mineria cierlo abiertooo
Mexico

Abundancia que enferma

mineria cierlo abiertoooLa razón original para que se asentaran aquí los primeros llegados de más allá del Atlántico, hace casi medio milenio, fue sin duda la riqueza que encontraron en nuestro subsuelo, y a explotarla dedicaron su vida y su obra. Muestra de ello son las magníficas construcciones de la ciudad capital (y otras ciudades mineras), y la gran cantidad de oro y plata que se enviaron desde entonces a España, por ejemplo.

Pero como en casi todas las industrias, la explotación de las minas trae consigo (sobre todo cuando no se cuenta con la mejor tecnología) todo un catálogo de consecuencias tanto para el medio ambiente como para la salud de los habitantes de esos lugares. Y ahora los más recientes estudios al respecto nos ponen los pelos de punta.

Tal como lo dice un especialista, Eduardo Manzanares Acuña, investigador de Ciencias Nucleares de la Universidad Autónoma de Zacatecas, en toda la entidad hay casos de personas –niños, lo más triste– cuya sangre está contaminada por plomo.

Y para una entidad cuya historia y desarrollo están estrecha e íntimamente ligados a la minería, estas noticias son terribles. Se convierten en un problema de salud pública, y a la vez en un llamado de atención urgente para que las autoridades correspondientes hagan algo por todos los afectados.

Ya no estamos ni en las épocas de la colonia, ni en momentos en los que no existan al menos una serie de protocolos de seguridad ambiental y personal que permitan, en el mejor de los casos, que los trabajadores mineros tengan que irse a su casa contaminados con plomo, y luego contaminen a sus familiares, principalmente a sus hijos.

Pero ¿qué se está haciendo al respecto? Seguramente (quiero pensar) las grandes empresas mineras, la “gran minería”, como le dicen, cuentan con esa clase de protocolos de seguridad e higiene. Seguramente (quiero pensar) las autoridades les revisan el cumplimiento cabal de dichas medidas. Y seguramente (quiero pensar) a alguien se le debe haber ocurrido utilizar algo del recurso obtenido del nuevo impuesto a las minas, para subsanar estos problemas.

Pero la realidad de los pequeños y medianos mineros es otra, sin duda, y hay quienes aceptan que no se llevan a cabo todas las prácticas necesarias para asegurar la salud de los mineros ni sus familias. Y por eso se siguen presentando casos de envenenamiento por plomo.

Resulta lamentable que, en pleno siglo XXI, sigamos teniendo situaciones de salud como los de hace dos o tres siglos, y que a lo más se lleven a cabo solamente medidas paliativas o correctivas, cuando mucho, en el momento en que ya se detectó algún padecimiento contraído.

Igual de lamentable que, como es sabido, la mayor parte de la riqueza que se obtiene de nuestro subsuelo ni siquiera se queda aquí mismo para reflejarse en más y mejores hospitales, por ejemplo, en las regiones donde están los grandes yacimientos de minerales preciosos.

Lo vimos, por sólo citar un ejemplo, cuando hace unos meses ocurrió la tragedia en Mazapil, y a muchos de los heridos en el accidente vial tuvieron que trasladarlos hasta Saltillo, en Coahuila, porque ahí no hay un hospital que pudiera con el paquete. Ni con ése, ni con el de los padecimientos de los mineros.

No se debería llenar la boca la autoridad estatal presumiendo que Zacatecas siga siendo el primer productor de plata a nivel mundial, o el de oro, cuando semejante riqueza no se refleja en el bienestar de quienes se encargan de extraerla. ¿Cuándo llegará esa justicia a las regiones “ricas” de la entidad?