Chile

Análisis: Ojo con la fusión Xstrata – Glencore

Finalmente se concretó la fusión entre Glencore y Xstrata, la de mayor monto en el sector minero, superando a la adquisición por Río Tinto de Alcan en el año 2007. Al tener inversiones en el país el acuerdo necesariamente tendrá repercusiones en la economía chilena, llamando la atención la escasa cobertura que el hecho tuvo en los medios de comunicación, más aún cuando inversiones de importancia en que participa Xstrata se encuentran sin concretarse, a la espera probablemente de los pasos a resolver por la nueva dirección en su plan de inversión.

El proceso de fusión se inició en febrero de 2012 y culminó quince meses después. En este lapso la situación de los commodities se modificó, dándose un curso descendente que coincide con modificaciones estructurales en la economía china, la mayor demandante de muchos de ellos en los mercados internacionales, al pasarse de una estrategia de crecimiento basada en las exportaciones y la inversión a otra que le da una mayor importancia a la demanda interna. Es un cambio que debe incidir en países como Chile cuyas exportaciones son extraordinariamente dependientes de lo que acontezca en la potencia asiática, dado que su reestructuración económica significará tasas de crecimiento menores. El país, tanto en la administración Piñera como durante los gobiernos de la Concertación, no supo aprovechar el superciclo en el precio del cobre que perdura hasta el momento, para modificar la deformada estructura exportadora chilena.

En mayo, después de quince meses de gestiones se produjo la fusión de Glencore –que fuese en sus inicios una empresa de corretajes de commodities- con el consorcio minero anglosuizo Xstrata. Los dos últimos obstáculos que se enfrentaban fueron superados durante abril, primero cuando las autoridades chinas la autorizaron el día 16 y luego cuando el 20 dio su aprobación el Tribunal Supremo de Justicia de Inglaterra y del País de Gales. Fue un acuerdo cifrado en US$70.000 millones, dando nacimiento a Glencore Xstrata PLC, designando presidente ejecutivo a Iván Glasenberg, que asumiese la dirección de Glencore en el año 2002 para impulsar la fusión desde febrero de 2012. Glasenberg es propietario directo de un 8% de la nueva empresa, asegurando eso sí que posee el control total de ella, dado que Glencore “aún es una compañía de capital cerrado de algún modo”, en que sus integrantes poseen muchas acciones (03/05/13).

La fusión originó una empresa inédita en el sector minero entre una sociedad, Glencore, que es el mayor comercializador de commodities listado en bolsa, con una poderosa red de ventas, formada por aproximadamente 8.000 abastecedores y cincuenta y cuatro oficinas en todo el mundo, incluyendo Chile, que cuenta con instalaciones portuarias propias y una flota de barcos, y Xstrata consorcio minero cuyos activos en un 70% corresponden a dos commodities: carbón y cobre. Ambas empresas participantes en la fusión tienen como domicilio el paraíso fiscal del cantón suizo de Zug. Las conversaciones se iniciaron el año 2006. Al concretarse la fusión se convirtió inmediatamente en el mayor productor de zinc a nivel mundial, con un 15% del total, y controlando la tercera parte del carbón térmico usado en generación eléctrica. Se trata de la mayor fusión en el sector minero desde que la angloaustraliana Río Tinto adquirió Alcan en 2007. “Hemos creado –manifestó Iván Glasenberg, cuando se lanzó el proceso de fusión- una nueva potencia en el negocio mundial de materias primas” (08/02/12).

Desde que se inició el proceso en los inicios del año pasado la cotización del cobre, el zinc y el carbón descendió en los mercados internacionales, planteándose el interrogante si el superciclo en la cotización de los commodities causada en un alto porcentaje desde China subsistirá o se inició ya su fin. Glencore y Xstrata poseían al momento de la fusión niveles bastantes similares de producción en cobre y zinc, no así en carbón sector donde predomina la segunda. Glencore y Xstrata, en lo fundamental, mantendrán sus inversiones programadas hasta el año 2015, cuando las redefinirán.

Entre las inversiones a decidirse está en el país Doña Inés de Collahuasi, donde Xstrata tiene la mayoría accionaria en conjunto con Anglo American. Su presidente ejecutivo, Jorge Gómez, en comunicación enviada a la Superintendencia de Valores y Seguros informó que la Fase III de Collahuasi “se ralentizó (…) y continúa en etapa de prefactibilidad hasta la recuperación de la estabilidad operacional” (08/05/13). En el primer trimestre, su producción se redujo en un 13%, como consecuencia de sus menores leyes promedio como a la fase de mantención de un molino que explica el 70% de la producción. En espera de una resolución se encuentra también el proyecto binacional El Pachón de Xstrata, con una inversión estimada de US$4.100 millones. A mediados del año pasado se debía presentar un estudio de impacto ambiental, lo que no se hizo esperando que el nuevo directorio del consorcio fusionado defina las prioridades de inversión. Por tanto, las decisiones a adoptar por Glencore Xstrata inciden directamente en los niveles de inversión y producción en el país.

“Glencore –declaró Iván Glasenberg – tiene la tarea de consolidar Xstrata” que tenía al cerrar el año 2012 US$30.000 millones en deuda neta, por lo cual, agregó “no se pueden hacer enormes compras en efectivo a no ser que los precios de los commodities repunten” (03/05/13). En 2012 ambas empresas anglosuizas experimentaron caídas en su producción, de 9% en cobre y de 1% en zinc. Xstrata concentra su producción de metal rojo en países latinoamericanos (Chile, Perú y Argentina) y la de zinc en Brasil. Durante el proceso de fusión Glencore aumentó su oferta para vencer la resistencia de Qatar Holding LLC, accionista de Xstrata, que demandó un precio más elevado para acceder al acuerdo. Se trata de una filial de Qatar Investment Authority, que cuenta con activos ascendentes desde su nacimiento en 2005 ascendente a US$100.000 millones.

Los planes de inversión Glasenberg los visualiza en países emergentes, como la República Democrática del Congo o Colombia, porque “podrán ser más riesgosos, pero están dando grandes retornos”, calificando el aumento de gravámenes acordado por Australia en 2010, para retener en ese país un porcentaje mayor de los excedentes originados, de una “expropiación”. Es decir no reconoce los derechos de países como Chile sobre sus recursos naturales.

De otra parte, la fusión tuvo lugar en un año en que existe incertidumbre sobre la evolución en las cotizaciones de los commodities y particularmente de la demanda proveniente de China, país que enfrenta un cambio en su modelo de crecimiento basado durante varios años en la demanda externa y en la utilización amplia de recursos naturales, entre ellos el cobre, por un incremento de la demanda interna. “Las líneas generales de esta transformación se conocen muy bien –escribió Stephen Roach, profesor de la Universidad de Yale y expresidente de Morgan Stanley Asia, dedicado desde hace largos años a seguir la evolución de la potencia emergente asiática- un cambio del modelo de crecimiento encabezado por las exportaciones e inversiones hacia una estructura económica que se basa más en el consumo privado interno. Pero –agregó- lo que se conoce menos es el hecho de que una China reequilibrada tendrá una tasa de crecimiento menor, cuyas primeras señales parecen ser ya evidentes. (…) las economías basadas en recursos -agregó- (…) se han vuelto adictas al viejo modelo de hipercrecimiento insostenible de China. No obstante, este país sabe que es el momento de abandonar este peligroso hábito” (27/04/13).

Desde luego, ello afectaría a la economía chilena que en los últimos años descansó de manera importante en el superciclo del metal rojo, sin aprovechar el ingreso extraordinario de recursos generado para modificar la estructura productiva, haciéndole menos dependiente de un auge exportador que no puede ser eterno. Ello plantea un gran desafío a futuro, escasamente presente en el debate existente en el país. Los costos de producción han subido, al tiempo que la tendencia en el precio es descendente. Por ello, en el ranking elaborado por el Fraser Institute de los atractivos de los países para efectuar inversiones en minería Chile retrocedió del séptimo lugar en 2009 al 23º en 2013 y la pérdida de posición se produce constantemente desde el primero de los años mencionados.

El FMI, en su informe “Las Américas: tiempo de reforzar las defensas macroeconómicas” previendo un menor crecimiento de la región, recalcó: “observamos una moderación de los precios de las materias primas que podría intensificarse (…) (07/05/13). En Chile, las utilidades de las grandes empresas mineras que cancelan al fisco el llamado royalty disminuyeron en 2012 un 6,4% con relación al año anterior, debido a la reducción en la cotización internacional del metal rojo y al incremento en los costos. Ello condujo a que el fisco viese reducirse lo recibido del sector en un 15,4% por concepto de impuestos a la renta y de 26,1% por royalty. La reducción general promedio fue de 16,9%, disminuyendo de US$8.224 millones a US$6.835,7 millones. Específicamente en el último trimestre de 2012 descendieron las utilidades obtenidas por estas empresas mineras en 36%. Se estima que por cada centavo de reducción en la cotización internacional el país percibe anualmente un menor ingreso de US$120 millones y los ingresos fiscales caen en US$58 millones. En 2012, los recursos fiscales aportados por el metal rojo representaron un 14% del total.

Glencore Xstrata debe decidir el camino a seguir, el cual incidirá en la economía chilena, en un nuevo escenario.

Por Hugo Fazio