no apoyar el bloqueo a Goldcorp.

Cuando el ojo se murió por completo, Fidencio acudió al doctor. Radiografías en cascada. Los huesos faciales carcomidos. Cáncer en el rostro.

Falleció el 9 de agosto de 2009.

Sus cuatro huérfanos, junto con los de Sofía, deambulan por la casa enlutada de doña Esther.

VIII

Me llamo Rafael Rivera Santos, entré a Los Filos en abril del 2007, a la planta de Procesos. Tuve que trabajar porque me casé. Hubiera querido ser maestro de secundaria, pero abandoné mis estudios en la Universidad Pedagógica Nacional, porque puedo contagiar a quienes me rodean.

En noviembre de ese mismo año comencé a sentirme mal, no tenía apetito y tosía mucho, me hacían muchos estudios de laboratorio y salía que no tenía nada, pero en la radiografía de tórax se veía dañado el contorno de mi pulmón derecho.

Me mandaron a Iguala, ahí me diagnosticaron tuberculosis con cuatro cruces (el máximo daño). El resto de mi vida tengo que estar tomando medicamentos. Ya no puedo hacer mi vida normal, porque tengo las defensas muy bajas.

El medicamento que tomo es tan fuerte que hay días que me deja tirado en la cama. Salgo de aquí (del centro de Salud de Mezcala) como zombi. Tardo en poder caminar. Aún así tengo que regresar a trabajar, aunque ahora estoy en el área de mantenimiento.

Cuando me diagnosticaron tuberculosis me dieron 20 días de incapacidad. El Seguro Social me dijo que era una norma. Regresé a trabajar. Como al mes, otra vez comencé a desgarrar sangre.

Me han cambiado varias veces los medicamentos, porque no he reaccionado a ellos, pero han dañado mi estómago. Todo el tiempo lo tengo irritado. Son muy pocas cosas las que puedo comer por la gastritis. Cuando algo no me cae bien me comienza a subir algo muy amargo. Me dan nauseas y comienzo a vomitar.

Cuando me atendían en el seguro social iba todos los días a Iguala porque un medicamento me lo tenía que tomar a las 8 de la mañana. Salía muy temprano, por lo que llevaba el estómago vacío. A veces, el medicamento lo tenían hasta las tres, todo este tiempo no comía nada, porque no tenía dinero, así con mi panza hueca me tomaba la pastilla que me daban.

Otros días, iba y el medicamento nunca llegaba, por lo que no lo tomaba. Ellos saben que si un tratamiento no se toma completo, uno se hace resistente, por eso muchas veces me han cambiado de tratamiento.

En ese tiempo llegué a pesar 45 kilos  por la misma enfermedad y porque siempre estaba en ayunas, esperando tomar el medicamento.

Tengo mucho resentimiento contra los doctores que me han atendido, sobre todo con Maricela Vega Orozco, encargada de Epidemiología de la clínica del IMSS en Iguala, porque cada vez que salía positivo me regañaba, decía que era un paciente renuente y así lo anotó en mi expediente.

Tengo mucho coraje.

(Baja la cabeza, le da vergüenza mostrar las lágrimas rebeldes, necias que se le han salido de control)

Durante dos meses me suministraron estreptomicina, un medicamento del cuadro básico de esta enfermedad, que produce sordera. No reaccioné tampoco a ella, pero desde entonces, todo el tiempo, escucho como grillos dentro de mi cabeza, siempre me duele. Por las noches no puedo dormir.

Al principio de mi enfermedad, cuando regresé a trabajar, los inspectores me insultaban, decían que era un mañoso, a fuerza me hacían trabajar en la planta, cada que hacía fuerza para apretar un tornillo, sentía que mis pulmones se deshacían, los oía tronar con cada esfuerzo.

Me creyeron hasta que ahí mismo, no aguanté, tosí y comencé a desgarrar sangre.

Todo el camino al servicio médico iba sacando sangre.

Desde el 2010 me atienden aquí, hasta ahora no me han fallado con las medicinas, siempre están listas, yo tampoco he dejado de venir a tomármelas. Quiero estar vivo. Tengo una hijita de tres años. Sólo una vez no he venido, pero hablé para avisar. La pastilla del día anterior me había dejado tirado, moribundo, no tenía fuerzas para levantarme.

¿Esto va salir publicado? Yo quiero decir que cuando el trabajador de la mina no tiene el equipo de seguridad no tiene porque hacer su trabajo; sin embargo, tenemos que hacerlo y el sindicato no hace nada al respecto.

Vivo cruzando el puente de Mezcala, pero esa colonia ya no pertenece a Eduardo Neri, sino a Valerio Trujano (Tepecoacuilco).

IX

Migajas. No existe otra forma para definir lo que Goldcorp deja a cambio del oro, aunque los ejidatarios  cobren por sus tierras con base al precio del metal en la bolsa de valores de Estados Unidos.

La onza de oro ha subido al doble desde el 2007 que el corporativo inició la extracción del metal en Carrizalillo, de 821 a 1, 600 dólares.

Al finalizar el primer trimestre de 2011, Goldcorp incrementó sus ganancias en un 69 por ciento, con respecto al mismo periodo del año anterior.

El yacimiento Los Filos-El Bermejal es una de sus operaciones más rentables en todo el orbe, de acuerdo al informe financiero de la trasnacional, consultado en su página electrónica.

“Los Filos es un elemento clave para nuestra cartera de activos”, dice en el informe financiero de referencia, el presidente y consejero delegado de Goldcorp, Chuck Jeannes.

En Los Filos, el costo de producción por onza es de 188 dólares, contra los 322 en la mina Red Lake y de 621 en Musselwhite, en Ontario, ambas en Canadá, o los 324 dólares en la mina Marlin, en Guatemala.

En el primer trimestre del 2010, Los Filos “estableció una marca de producción”, con 94 mil 600 onzas de oro, 22 mil 500 onzas más que el mismo periodo del año anterior.

Si el ritmo de producción continúa así, al finalizar el año extraerá 376 mil onzas, 76 mil más que lo programado en el proyecto inicial, planteado a 10 años, lo que implica que concluirá operaciones mucho antes de lo planeado. Lleva cuatro.

Con esta producción en Los Filos, Guerrero se ubica como el primer productor de oro en el país y, Goldcorp, en la segunda compañía mundial más grande en valor capital del sector.

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-¿No ha ido últimamente a Carrizalillo? Contesta con otra interrogante el subdelegado de la Secretaría de Economía en esta capital, Víctor Juan Hernández López, cuando se le pregunta que le queda a Guerrero de esa riqueza aurífera.

–¿No ha ido? Basta ver lo que ha ocurrido ahí los últimos años, para saber qué se queda en Guerrero de esa megaoperación. En el municipio de Eduardo Neri se han generado cuatro mil empleos –¿directos?– yo creo que unos dos mil, pero lo más importante es el desarrollo que habido alrededor del proyecto. Se ha generado una cadena de proveedores locales, que suministra bienes y servicios a la compañía.

El funcionario habla de Mezcala en donde, a raíz del boom minero, se han instalado diversos negocios, desde venta de comida o de indumentaria, hasta bares y cantinas, pues los mineros también quieren divertirse.

Pero en Carrizalillo no hay ningún negocio de proveeduría. En ese pueblo, la gente espera cada año la renta de sus tierras arruinadas por la mina a cielo abierto, la industria más devastadora, de acuerdo a organismos internacionales de defensa del medio ambiente.

–Las operaciones de la mina han generado un efecto multiplicador, hacia abajo, eso es lo que se busca siempre, encadenamientos productivos a un proyecto macro. Esa actividad que hay ahí genera certidumbre y ello lo convierte en un polo de inversiones, por eso es positivo que se explote el potencial minero, aunque sean compañías extranjeras las que lo hagan.

-¿Mientras dure la extracción y después…? Se interrumpe el discurso aprendido de memoria de Hernández López.

Ninguna actividad económica es predecible, ahí están las maquiladoras en la región Norte, cambiaron las condiciones del mercado y las fuentes de empleo se vinieron abajo. Pero la explotación del oro es de largo plazo, la compañía continúa haciendo más exploraciones, eso seguirá…

Hernández López informó que en dinero contante y sonante lo que queda en Guerrero es el pago del dos por ciento del Impuesto sobre el Producto del Trabajo (ISPT), pero ellos, como es un impuesto que cobra el gobierno estatal, desconocen la cantidad.

Lo que queda a la federación es el cobro de derechos sobre minería, una cantidad estándar, independientemente, de lo que se extraiga, aunque varía la cuota, dependiendo del número de años que lleve la explotación.

Para el primer año de actividad, la cantidad es de 5.08 pesos por hectárea, de 10 en adelante, 111.27 pesos.

Aunque este pago lo recibe el gobierno federal, el funcionario también desconoce lo que paga Goldcorp.

El yacimiento Los Filos-El Bermejal se extiende en un total de tres mil 20 hectáreas, de las que mil 300 renta a Carrizalillo, donde se ubica casi la totalidad del yacimiento y el patio de lixiviación, otras mil 300 a Mezcala, donde parte la red de caminos de acceso a la fuente de excavación y el sistema de abasto de agua y 420 hectáreas a Xochipala, pues una porción de la mina El Bermejal es propiedad de esta comunidad.

A falta de datos de la Secretaría de Economía, suponiendo que Goldcorp pague derechos mineros por toda la superficie ocupada y que sea por más de 10 años, lo máximo que puede pagar son 355 mil 200 pesos semestrales.

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El secretario de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado de Guerrero, Enrique José Castro Soto, uno de esos funcionarios de la generación Ipad, pegado al monitor todo el tiempo, sostiene que este gobierno diseña un esquema para que las comunidades en donde hay actividad minera, los dueños de la tierra sean también inversionistas.

Por el momento, excusándose en que este gobierno recién comenzó a tomar las riendas, no sabe cuánto se queda en Guerrero de la riqueza aurífera, sólo que se cobra el 2 por ciento del impuesto sobre el trabajo de los cerca de dos mil empleos directos, pero desconoce cuál es la cantidad.

El estado de Guerrero ejercerá este año 43 mil millones de pesos de presupuesto, las 300 mil onzas de oro que se han extraído anualmente ahí, convertidas a pesos mexicanos son alrededor de 48 mil millones de pesos, cinco mil millones más que el presupuesto anual del estado.

Pero ese parámetro lo ignora el funcionario, porque en la entrevista, dijo desconocer a cuánto ascendían los ingresos totales del gobierno del estado.

X

Sofía murió de hepatitis y dengue hemorrágico, dijo Goldcorp a los ejidatarios y a la Sección 269 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos de la República Mexicana (SNTMMRM).

Embelesados con la cotización en oro de sus otrora parcelas semidesérticas y con los beneficios obtenidos, en Carrizalillo, los ejidatarios no quieren ver, que los efectos temidos de la minería sobre la salud, han comenzado a manifestarse.

Quizá de verdad haya muerto (Sofía) por el cianuro, pero nosotros no sabemos bien la razón, la familia debe acercarse a la mesa a plantear la situación para que nosotros hagamos algo, pero no lo ha hecho y, mientras sea así, solo son decires.

Celso Solís, el presidente del consejo de vigilancia del comisariado ejidal legítimo cuando los tiempos del movimiento, reconoce que hay muchas manifestaciones de las enfermedades que, se dice, trae la explotación de oro consigo, pero no saben bien si de verdad sea por eso.

Reconoció que hay dolores de cabeza, enfermedades respiratorias, irritación de los ojos, comezón en la piel.

Pero a lo mejor sólo es la gripa normal, no necesariamente tiene que ser por los químicos.

Crisóforo Guzmán, otro líder del movimiento contra Goldcorp, recordó que en 2009, cuando negociaron la revisión del convenio a cinco años, quedó asentado, en una de las clausulas, que habría un monitoreo permanente a la salud de los habitantes y de los trabajadores.

Pero la verdad no hemos visto eso. La empresa, obviamente, no lo va a ser por su cuenta, tenemos que ser nosotros. Pero no sé que esté pensando la nueva mesa ejidal. Yo me retiré, ya no he estado pendiente, pero vamos a ver qué podemos hacer.

En el asunto, como en la defensa de sus tierras, los habitantes de Carrizalillo, de Mezcala y de otras comunidades vecinas, están solos, con las autoridades estatales y federales no se cuenta.

El gobierno del estado creó por acuerdo, en diciembre de 2009, un Consejo Estatal de Minería, para seguir los pasos a esta actividad, pero sólo en lo que refiere al aspecto económico.

Forman parte de este consejo dependencias como la Secretaría de Desarrollo Económico y del Medio Ambiente, no la de Salud.

El Consejo Estatal de Minería sesiona la última semana de cada trimestre. Bajo el actual gobierno que encabeza Ángel Aguirre Rivero, empezó el 1 de abril, el Consejo se ha reunido una sola vez.

El actual secretario Técnico del Consejo, el ecologista Héctor Zurita Brito, dice que debía incluirse a otras instancias al órgano, como la Secretaría General de Gobierno y la Secretaría de Seguridad.

–¿Y la de Salud?

El ambientalista guardó silencio unos segundos. Tronó los dedos y reconoció:

–Es cierto, esa dependencia también debe estar incluida.

XI

En Eduardo Neri, al parecer, las comunidades están dispuestas a aceptar las consecuencias en el medio ambiente y en la salud de la minería a cielo abierto.

En otras latitudes, es distinto.

En 2002, ante los impactos de las minas a cielo abierto y la lixiviación con cianuro, el gobierno de Costa Rica prohibió nuevas explotaciones de este tipo y cerró las puertas a Goldcorp.

En Perú, en 2007, los pobladores de tres municipalidades de la parte alto andina de Piura se movilizaron contra la Barrick Gold, otro consorcio minero canadiense con operaciones en varias partes del mundo.

Los habitantes del municipio de Sipakapa, donde está ubicada la mina Marlin, en Guatemala, iniciaron consultas para sacar a Goldcorp.
En República Dominicana, la población inició una campaña bajo el lema El verde es mejor que el oro para impedir la operación de Barrick Gold.

En Córdoba, Argentina, surgió la organización no gubernamental Conciencia solidaria para impedir las operaciones en una mina de oro y uranio, concesionada a esa misma compañía.

En Guerrero, comunidades indígenas en la región de la Costa-Montaña, a donde quiere llegar también la Barrick Gold, lanzaron el manifiesto A corazón abierto defendamos nuestra madre tierra contra la minería.

El alcalde de Malinaltepec, el priista de origen me´pha (Tlapaneco) Vicente López Carrasco, anticipó que en las comunidades indígenas no pasará lo mismo que en Carrizalillo.

Para nosotros la tierra es todo, no vamos a aceptar vender ni rentar nuestras parcelas, el mismo ayuntamiento se va a poner al frente de la defensa del territorio, dijo.

Entre 2005 y 2009, el gobierno federal ha otorgado en concesión 28 nuevos proyectos mineros en las regiones de Costa Chica y Montaña, en donde la Unión de Pueblos y Organizaciones Sociales del Estado de Guerrero, inició movilizaciones en la defensa de la tierra.

Lo que está pasando en Carrizalillo, no lo quieren para ellos.

XII

Fidencio mira a doña Esther con su ojo derecho, el izquierdo ya está apagado.

Se tomó esa foto unos meses antes de morir, explica la doliente.

Sofía también la mira desde las fotos de álbum.

Doña Esther nunca se acercará a la mesa ejidal a pedir justicia para sus hijos muertos. Cuando Fidencio se opuso al movimiento contra Goldcorp selló su suerte, la de su familia y la de los ejidatarios que estaban con él.

Las autoridades que tomaron la rienda del comisariado acordaron en asamblea castigarlos por dar la espalda al pueblo. Están marginados. Hasta es entendible.

Lo que no es comprensible es que los hijos de doña Esther, sobre todo Silvestre y la esposa de Fidencio, quienes se quedaron con la concesión del manejo de los desechos de Goldcorp, prefieran mantener el empleo que exigir justicia.

Déjelos descansar en paz, ellos ya están muertos, dice doña Esther que le dicen cuando la ven llorar por el dolor, pero sobre todo porque sus muertes están sin castigo.

Dos días antes de morir Sofía se hizo unos estudios para conocer que tenía, porque el médico de la planta Los Filos, sólo le daba aspirinas.

Silvestre se adueñó de los estudios que se hizo Sofía, los trae consigo para conseguir becas para los hijos huérfanos, le ha dicho a doña Esther. (Sólo se subió un párrafo)

Dice la empresa que mi hija murió de dengue, yo digo que si hubiera tenido eso, el médico de la empresa le hubiera dicho y la hubiera mandado a descansar, pero le decía que estaba bien, sólo le daba pastillas.

Dicen en el pueblo que la mina trajo beneficios. Los únicos que se han beneficiado son los de la mesa ejidal, a mí ya se me murieron dos hijos ¡a mí me desgraciaron!