Perú

La minería en las selvas andinas peruanas

Discernimientos,
En riesgo especies y ecosistemas* por Craig C. Downer, [email protected]

Tapir Fund, Minden, Nevada USA. www.andeantapirund.com MINDEN, Nevada, 6 Febrero, 2006 (ENS)

Aunque entremezclado con peligros inminentes, mi viaje al nor-occidente del Perú en octubre y noviembre del 2005 ha demostrado ser revelador. Ahora me doy cuenta que urgente es transformar los valores y estilos de vida imperantes de la humanidad, para salvar así a las selvas y páramos que allí aún nos quedan Comprendo que se debe dar todo el aporte al extenso movimiento popular y rural que dirige sus esfuerzos hacia este fin.

Entre 600.000 y 800.000 hectáreas en las montañas y valles de los departamentos de Piura y Cajamarca han sido entregados en años recientes como concesiones a las empresas mineras por el gobierno nacional del Perú.

La mayor concesión es la de Monterrico Metals, con sede en Londres y cuya empresa peruana es Majaz. Como presidente del Andean Tapir Fund, me preocupa especialmente porque el mayor proyecto de Monterrico Metals-Majaz, conocido como Río Blanco, se ubica en vertientes extremadamente abruptas y erosionables. Este proyecto amenaza al mismo corazón del hábitat de los últimos tapires andinos (Tapirus pinchaque) que quedan en el Perú.

Este también se llama tapir de montaña y cuenta entre los mamíferos grandes en mayor peligro de extinción en el mundo. Masivos proyectos de minería están planificados en o alrededor del área montañosa conocida como Cerro Negro. Aquí quedan docenas de miles de hectáreas de bosque nublado virgen o casi virgen y cumbres esponjosas sin árboles, conocidas como páramos que proveen un último refugio para este tapir lanudo y ligero; al igual que para otras especies de plantas y animales raras, endémicas, y en peligro de extinción.

Basado en evaluaciones científicas recientes, estimo que la población restante de tapires de montaña en Perú es de entre 200 y 300 individuos. Monterrico y otras empresas mineras planifican producir cobre y otros metales como molibdeno, oro, plata, y zinc por medio de un proceso devastador del ecosistema con minería a tajo abierto en combinación con lixificación de rocas reducidas, amontonadas y regadas con cianuro y otros químicos venenosos que extraen el metal de las rocas machacadas.

No solo serían negativamente afectados el tapir andino y miles de plantas y animales codependientes, sino también las cabeceras de muchos lagos mayores del nor-occidente peruano, tales como Las Huaringas pero también los ríos que fluyen de ellos serían irresponsablemente perjudicados y contaminados.

Los ríos en riesgo incluyen los ríos Chira, Piura, Blanco y el Chipillico, que rellena la represa de San Lorenzo, muy importante para la agricultura de la zona. También estarían en riesgo el Río Quiroz, que abastece a la represa Poechos, de igual importancia, el Río Huancabamba, y el Río Chinchipe, que afecta la única reserva natural de la zona: el Santuario Nacional de Tabaconas-Namballe con 29.500 hectáreas.

Las cabeceras del río Quiroz son afectadas por las concesiones mineras que pertenecen a la compañía minera Newmont-USA, mientras que las cabeceras del río Chinchipe están seriamente comprometidas por concesiones que pertenecen a Monterrico Metals-Majaz, según el ecólogo piurano Fidel Torres-Guevara, en su articulo inédito escrito en el 2005. El área que visité por arriba de la comunidad andina Tapal, se conoce por sus hermosos lagos, bosques nublados y páramos, al igual que por las poblaciones relativamente sanas de los tapires de montaña en peligro. Sin embargo esta área relativamente prístina, está siendo reclamadas por Newmont para hacer extracción de cobre y otros metales con el devastador método conocido como de tajo abierto.

Si se permite que estas operaciones continúen, el resultado sería una trágica andanada de muerte y destrucción, provocando la extinción de miles de poblaciones únicas y endémicas. Las fuentes de agua de las que dependen miles de personas, cuesta abajo, se secarían y el agua restante sería contaminada para el presente y las generaciones por venir. ¡No se puede permitir que esto suceda! Los impactos negativos de la minería en estas cumbres y vertientes de montaña serían desgarradores, afectando buena parte de las tierras agrícolas más ricas del Perú, donde mangos, zapotes, limones, azúcar, banana, café, arroz, kapok, algarrobo y muchas otras cosechas de calidad son producidas.

De manera general, el nor-occidente peruano es muy seco, con extensos desiertos, pero este lugar fue bendecido con más agua que la mayoría del Perú occidental, que cuenta entre los desiertos más secos del mundo. Al destruir las pocas preciosas fuentes andinas que quedan en el nor-occidente del Perú, se provocaría una desertificación aún más extensa y severa, como Torres-Guevara lo ha comprobado en su libro Minería Metálica bajo El Niño en Piura: Injustificado Riesgo para su Vida y Desarrollo (2003).

En su artículo del 2005, Torres-Guevara cita el testimonio de Monterrico-Metals hecho en el 2005: por sí solo el proyecto Río Blanco situado en las cabeceras del río Chinchipe planifica extraer 20 millones de toneladas de mineral cada año, para producir 200.000 toneladas de cobre durante cada uno de los primeros cinco hasta diez años de operación. …El proceso de flotación planificada utilizaría entre 30 hasta 162 metros cúbicos de aguas por tonelada.

Esto sumaría entre 6.000 y 32.000 metros cúbicos de agua cada año, suma proyectada a aumentar en los años siguientes. El impacto sería devastador para el nor-occidente del Perú y sus ecosistemas naturales y agrícolas siempre entrelazados, pues estas preciosas aguas se volverían terriblemente contaminadas y su extracción por uso en las minas alteraría y rompería los patrones de flujo natural y milenarios en toda la región. Los millones de toneladas de piedras desechadas, continuarían lixificando ácidos cáusticos de azufre y nitrógeno por muchas generaciones, soltando metales pesados que terminan incorporados en la cadena alimenticia, incluso en el consumidor humano.

Los extensos bosques de algarrobo o frijol carob, en el nor-occidente peruano, que dependen de sus raíces profundas para extraer el agua de los flujos subterráneos, proveen a los humanos un jarabe muy nutritivo, que también se comercializa. Este árbol sirve así mismo de alimento para los chivos y otros herbívoros. Nos da leña, ofrece el polen con el que las abejas fabrican su miel, es sombra muy refrescante en esta latitud tropical, sirve de eficaz rompe-vientos, y estabiliza los suelos.

Sin embargo, si se contaminan las aguas subterráneas de las que este árbol depende por las operaciones mineras cuesta arriba y/o si los niveles hidrostáticos o capas freáticas disminuyen demasiado debido a la interrupción de los flujos naturales provocados por las operaciones mineras, los bosques de algarrobo perecerían junto con miles de especies co-dependientes, abarcando muchas aves únicas como la pava ali-blanca (Penélope albipennis), especie en peligro de extinción que sobrevive solamente en esta región.

Los medios de subsistencia de miles y miles de campesinos serían negativamente afectados, como también lo serían las 231.402 -hectáreas del Sitio del Hombre y la biósfera del nor-oeste del Perú. Esta reserva abarca otro ecosistema distinto con muchas especies raras y endémicas que habitan en el bosque seco ecuatorial y un pequeño remanente del bosque tropical del Pacífico.

Los efectos nocivos de la minería llegarían hasta el Océano Pacifico al oeste, con sus esteros que desembocan en el mar. Miles de especies de peces dependen del agua fresca que allí llega desde las montañas, pues así han co-evolucionado con esta contribución continental por miles de generaciones. En riesgo también estaría el cocodrilo blanco de Piura que es de agua dulce y únicamente sobrevive.

Este lucha por sobrevivir actualmente en el río Chira, un río ahora ¡horriblemente contaminado! Recientemente, este río ha sido represado a la altura de la ciudad de Sullana, como lo observé mientras noté hasta qué grado alarmante de eutrofización estas aguas se han degradado. Estas aguas son ahora tóxicas debido a la acumulación de las aguas residuales humanas y fertilizantes, plaguicidas y herbicidas agrícolas.

El cocodrilo es probablemente una raza del cocodrilo americano (Crocodylus acutus), en la lista de los vulnerables a la extinción del Libro Rojo del UICN, 1996, y necesita nuestra ayuda de forma urgente. Los fuertes vientos que soplan por la tarde en Piura, tendrían efectos más extremos si se sigue deteriorando la capa vegetal de la tierra, que hasta ahora era un elemento moderador de los mismos. Estregando el suelo, estas corrientes atmosféricas alzarían muchas toneladas de finas partículas de las minas de tajo abierto y sus desechos amontonados. Estas partículas quedarían suspendidas por largos periodos en la atmósfera e incluirían metales pesados y tóxicos para plantas y animales que pueden producir varios tipos de cánceres en humanos.

De especial inquietud son los siempre más frecuentes y extremos eventos climáticos llamados El Niño que traen aguaceros torrenciales y vientos azotantes al nor-occidente del Perú. Los tajos abiertos expuestos, los pozos de lixificacion y las colinas de minerales aplastados serían sujeto de inundaciones dañinas, lluvias y vientos galopantes y ciertamente derramarían o filtrarían sus ácidos y metales pesados y tóxicos durante la temporada de El Niño.

Potencialmente, no sólo cientos sino miles de kilómetros cuadrados serían seriamente contaminados y en cuanto al ecosistema único del nor-occidente peruano, esto podría significar su golpe de gracia, ¡de muerte! Se proyecta que los eventos de El Niño se volverían más frecuentes y severos en los años futuros. Por eso, es todavía más imperativo que estos bosques y páramos andinos que hasta la fecha han escapado milagrosamente de ser destruidos por los humanos, sean preservados, mantenidos intactos, o mejor que sean restaurados en el mayor grado posible.

Debe permitírseles que continúen desempeñando el papel de esponjas vitales y vivas que retienen los suelos fértiles y absorben el agua durante las tempestades, previniendo de esta manera inundaciones, para soltar su agua mas adelante durante la larga estación de sequía que se vuelve siempre más severa en el nor-occidente del Perú, hoy en día. Hasta el 2003, habían 206.000 hectáreas de bosque y páramo como hábitat apropiado para el tapir andino en los andes norteños del Perú, por arriba del declive de Huancabamba, que es el limite sureño del tapir andino, según estudios de los biólogos Diego Lizcano y Aivi Sissa, en su artículo del 2003: Notes on the Distribution and Conservation Status of Mountain Tapir en el Journal Tapir Conservation publicado por el Grupo de Especialistas del Tapir del UICN.

Tal área podría sostener entre 350 y 375 tapires andinos en teoría, pero debido a una fuerte cacería o por el consumo local o por la venta de sus partes como medicina folklórica, transmisión de enfermedades y/o el estrés causado por disturbios a su hábitat por los humanos y el ganado que ellos mantienen, estimaría que solo poco más de la mitad de este numero persiste.

Si se deja que los proyectos mineros de Monterrico y de otros similares continúen, un golpe fatal y final sería infligido a este dispersador de semillas ¡muy importante para la ecología y antiguo fósiles vivientes del Perú! Por esta razón, actualmente estoy preparando una propuesta para la creación del Santuario Natural del Tapir Andino en Cerro Negro.

Esta incluye un mapa perfilando los bosques mayores, inclusive el bosque nublado y los páramos que juntos son esenciales para la supervivencia futura de una población viable y conectada de tapires andinos en el nor-occidente del Perú, en conexión con el norte del Ecuador. El nuevo santuario debe contener por lo menos 57.144 hectáreas de hábitat remanente del tapir andino.

Este proveería un corredor biológico, legalmente establecido, entre el Santuario Nacional Tabaconas-Namballe al sur y el hábitat intacto que aun subsiste al norte del Ecuador y que incluye el Parque Nacional Podocarpus, donde he observado los tapires andinos junto con miembros de Arcoiris, ONG conservacionista de Loja.

La creación de este santuario cumplirá con las recomendaciones de la Breve Evaluación Biológica del Santuario Tabaconas-Namballe y alrededores publicada en conjunto con INRENA, la agencia nacional de recursos naturales del Perú, en diciembre del 2003, como se detalla en el Informe WWF-OPP:OM-91.

En esta evaluación de gran valor ecológico, se urge la declaración de las 57.144 hectáreas como Santuario Nacional Tabaconas-Namballe, a fin de proteger un vital corredor biológico hasta Ecuador y que desde Ecuador se uniría más al norte con Colombia. Se precisa urgentemente que tal corredor quede legalmente establecido para prevenir la fragmentación excesiva de las poblaciones y hábitat del tapir andino y de otras raras especies y de sus respectivos hábitats únicos, que funcionan al unísono.
Entre éstos se incluye una nueva especie del género Gynoxys en la familia de los girasoles: Asteraceae, que he documentado como la mayor comida del tapir andino en el Parque Nacional Sangay en Ecuador en mi artículo de julio 2001 que apareció en el Journal of Zoology-London.

Entre las 13 especies de anfibios documentados en este estudio, realizado con el apoyo de WWF, aparecen dos especies de ranas nuevas para la ciencia. También se observaron 186 especies de pájaros y 59 especies de mamíferos, entre estos últimos se incluye un nuevo murciélago y un nuevo roedor. Indudablemente existen muchas otras especies desconocidas en esta área fascinante.

La creación del nuevo santuario Cerro Negro automáticamente cancelaría las concesiones mineras en esta área del mundo, ecológicamente preciosa y única, y por ley nacional mantendría la prohibición de que se ejecuten grandes proyectos industriales dentro de los 50 kms de la frontera con Ecuador. Al mismo tiempo aseguraría la retención natural y provisión de agua a un numero de ríos, lagos, y represas de los que depende la vital economía agraria domestica y de exportación del nor-occidente del Perú. Como lo expresa la Confederación Nacional de Comunidades Peruanas Afectadas por la minería (CONACAMI-Perú) en junio del 2004: La minería por tajo abierto no es la salvación económica del nor-occidente del Perú, ésta sólo empleará un porcentaje relativamente pequeño de personas locales por corto plazo mientras arruina su tierra y contamina su agua y aire por generaciones a venir.

Las compañías mineras saldrían, después de haber enriquecido a sus accionistas y contribuido al estilo de vida consumista de la clase rica y malgastadora del mundo. En Perú, 3.500 comunidades han sido así afectadas por la industria minera y sus ecosistemas han sido envenenados, erosionados y devastados, dijo el grupo. Y sigue: Ya es tiempo que la gente despierte y aprenda la lección que la Pachamama o Madre Tierra, trata de enseñarnos, así que modifiquemos nuestros estilos de vida y nuestras prioridades según lo indicado.

A diferencia de las extensas áreas en el Perú ya devastadas por la minería, el sobre pastoreo de ganado y otras actividades humanas dañinas, la región del declive de Huancabamba, donde el abra de Porculla ocurre a 2.144 msnm, aún preserva un ecosistema andino relativamente extenso y viable. ¡De veras, esta es hoy en día, una isla de esperanza en el mundo! Las montañas y los valles en esta región única se orientan no solo en sentido norte-sur, sino en varias direcciones.

La diversidad de formaciones y exposiciones ha amplificado las oportunidades para la formación de nuevas especies biológicas a lo largo de eones de tiempo. Actuando en conjunto con el desfiladero bajo entre la Amazonía y la planicie costera occidental del Perú, esta topografía ha permitido entremezclar la hibridación y la evolución de muchas especies de plantas y animales que no se encuentran en el resto del planeta Tierra. Una especie de picaflor endémica es el colibrí de neblina (Metallura odomae), que ocurre solamente en el páramo y consta en la Lista Roja del UICN de 1996, como en Cercana Amenaza de extinción, considerada también como especie focal de esta región en la Breve Evaluación Biológica antes citada.

Determinadas especies de aves Vulnerables a la extinción en el páramo, incluyen a la pava barbada (Penélope barbata) y al saltador enmascarado (Saltator cinctus). El loro mejillas doradas (Leptosittaca branickii) es otra especie vulnerable de esta zona. Este loro colorido depende para su comida de los conos de los conchíferos del genero podocarpus que han sido sobretalados, y para su nidificación de las palmas de cera que también están disminuyendo aceleradamente por la tala y quema humana. El oso de anteojos (Tremarctos ornatus) se encuentra en peligro de extinción y tiene buena población, al igual que el gallo de rocas (Rupicola Peruviana) que es vulnerable; y el raro pájaro carpintero o pito (Colaptes rupicola), que observé por el río Mangas.

La región forma una porción clave del centro de endemismo norte-andino que abarca una banda de bosque andino subtropical y templado y páramo que se extiende desde Colombia por Ecuador hasta el nor-occidente del Perú. Este contiene una gran diversidad de mamíferos pequeños, incluyendo roedores con una nueva especie del género Oryzomys de la familia Muridae, y una colección curiosa de marsupiales remanentes que datan del periodo cuando Sudamérica fue un continente isla cuyo aislamiento duró 60 millones de años, desde la época Paleocena temprana hasta el Plioceno tarde.

Como barrera geográfica para mamíferos, anfibios, y reptiles, el declive de Huancabamba ha desempeñado un papel importante para separar especies, ya que crea una división entre las elevaciones medianas y altas al sur del declive y sus complementos iguales al norte del declive.

A niveles superiores, éste incluye la división entre el bioma más húmedo y norteño conocido como páramo y el más seco bioma: el Puno, que queda al sur del declive de Huancabamba. El tapir andino está estrechamente vinculado con el páramo. Los lagos de esta región, inclusive aquellos que quedan arriba de las comunidades de Tapal, las Huaringas y las Arrebiatadas son de especial importancia para las ranas endémicas y los anfibios que actualmente están desapareciendo en todo el planeta.

Estos lagos también son muy importantes para las aves migratorias, tales como el pato ali-Azul (Anas discors), el Pato de puna (Anas puna), y el chorlito andino (Vanellus resplendens). Estos lagos son de importancia vital para muchas especies que migran desde sitios tan lejanos como el Canadá y Argentina. Estos y lagos similares purifican e imbuyen sus aguas con cualidades especialmente sanas.

La gravedad guía entonces sus aguas cuesta abajo, posibilitando que el nor-occidente peruano sea una de las más finas regiones productoras de frutas en el mundo. La mayoría de personas que habitan esta zona no quieren que la minería destruya el medio natural que los sostiene, posición que se evidencia claramente en las manifestaciones masivas contra la minería que han tenido lugar durante los últimos años.

Escondidas en los bosques nublados y paramos del nor-occidente peruano, existen también antiguas ruinas, inclusive un misterioso templo que moradores locales creen fue edificado para un dios tapir. Proveniente de estas ruinas, pude ver una pequeña estatuilla, posiblemente de origen chimú, con pequeñas pecas de pintura negra, hecho que sugiere que esta estatuilla lleva el intento de representar al mismo tapir andino.

Aquí también se han descubierto vasijas de cerámica glaseada que se cree provienen de la tribu moche, particularmente del municipio de Yanta, cuyas altas zonas y lagos constituyen un refugio muy importante para los tapires andinos, pero que también se encuentran bajo las oscuras nubes de las concesiones mineras.

Los chamanes locales y tradicionales y sus pacientes a quienes he entrevistado dicen haber experimentado cualidades de poderosa vitalización cuando entran en los bosques y páramos prístinos de la cordillera de Las Lagunillas y cerca de sus lagos y ríos. Quizás fue esta una de las razones por la que un guía local me prohibió bañarme en uno de estos lagos altos, creyendo además que yo alteraría el equilibrio de su potencia energética.

Su convicción inamovible me conduce a teorizar que los metales encontrados en estas montanas podrían, de veras, ser importantes para mantener ciertos campos geo-magnéticos y sus flujos sutiles. Esto podría estar íntimamente relacionado con el bienestar de todas las plantas y animales que viven, incluso y especialmente los humanos que han estado ya por largos periodos de tiempo en esta zona, pero también los visitantes, como mi persona, que aunque solo de paso, quedan positivamente impregnados por la gran armonía que se siente. – Y por cierto que este ha sido mi caso.

Este concepto es paralelo al de los antiguos indios Kogi que todavía habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte de Colombia. Sus mamos o sabios previenen contra la extracción de oro, hierro, o cualquier metal naturalmente presente en la Pachamama o Madre Tierra, y aún ponen estatuas de oro en sitios que consideran estratégicos para el equilibrio energético y bienestar de la comunidad de vida, que ellos reconocen como su familia, en la que incluyen muchas plantas y animales silvestres al igual que su propia tribu.

Podría ser que estos nativos de los andes peruanos y colombianos hayan reconocido algo muy importante y que la civilización moderna ¿ignora a su riesgo? podría ser que esto involucre sutiles campos de fuerza electromagnética y el flujo de los mismos, que ellos protegen para lograr una unión equilibrada entre los humanos y las plantas y animales de todas las especies, lo cual es esencial para un bienestar ecológico de todos, como individuos y como colectivo.

Tal vez, de alguna manera extraordinaria y poco reconocida el planeta entero se mantiene vivo por tales energías sutiles, cuya dinámica se mantiene en alto grado gracias a los metales que se encuentran en la tierra y que dan a cada región una cualidad especial con la que sus formas de vida se han adaptado y co-evolucionado. De esto podemos concluir que con la extracción y el procesamiento insensible e irresponsable de estos metales, que incluye la pulverización de rocas, especialmente de elementos metálicos naturalmente dispersos en la tierra y en el agua, como lo es la minería a tajo abierto, se puede causar enorme daño al ecosistema que a lo largo de millones de años se ha venido equilibrando y adaptando finamente.

Se precisa mayor investigación sobre el tema y poner en tela de juicio la reducción masiva de millones de toneladas de rocas metalíferas con el fin de extraer su normalmente muy pequeño contenido de metales para incorporarlo en un mundo artificial creado por el hombre, un mundo que hoy en día lamentablemente, pero no irremediablemente, se ha convertido en un monstruoso parásito de la Pachamama o Madre Tierra.

El ecólogo Craig C. Downer es presidente del Andean Tapir Fund.
Se lo puede contactar por email a [email protected]